Playa de El Portet, en Moraira.

Playa de El Portet, en Moraira.

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Ni Altea ni Jávea, el pueblo más bonito de la costa de Alicante: "La joya escondida"

Lo que fue un pequeño puerto de pescadores en su día, ha sabido evolucionar sin perder su esencia a lo largo de los años.

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Alicante
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Cuando se habla de la costa de Alicante, los primeros nombres que suelen aparecer en las listas suelen ser Altea, Benidorm o Jávea, entre otros.

Unos municipios que tienen bien ganada su fama por su belleza y encanto mediterráneo. Sin embargo, entre estos grandes nombres se esconde un tesoro que, aunque más discreto, cautiva a todo aquel que lo descubre.

Ubicado en la comarca de la Marina Alta, Moraira destaca por sus entornos con mucho encanto que, si bien no tienen tanta fama como otras ciudades como Alicante, Torrevieja o Benidorm, enamora a quien la visita.

Un antiguo pueblo pesquero con alma

Y es que Moraira no presume, simplemente encanta. Lo que fue un pequeño puerto de pescadores ha sabido evolucionar sin perder su esencia. Sus calles blancas, su pequeño castillo vigilando la costa y su puerto deportivo, moderno pero en perfecta armonía con el entorno, dibujan un paisaje de postal que sorprende por su serenidad.

A diferencia de otros pueblos costeros, Moraira no está invadido por grandes cadenas hoteleras ni por la urbanización descontrolada. Aquí todo es a escala humana, con un ritmo pausado que invita a vivir despacio.

Calas escondidas y playas con alma

Uno de los grandes secretos de Moraira está en su costa. Más allá de la playa principal, L’Ampolla, se esconden calas de aguas cristalinas como El Portet, con forma de concha y rodeada de colinas verdes. Es un rincón perfecto para nadar, hacer snorkel o simplemente dejarse llevar por la belleza del Mediterráneo más puro.

La ruta de los acantilados es otro de los planes que enamoran. Un sendero costero entre pinos, mar y acantilados que regala vistas de ensueño en cada curva del camino.

Gastronomía con sabor a mar

La cocina de Moraira es un fiel reflejo de su identidad: sencilla, mediterránea y de calidad. Aquí el pescado llega directo de la lonja a la mesa. Restaurantes familiares conviven con propuestas más modernas, pero todos tienen algo en común: el producto local y el respeto por la tradición.

No puedes irte sin probar un buen arroz meloso de marisco o una fideuà mirando al mar.

Encanto sin masificación

Quizás lo más bonito de Moraira sea precisamente eso: que aún no ha sido descubierta por las masas. Se respira tranquilidad, incluso en temporada alta. Sus calles están cuidadas, pero sin artificios. No hay agobios, ni colas, ni ruido. Solo el sonido del mar, las campanas de la iglesia y las conversaciones pausadas en las terrazas.