Marisa Giménez, Rosana Cantó y Vicente Armengol, en la plaza Nueva de Alicante.

Marisa Giménez, Rosana Cantó y Vicente Armengol, en la plaza Nueva de Alicante.

Empresas

El sector de las bodas en Alicante celebra que aumentan un 10 % aunque con menos gasto

El efecto rebote de la pandemia que se tuvo en 2022 se alarga hasta 2023 con un mayor número de ceremonias, el sector LGTBI es el que más gasta.

6 marzo, 2023 06:20
Alicante

El ajetreo en el sector nupcial de la ciudad de Alicante no se para. Tras unos desastrosos 2020 y 2021 con bodas suspendiéndose o retrasándose, el efecto rebote dio lugar a un 2022 de récord. Y esa tendencia sigue incrementándose este 2023 hasta un 10 %, según explican los comerciantes especializados.

"Hay mucha boda y muchas ganas de casarse", cuenta Rosana Cantó. En su tienda de ropa de novias se reúnen tres representantes del sector para explicar cómo ven la situación. "El 22 fue muy bueno porque fue un récord de bodas después de los muchos retrasos y este 2023 también está un poquito por encima. Ya nos tocaba", valora.

Vicente Armengol, que se dedica a la ropa de novios desde Filant Ceremonia y Moda Hombre, coincide en que "este 2023 ha arrancado con muy buenas expectativas". Las llamadas y consultas en las diversas plataformas para reservar fechas entre todos los profesionales del sector lo corroboran. "Es un bombardeo tal que la previsión es fantástica", añade.   

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Esos datos tienen también otra cara. Y de aterrizarlos se encarga Marisa Giménez, de Orquídea Haus. "Ya no hablamos de bodas de doscientos invitados. En lugar de encargar diez centros, te piden cinco o menos. En el tema de decoración ha habido una restricción", concluye.

En esa línea, el portal especializado Bodas.net puntualiza que la media de invitados en la Comunidad Valenciana es superior en un 14,6 % a la estatal. Si aquí se plantean las celebraciones con 149 personas, en el resto de España están en las 130. En lo que sí se mantiene similar es en el presupuesto con que se cuenta para su organización. De los 20.500 euros en el país a los 20.694 que se destinan en la región.

Los dos años iniciales de la pandemia han sido claves de este cambio. En 2022 aún se mantuvieron las limitaciones de aforo en el primer trimestre y eso se nota al plantear la gran fiesta cuando "antes había menos miedo de poner una boda por todo lo alto", como apunta Giménez. Es ahora cuando los encargos empiezan a despuntar, añade.

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Cantó y Armengol también coinciden en ese sentido. La primera señala que las novias llegan con "un presupuesto más reducido". "Las ganas se tienen", explica, "pero ahora no me gasto 3.500 euros en un vestido, si son de 2.000 es ideal porque primero tenemos que comer", dice sobre los mensajes que les transmiten. En el segundo caso, lo nota en que le llegan encargos de novios más limitados a los complementos.

En el caso de las flores y decoración, Giménez también apunta otra tendencia: el menor tiempo para su preparación. "A mí me vienen con un día o el día antes", asegura. Y lo peor, continúa, es que "no te dicen que es el ramo de novia porque piensan que les va a meter una púa". Lo que sucede, eso sí, es que cuando se ponen empiezan a ver que realmente lo que necesitan es uno preparado conforme lo que se espera de un ramo.

"No se programa con tanta antelación un proyecto de boda", cuenta la responsable de Orquídea Haus. "Lo que no le entra a la gente es el trabajo que hay detrás, no es una flor y punto porque tiene su conocimiento", agrega.

En esa línea aunque no con los mismos plazos lo ven desde la moda. "No lo ven con tanto tiempo de antelación", tercia Rosana Cantó, que apunta a una razón para ello. Las clientas piensan "que llegan tarde y encuentran ofertas". Pero no. El problema, tanto par ellas como para ellos está en los tiempos que se necesitan para ajustarlos, de seis a nueve meses. El responsable de Filant reconoce que el año pasado "las pasamos canutas por ese motivo", de ahí que pida que los novios "no se columpien".

El aumento en LGTBI

La reducción en los presupuestos que se manejan se está compensando en cifras de negocio con el mencionado aumento en el número de ceremonias. Pero donde creen que no hay esas mismas restricciones es en el sector LGTBI. Giménez cree que "se han volcado más que las tradicionales: se sienten más libres y está más normalizado".

Armengol y Cantó estiman que estas parejas representan un 10 % de las peticiones que atienden. Con ellas, además, ven que suelen compartir la misma tienda para elegir el traje que lucirán. "Es un perfil que nos interesa a todos porque de una haces dos", resume Cantó. Y con ellas llega también el lenguaje inclusivo ya que ahora no presuponen quién será el que les dé el sí quiero, "ahora se habla de pareja".