
Joaquín y Javier Pérez en su tienda de Alicante.
Joaquín y Javier, una de las últimas familias relojeras de Alicante: "Ya no quedan expertos como los de antes"
Los Pérez continúan un legado de casi 80 años en el centro de la ciudad, donde los negocios cercanos están desapareciendo.
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En el pleno centro de Alicante, entre grandes superficies, franquicias y escaparates sin alma que cambian de dueño cada vez más a menudo, una familia relojera mantiene en su tienda el espíritu del negocio local propio de otro siglo.
Joaquín y Javier Pérez, padre e hijo, siguen un legado de cerca de 80 años de historia que destaca entre tantos escaparates y gigantes de cristal sin corazón por su trato cercano y por ser relojeros de verdad, una rara avis en la actualidad.
Javier es el encargado de Relojería Miralahora, tienda que ha absorbido todo el conocimiento de su padre y su abuelo Ángel, quien desde 1946 comenzó a vender joyería y relojes montado en una bicicleta.
El responsable del comercio explica que su abuelo "recorría el barrio de Santa Cruz (Alicante) con su bicicleta y un diario donde apuntaba cuántas pesetas le debían".
En 1962 abrió su primera tienda en El Campello, que destacaba por tener una castañera en la puerta, "la primera del pueblo", comenta Javier, a modo de atractivo para la clientela.
Tras tres tiendas en El Campello, dos en Alicante y una en Elche, en 2014 unificaron sus fuerzas en su tienda del centro, "forzados por el mercado".

Ángel Pérez en su tienda de El Campello. Cedida
Javier señala que le dio "pena" tomar la decisión; sin embargo, asegura que han combinado la tradición con la innovación de los nuevos tiempos.
"En Alicante las joyerías y relojerías tradicionales de toda la vida han ido desapareciendo", razona por su parte Joaquín. "Y solamente aquellos que hemos ido adaptándonos al momento, mejorando, cambiando nuestra imagen, haciendo acciones complementarias, son los que no solamente hemos conseguido mantenernos, sino posicionarnos".
Nueva era
De la tienda de madera con la que empezó el legado familiar ha quedado la pasión por el mundo que envuelve estas máquinas. Un mundo que ha pasado de los relojes de cuerda a los dispositivos inteligentes.
Sobre este cambio de tendencia, el experto explica que "la gente de entre 20 y 25 años sigue comprando relojes buenos tradicionales, y curiosamente son los mayores quienes optan por los smartwatches".
Para Javier, que se ha criado entre relojes y aprendió a desmontarlos y montarlos desde pequeño, no se pueden comparar. "Decían que iban a sustituir a los relojes tradicionales, pero nunca van a desaparecer porque te dan presencia, te visten y te dan estatus".

Relojería Miralahora.
La rápida evolución del sector ha hecho que tengan que dar el salto a la venta en línea, que representa ya un 40 % de sus ventas. Pero donde realmente disfrutan es en el mano a mano con el cliente que entra por la puerta de la tienda.
"En línea es más difícil fidelizar; es en persona cuando puedes hablar con el cliente, aconsejarle y recomendarle, pero siempre es él quien tiene que elegir. Hay un reloj para cada persona, si no habría uno para todo el mundo", sostiene.
Otro factor diferencial con otras grandes superficies es que son relojeros y arreglan las máquinas delante del cliente como si de una operación quirúrgica se tratara.
Ambos concuerdan en que hoy en día "ya no quedan expertos relojeros como antes", subraya Javier. Joaquín explica que los clientes se quedan mirando casi hipnotizados durante sus reparaciones, "no por controlarte, sino por curiosidad".
Tienda "para alicantinos"
El amor por su trabajo hace que se empapen de las características de sus piezas, que oscilan entre los 300 y 1.500 euros. En su tienda se han posicionado "para el alicantino", con piezas asequibles para quien quiera un buen producto sin dejarse una fortuna, y otros relojes de gran calidad al alcance de verdaderos amantes de la relojería o para clientes con mayor poder adquisitivo, pero sin irse a cifras desorbitadas.

Joaquín y Javier buscan "el alma" de los relojes.
Una de sus cualidades es acercar piezas exclusivas a los alicantinos. Ejemplo de ello fue la reciente presentación de tres ediciones limitadas de la marca Orient Star, incluyendo un reloj del que solo se han fabricado 120 unidades en todo el mundo, con tan solo dos en Europa y uno en España.
Como no podía ser de otra manera, cuentan con una colección familiar enorme de relojes Swatch, Seiko o Orient, entre otras marcas, "con un valor incalculable en lo emocional, más allá de su precio".
Estos relojeros buscan en sus propias muñecas piezas "que tengan alma", indica Javier, quien afirma que no llevan relojes muy lujosos, sino que buscan "el sentimiento, aunque sin olvidar su maquinaria y calidad".