Vaya jaleo se traen en Vox Alicante. Sobre todo, en la Vega Baja, donde la dimisión del coordinador comarcal se ha sucedido de varias renuncias sonadas. Todos, de gente que en principio era afín a la dirigente autonómica Ana Vega y que ven que, como están las cosas en el partido de Santiago Abascal, las listas municipales van a ser impuestas a dedo. Y se supone que Ana Vega era la que tenía el dedo mágico. Pero ya no está Ortega Smith y el poder de Vega se escapa, o al menos eso dicen los suyos.

Las elecciones autonómicas y municipales de mayo de 2023 serán una prueba de fuego para el ala en la extrema derecha del escenario político español. Sucumbió Donald Trump en el escenario internacional y se pegó un porrazo Macarena Alona en las andaluzas. Y todo ello, sin que los de Abascal hayan logrado crear una estructura de partido mínimamente consistente. 

Es cierto que en Italia, Giorgia Meloni ha conseguido llegar a la Presidencia del Consejo de Ministros. Pero la extrema derecha italina es otra cosa y la fragmentación del sistema político allí nada tiene que ver con el español, donde los partidos mayoritarios siguen contando con casi la mitad de los apoyos del electorado.

Los comicios municipales y autonómicos requieren de muchos mimbres que unas elecciones generales. Tiene que haber candidatos de tirón, personas representativas en las listas, organización, campaña y un mensaje que dar a la ciudadanía. Y Vox no tiene dada de eso.

Echen un vistazo a los mensajes de Vox en las redes sociales. Están muy preocupados por la actualidad nacional, el "se rompe España". Pero cuando se trata de bajar al terreno, de hablar de las contratas públicas, de los impuestos, de la sanidad, de la educación o de la cultura, son un partido vacío esperando a ver cuál es la directriz que marcan sus líderes nacionales.

Vox solo puede pactar con el PP y su electorado no le perdonaría que no lo apoyase si la derecha puede quitar el Palau de la Generalitat o los ayuntamientos al Botánico. Pero al mismo tiempo son esclavos de su rancia ideología e intentarán imponer al PP políticas que no son aceptables para el común de la población, situada en el centro político.

La prueba misma está en el Ayuntamiento de Alicante: ¿Qué ha hecho Vox durante los últimos tres años y medio? Nada, jugar al gato y al ratón entre sus dos concejales, uno de ellos el marido de Ana Vega. ¿Qué van a hacer con los Presupuestos de 2023? ¿Darle alas a la izquierda e impedir a Barcala aprobarlos? ¿Y qué problema tiene Barcala en prorrogar las cuentas?  Vox hoy es un partido invisible. Ya veremos qué pasa a partir de mayo de 2023.