Vistas al municipio de Táberna.
El pueblo de Alicante donde se come muy bien y nadie conoce: "Trato impecable y perfecto para alejarse de la ciudad"
Perdido entre montañas y curvas de carretera, es uno de esos pueblos que no aparecen en las guías más populares, pero que no deja indiferente a nadie.
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Lejos de las grandes ciudades, la provincia de Alicante también alberga pequeñas localidades con mucho encanto y con una oferta gastronómica que nada tiene que envidiarle a los restaurantes más prestigiosos y conocidos.
Municipios ubicados en lugares remotos donde el tiempo parece detenerse. En este sentido, son muchos en la provincia de Alicante.
Perdido entre montañas y curvas de carretera, Tárbena es uno de esos pueblos que no aparecen en las guías más populares, pero que quien lo descubre, no lo olvida. Está en el interior de Alicante, a medio camino entre el bullicio de la costa y la tranquilidad absoluta del valle. Y sí, aquí se come muy bien.
Tárbena no tiene playa, ni grandes monumentos, ni postureo. Lo que tiene es comida casera, aire puro y un silencio que se agradece.
Llegar ya es una experiencia: carreteras secundarias, vistas a los bancales, y un paisaje que cambia del secano al verde de la sierra. Al llegar, lo primero que sorprende es el tamaño del pueblo. Pequeño, muy pequeño. Pero justo ahí está su encanto.
Gastronomía sin prisas
Uno de los lugares más conocidos entre los que han estado es Can Pinet, un restaurante de toda la vida donde el trato es impecable.
En Google, son muchos los usuarios que han dejado 5 estrellas tras su paso por el local, calificando algunos la experiencia de "innolvidable" o incluso "trato impecable". Otros usuarios también destacan la peculiaridad de su ubicación "perfecta para desconectar de la ciudad".
Aquí, la carta no cambia mucho: arroz al horno, embutidos caseros, cocas mallorquinas y postres hechos por la abuela. Pero no hace falta que cambie. Lo hacen bien y lo saben. También está El Castell, un poco más moderno pero igual de honesto, con vistas al valle y productos locales.
Tárbena fue repoblada por mallorquines siglos atrás, y eso se nota en sus sabores. La sobrasada, por ejemplo, no es la típica que se encuentra en cualquier sitio de la península. Aquí tiene otro punto.
Perfecto para desconectar
Más allá de la comida, lo que se agradece en Tárbena es la tranquilidad. No hay ruidos, no hay prisas, y no hay agobios. Es un buen sitio para alejarse de la ciudad, pasar un fin de semana sin mirar el móvil y, sobre todo, comer bien sin pagar de más.
No hace falta mucho más. Un pueblo pequeño, buena comida, y la sensación de haber encontrado algo que los demás aún no conocen.