Pablo Aguado fue arrollado por el quinto.

Pablo Aguado fue arrollado por el quinto. Juan Pelegrín Las-ventas.com

Toros Feria de Otoño

El gusto y el milagro de Pablo Aguado

El novillero sevillano toreó bien al único utrero de Joselito que se movió y sufrió una paliza fenomenal al recibir de rodillas en los medios al quinto. Firme Venegas con un jabonero que desarrolló sentido y asentado Serna sin suerte.

29 septiembre, 2016 20:54

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Con la novillada de Joselito arrancó la Feria de Otoño de la despedida de Taurodelta. El adiós más triste, ridículo y torpe, por la gatera de la puerta de atrás. Sin fiesta de despedida. Goleados. La sombra de Baillères se cierne desde el otro lado del charco como un Sauron enfadado: se equivocó de socio. Otra vez será. En este escenario de decadencia asumida, la plaza espera al nuevo gestor.

Pablo Aguado se plantó en los medios de rodillas cumplidas casi las dos horas. Una forma extraña de agarrar la porta gayola. En realidad de soltarla. Toda la distancia para el novillo, para señalar y lanzarse al objetivo. Lanzó el capote al viento y pasó el de El Tajo. Se esquivaron en una nebulosa. Otra vez al suelo. Ahí no hubo tanta suerte. Se echó encima del lance el novillo y derribó al sevillano, que intentó quitarse desde el suelo. La presa aleteaba pero desde arriba llegó la rapaz. Lo golpeó en el pecho, pateó las costillas y la cara, y con los pitones lo deshizo de humanidad desmadejándolo durante algunos metros en el suelo, trasteándolo como si fuera un ovillo. Cada golpe un ay colectivo.

Se zafó Aguado de las asistencias sin ni siquiera ser duchado por el ayuda, novedad en este tipo de sucesos, y volvió a la arena gimnásticamente. Una revolución para el público, que lo había visto sacudido y derrotado en el suelo. Les brindó el toro. Por abajo respondió a su oponente. Obligación para imponerse. Dos muletazos rodilla en tierra con prestancia. Volvieron los oles. La faena tuvo arrebato. Quería Aguado empujar al toro mas no respondía. Pocos pasajes ligados. Algunos corridos. Encajada la paliza, la inercia del trance se fue perdiendo. De uno en uno trató de exprimirlo. El novillo agarrado respondía a 10.000 revoluciones y sin salirse de la muleta, un poco por dentro. Descompuesto por arriba. Roto, Aguado tuvo que despojarse de la chaquetilla. En el cuello deshilachado el dorado como marca de la no tragedia. Se fue detrás de la espada machacado de arriba abajo. Pasó a la enfermería por su propio pie.

Antes, en su primer turno, se estiró con buenas maneras a la verónica. Lidió con sentido al segundo hasta que fue devuelto. Una chicuelina se quedó plantada a mitad de quite. Con el sobrero, un novillo fuerte, rematado para ser toro en provincias, que cumplía los cuatro años en diciembre, el recibo tuvo más ritmo, toreó más despacio, ganando en calidad a medida que avanzaba. La media se quedó hecha jirones, dejando el nuevo saludo inconcluso. Sí pudo rellenar las chicuelinas esta vez.

El torete embestía con transmisión. A saltos. La primera tanda de derechazos surgió natural. Corría la muleta relajado Pablo Aguado. Un muletazo se encendió sin afectación. La mano que no toreaba caía ausente sobre la cadera. Por la derecha todo, en la siguiente serie tiró más del novillo. Le vino bien el viaje en línea recta. Se vaciaba sin embargo el depósito. Más corto ya, al natural no fue lo mismo. Los hubo buenos sobre el desfondado utrero. Volvió al lado del principio y cerró la composición por ayudados muy toreros: el del desprecio embruteció de repente el ole, gutural. La espada cayó trasera y tendida. El banderillero levantó al novillo y el público volvió a sentarse. El aviso sonó en la muerte viva del bicho. Aguado saludo una fuerte ovación.

