Vicente Iborra, gerente del quiosco de Plaza San Antonio en Alicante

Vicente Iborra, gerente del quiosco de Plaza San Antonio en Alicante A.R.

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Vicente Ivorra, quiosquero en un barrio de Alicante: "Cuando ya no pueda más, echaré el cierre"

La digitalización, la falta de relevo generacional y la caída de ventas marcan el declive de un oficio que resiste en manos de unos pocos.

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Alicante
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Vicente Ivorra abre cada mañana su quiosco en la plaza de San Antonio como quien mantiene viva una tradición en peligro de extinción. Lleva 24 años al frente de uno de los pocos puntos de venta de prensa que quedan en Alicante. 

Comenzó en 2001, sin imaginar que acabaría dedicando más de dos décadas a un negocio que, reconoce, "no es rentable" y que sobrevive "por inercia y falta de alternativas".  

"Mi intención no era quedarme tanto tiempo, pero las circunstancias de la vida me encasquetaron aquí", explica con resignación. "Si me saliera otra cosa, lo dejaría", afirma.

Un quiosco con historia

El quiosco donde trabaja existía ya mucho antes de su llegada. De hecho, Ivorra conserva una fotografía fechada en 1949 en la que aparece el antiguo puesto, entonces regentado por otros y situado junto al convento de los franciscanos.

"Ese quiosquito ya estaba aquí, mucho más pequeño. La concesión se renovó en el año 2000, como hace el Ayuntamiento cada cierto tiempo", detalla mientras enseña orgulloso la imagen en blanco y negro que atestigua su historia.

Menos competencia y menos ventas

Ivorra ha visto cómo su profesión se transformaba radicalmente. Asegura que el golpe definitivo lo dio la pandemia: "Hasta entonces la gente que no sabía usar internet seguía viniendo. Pero con el confinamiento aprendieron, y desde entonces ya se manejan con la prensa online. Fue el punto final".

Vicente Ivorra, con la foto del quiosco en 1949.

Vicente Ivorra, con la foto del quiosco en 1949.

Mientras tantos negocios cuelgan en el escaparate carteles en busca de personal, Ivorra lo hace desesperado en busca de lectores que quieran llevarse alguna de sus revistas o periódicos. "Se buscan clientes, no es necesaria experiencia", se puede leer en un cartel apoyado en el cristal. 

"En 2001 había tres quioscos más a mi alrededor y, aun así, yo vendía tres o cuatro veces más que ahora estando solo", recuerda.

Hoy, la venta de prensa escrita ha dejado de ser el motor del negocio. La mayoría de los ingresos provienen de productos alternativos como lotería, bebidas, chicles o promociones puntuales de libros y cromos infantiles.

"La prensa en papel no es rentable. Hay que diversificar como se pueda, con la venta de otros productos como cromos, chucherías o algún libro, pero  no da para vivir", lamenta.

Un cliente envejecido

El perfil de sus clientes ha envejecido. La mayoría son personas mayores que conservan la costumbre de leer en papel.

"Los jóvenes ya se informan con el móvil. Este es un medio de comunicación obsoleto", afirma sin rodeos. "Está abocado a desaparecer, como los videoclubs o las casas de discos".

Su jornada empieza temprano y termina al mediodía. Abre todos los días del año salvo tres excepciones: Navidad, Año Nuevo y Sábado Santo.

"Estés bien o mal, tienes que estar al pie del cañón. Esto es así", dice con una mezcla de orgullo y cansancio.

"Esto se va a acabar"

Sobre el futuro del quiosco, no tiene muchas esperanzas: "A lo mejor me equivoco, pero esto se va a acabar. Me daría mucha pena, porque he vivido aquí muchos años, pero hay cosas que ya no tienen vuelta atrás".

"De momento sobrevivo, pero cuando ya no pueda más, echaré el cierre", afirma.

Los turistas que pasan por la plaza rara vez compran prensa. "Sí, te preguntan por dónde está una calle o compran un refresco, pero poco más", dice. Las revistas y los periódicos ya no están entre sus prioridades.

A pesar de todo, Vicente mantiene el puesto abierto, como un testigo de otra época que se resiste a apagarse. Con él, sobrevive también una parte del paisaje urbano y sentimental de la ciudad.

En la ciudad de Alicante quedan apenas una decena de quioscos abiertos, y algunos de estos espacios se reiventan. El Ayuntamiento impulsó hace poco dos nuevos quioscos en la ciudad de Alicante: el del parque Canalejas y el de la plaza Músico Óscar Tordera. Ambos con servicio de cafetería. 

Actualmente, Alicante también cuenta con 16 ciberquioscos distribuidos por los barrios de la ciudad, pero se trata de puntos de acceso a la sede electrónica del Consistorio para realizar trámites y gestiones municipales de forma rápida y sencilla.