La Generalitat Valenciana aprobó este viernes el decreto para ampliar el denominado bono viaje a 2022, por el que subvencionarán con hasta 15 millones de euros las vacaciones de empadronados en la región. El programa cuenta con diferencias sustanciales respecto a la primera edición del año pasado, principalmente en los requisitos para acceder a la ayuda que dependerán, como ya adelantó El Español, del número de pernoctaciones.

Los detalles son los siguientes. Por un lado, el nuevo bono viaje valenciano tendrá dos periodos: del 17 de enero al 31 de mayo y del 19 de septiembre al 23 de diciembre. Podrán acceder a él todos los ciudadanos empadronados en la Comunidad Valenciana que lo soliciten hasta fin de existencias. Solo tendrán derecho a un bono por periodo, y tendrán que inscribirse de manera telemática en el portal que se ha creado con ese objetivo.

El importe máximo a financiar será 600 euros, como en la anterior edición, pero aquí viene la principal diferencia: no se pagará el 70% del importe del paquete, independientemente de las estancias. Tal como han reclamado los hoteleros, la cuantía de las ayudas dependerá del número de noches del usuario: un 50% (hasta un máximo de 400 euros) para quienes pasen entre dos y cuatro noches; y un 60%, con 600 euros de tope en el caso de cinco o más.

Este factor se ha puesto encima de la mesa para tratar de estirar todo lo posible la duración de las reservas, favorecer la desestacionalización de los destinos y evitar que haya una concentración de reservas. Los empresarios habían solicitado incluso una reducción del importe máximo a financiar, al considerar que eso haría que el bono llegase a más gente y se diversificase más. Finalmente, se ha optado por vincular los tramos altos al número de pernoctaciones.

La desestacionalización, clave

El programa de bono viaje valenciano llega en un momento muy complicado para el sector turístico. Como ha publicado El Español, el miedo a la variante ómicron, el retraso en la comercialización de viajes del Imserso y las nuevas restricciones a extranjeros (principalmente a británicos) han creado una tormenta perfecta que ha hundido las previsiones de ocupación en temporada baja.

En Benidorm, por ejemplo, se espera que menos de una veintena de hoteles queden abiertos en los próximos meses. Los apartamentos también han alertado de una oleada de cancelaciones, y dependen de la última hora para afrontar el final de año con alguna garantía de superar el 30% de ocupación.