Cada alicantino recibirá -metafóricamente, claro,- 177 euros de inversión durante 2022, lo que deja a la provincia a la cola en inversión per cápita de España, muy lejos de la media nacional. La provincia recibirá 183 millones (1,4% nacional), y lo que es más grave, sólo un 15 % de las inversiones previstas para toda la Comunidad Valenciana (1.208,61 millones).

Pero que no se preocupen los alicantinos. Lo que Pedro Sánchez nos quita, Ximo Puig nos lo devolverá. O al menos eso dice el presidente de la Generalitat. Para el presidente autonómico, también de los alicantinos (se supone), estos presupuestos son "un paso adelante" y "van en el camino correcto"

De hecho, el barón socialista no habla de los 1.208 millones de euros que aparecen en los presupuestos. Habla de "casi 1.600 millones de euros" porque incluye también 300 millones que por obra y gracia de su magnanimidad se inyectarán en Alicante por parte de la Generalitat procedentes de los Fondos Europeos de Recuperación.

Mientras cortaba naranjas en Picassent, a Puig se le ocurrió que el único modo de no quedar en entredicho después de que su jefe Sánchez diese la puntilla a la recuperación alicantina, era echar mano del dinero europeo para movilidad y sostenibilidad. Unos fondos que también ha prometido para su Plan Vega Ren-hace o para cualquier cosa que no cuadre en sus cuentas.

Cada vez que voy al aeropuerto y sufro el colapso o mal estado de los accesos de unas instalaciones que son punteras en la recepción de turistas en el ámbito nacional, siempre pienso cómo cada año quedan retratadas en los presupuestos. Y por cierto, no es una obra que pueda decirse que sea "movilidad sostenible" ya que hablamos de coches y aviones.

Pues bien. Llámenme malpensado, pero para mí este tipo de promesas me huelen a electoralismo barato. Me imagino como en la cabeza del presidente autonómico, entre naranja cortada y echada al capazo, se produce una sinapsis entre neuronas y "¡eureka!", aparece el argumento perfecto: "lo que Madrid (Sánchez) le quita a los alicantinos, se lo doy yo". 

Hasta ahí, todo perfecto. Punto para Puig en su pugna con Mazón. "¿No veis como si defiendo los intereses de la provincia de Alicante, que sois muy pesados los del sur con el agua y las inversiones?". Pero alguien le podría contestar: "Sr. Puig, que esos 300 millones son para inversiones muy concretas que luego hay que justificar, que no las puede dedicar a lo que usted quiera, y mucho menos sólo a una de las tres provincias".

Además, resulta curioso que Puig hable de repartir millones en tres cifras con tanta alegría y que al tiempo lleve años en una batalla constante contra la Diputación de Alicante por tan sólo 14 millones anuales: el dinero que no se gasta en competencias impropias derivadas a la administración provincial y que sin embargo quiere que esta misma institución aporte a su plan de financiación municipal. Incluso quiere hacer una ley. Otro gasto.