Rafael Serna cruzó el ruedo a pie en busca del doctor Padrós. Volvía a Las Ventas después del tabaco en el inicio del verano. Parece que han pasado años de aquello. Le brindó al cirujano la muerte para celebrar la vida. Una síntesis de la corrida en ese abrazo. Me disculpan la 'cultorada'. El jabonero tuvo dos fases. En la primera lo atenazaba el escaso poder y en la segunda le fallaron los remos, asqueado de embestir. Se puso por las dos manos Serna, bien colocado y asentado en la media distancia. No pudo hacer mucho más.

Vaya trapío el del sexto, amigo. Del morrillo a la culata, un hombre. 502 kilos. Hecho. Algo abierto de cara. Ojo de perdiz y bocidorado dentro del conjunto castaño. Más toro que el sobrero. Por unas cosas o por otras, le dio la vuelta al caballo y empujó por la zona desprotegida. Un monosabio saltó al ruedo a colear al toro con profesionales al lado. Tierna la extralimitación. En el 7 tomaron eso como una profanación. Una almohadilla alcanzó el platillo en busca del operario. Todo tan desproporcionado que ellos mismos caen en lo que los rebela. El utrero zambombo se defendió hasta aburrirse. Serna estrelló sus ganas contra él.

'Novelero' se llamó el cuarto. La expresión envejecida, igual que los chavales repetidores. El malote de la clase. No apoyaba bien. Venegas, venezolano, abrió la larga cambiada y en un centímetro ligó otra sin desbordarse. La gente respondió. 'Novelero' apoyaba mal, tan alto y con esas arrugas en el cuello. Jabonero sucio, que todo se ve más. Levantó protestas. Ah, Madrid cuando grita. Se le cuidó tanto en el segundo puyazo que tuvo que entrar otra vez. Las cosas de las cosas.

De rodillas comenzó la faena Venegas. Unos cuantos muletazos en el tercio engendraron pasiones que se marchitaron de pie. El utrero no decía mucho. Fue endureciéndose conforme avanzó la faena. Descompuesto por el lado izquierdo, Venegas respondió con firmeza. Hubo limpieza. Ahí crecía el venezolano. Aguantó miradas y parones por cada pitón, vuelto el toro definitivamente en su condición. Un pase cambiado alteró el pulso y hubo vértigo en las luquecinas. Amarró la faena volcado en el morrillo.

Se le paró en seguida el otro novillo de La Reina, el primero de la tarde. Al castañín le faltaba casta para arrancar y tirar. Los naturales del sacacorchos, de uno en uno arrastrándole a embestir, fueron compactos.

EL TAJO Y LA REINA/ Manolo Venegas, Pablo Aguado y Rafael Serna

Monumental de las Ventas. Jueves, 30 de septiembre de 2016. Primera de feria. Menos de media entrada. Toros de El Tajo, 2º bis con transmisión y sin fondo, de contado poder el 3º, 5º agarrado, 6º se defendió sin casta, y La Reina, 1º descastado y con sentido el 4º.

Manolo Venegas, de corinto y oro. Espadazo algo atravesado y trasero (silencio). En el cuarto, estocada casi entera muy agarrada (saludos).

Pablo Aguado, de verde botella y oro. Estocada trasera y tendida. Aviso (saludos). En el quinto, estocada trasera. Aviso (saludos).

Rafael Serna, de gris marengo y oro. Pinchazo y estocada (silencio). En el sexto, metisaca, pinchazo caído. Varios descabellos (silencio).

Parte médico Pablo Aguado

Traumatismo facial con hematoma en región malar izquierda, puntazo en la cara posterior de parrilla costal derecha y poli contusiones. Pendiente de estudio radiológico. Pronóstico reservado.