Momento en el que Rubén Pinar sufre dos cornadas graves.

Momento en el que Rubén Pinar sufre dos cornadas graves. Juan Pelegrín Las-ventas.com

Toros

Los tres por encima de una corrida de pesadilla

Rubén Pinar, Alberto Lamelas y Sergio Serrano lidiaron cuatro toros horribles de Conde de la Maza. El de Albacete acabó en la enfermería por dos heridas en ambas piernas.

25 septiembre, 2016 23:33

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Se abrió el portón de chiqueros y se escurrió por ahí 'Draculero'. Hasta el nombre daba miedo. Vaya expresión. La leche. Negro entrepelado, paletón y largo. La mirada daba para un thriller. Ojalá lo hubiera visto Doctorow. Muy feo, la primera vuelta a la plaza levantó las protestas. La mecha prendió rápida en el 7. Un tendido repleto de turistas asiáticos se estremeció con el trote. Sergio Serrano iba a confirmar en Madrid su alternativa con una pesadilla. El bicharraco lanzó su media tonelada contra el caballo. A todo meter. Terminó derribando. Serrano hizo un alegre quite por chicuelinas. No decía nada el toro.

Recibió los trastos de Rubén Pinar. Los dos paisanos se fundieron en un abrazo. Y brindó la faena a alguien en el callejón. El celo era una utopía en 'Draculero'. Insulso. Los doblones de Sergio Serrano lo amarraron por abajo. Y llegó el primer desarme en un lance corrido. Habría varios más. Cogerle la velocidad al toro era complicado. Si no hacía presa desistía. Si enganchaba la muleta sacaba rabia. No valía nada. El manchego trató de hacer las cosas bien y logró tres naturales de buen trazo en las rayas. No sé sabe por qué paró. Cruzado, de uno en uno, no alcanzaría otra vez esa conjunción. 'Draculero' espantaba aún arrastrado.

Fue el primero de los cuatro de Conde de la Maza. Cuatro toros horribles por dentro: un casting de incertidumbre. Volaban las miradas. Tan frenados. Los dos astifinísimos de El Risco fueron devueltos por inválidos. El baile de corrales es lo más asumido que tiene Madrid.

Rubén Pinar llegaba lanzado de Albacete. El paso de la feria dio ambiente al cartel; sus seis orejas, vaya. Era un buen día para rematar aquel triunfo y coger posiciones. Una especie de Q3. Pero claro, imposible. Al menos la sensación de solvencia no decayó.

En su primero, 'Milanero', otra cosita, cuidó cualquier movimiento. No había resquicio. El toro salió lanzado, hecho una bola de fuego negra, descolgado. Un galope de trinchera, a la búsqueda. Resultó un buey. Rubén Pinar se dobló con él. La obligación no pulió ni un defecto. Mantuvo siempre los cabezazos, tan desagradable todo. Los derrotes no alcanzaron la tela. Pinar puso temple a esa manera horrible de desplazarse. Bien puesta la muleta, colocado y asentado. Quizá se pasó de tiempo. Pinchó tres veces. Silencio.

El quinto era un torazo. Dos pitones como colmillos de marfil. Larguísimos. Enorme por delante, badana y cabeza monstruosas. Qué zambombo. Rozaba los cinco años. Tenía como un muelle en el cuello, perseguía la muleta con elasticidad. Acabó frenado. Oscilaba sin acudir al engaño. Aguantó Pinar, que le buscó las vueltas. La mole, pariente del hipopótamo, lo agarró en un desplante: apenas tuvo que esforzarse para colgar de la pierna a Pinar como si fuese una grúa en Irán. Caló el pitón, delante y detrás. Cojeaba el matador. Un espadazo agarrado y un descabello acabaron con la bestia. El público reconoció el esfuerzo y aplaudió al de Albacete mientras cruzaba el ruedo camino de la enfermería.

Lamelas pasó un mal rato. Forjado en la Francia dura, su lote fue un trago de cicuta. Hizo un esfuerzo con el tercero, que quiso saltar al callejón. Casi lo consigue. Una niña abandonó una barrera del cinco a la carrera, huyendo escaleras arriba. A Lamelas algunas veces se le vio desconfiado. Normal. Al natural hubo buenos momentos. Los primeros muletazos fueron siempre mejores. Después volvía el toro como apoyando en aros en el suelo. Vaya esfuerzo. Abrió el armario y sólo había monstruos.

El sobrero de El Cortijillo tuvo también guasa. Orientado, pendiente del torero, no se destapó hasta que vio la muleta. La faena estuvo siempre en el hilo. El alambre. Un suicidio en cada embroque. Trastabillaron y le pasó por encima, un atropello de 529 kilos. Rozó la cara. Se vino arriba en el miedo Lamelas, espoleado por ese mal estar. Qué rato más regulero.

Con la tarde ya hundida, salió el segundo sobrero. De Conde de Cabral. Bajaba del resto, en el límite de trapío, y la comparación lo dejaba en nada. 'Caldereta'. El recibo de capote fue lo más celebrado de la tarde. Todos felices por fin. Cuando cogió la muleta la gente aplaudió sin razón, dando ánimo, como si se hubiera acercado a rematar un córner. Iba para un toro. Toreó despacio con la derecha. Se desinflaba 'Caldereta'. No humillaba. Serrano tuvo la serenidad suficiente para no darle importancia al viaje sin entrega, con la cara por la barriga. Se atascó con el descabello.

CONDE DE LA MAZA/ Rubén Pinar, Alberto Lamelas y Sergio Serrano

Plaza de toros de las Ventas. Domingo, 25 de septiembre de 2016. Dos tercios de entrada. Toros de Conde de la Maza 1º sin celo, descompuesto el 2º, con peligro el 3º, orientado el mulo 4º, un 5º bis de El Cortijillo frenado y peligroso y no humilló el 6º bis de Conde de Cabral.

Rubén Pinar, de berenjena y oro. Pinchazo arriba, pinchazo y pinchazo hondo delantero (silencio). En el cuarto, estocada agarrada. Un descabello (saludos).

Alberto Lamelas, de blanco y oro. Espadazo bajo. Aviso (saludos). En el quinto, estocada en los blandos (saludos).

Sergio Serrano, de de tabaco y oro. En el de la confirmación, pinchazo bajo, pinchazo arriba, pinchazo hondo delantero. Aviso (palmas). En el sexto, media estocada algo caída. Varios descabellos (saludos).

PARTE MÉDICO

Dos heridas por asta de toro: "una en tercio inferior de la cara posterior del muslo derecho con trayectoria ascendente de 15 centímetros. Otra en el tercio inferior de la cara anterior de la pierna izquierda de 10. Pronóstico grave".