La Macroencuesta 2021 que EL ESPAÑOL publicará a partir de hoy 1 de enero y durante los próximos diez días pulsa la opinión de los ciudadanos españoles sobre asuntos como la gestión de la epidemia, la crisis económica, Marruecos, la confianza en la oposición o el reparto de los fondos de la UE.
La primera entrega del sondeo confirma la existencia de dos bloques antagónicos en la sociedad española, uno optimista y otro pesimista sobre el futuro de su economía personal y la gestión de la crisis por parte del Gobierno.
Paradójicamente, la noticia de que 2020 ha sido el sexto peor año de la historia del IBEX, junto con la de que este ha perdido 70.160 millones de euros a raíz de la pandemia, le da la razón a los primeros. Porque difícilmente 2021 podrá ser peor que ese 2020 que dejamos atrás hace apenas unas horas.
Mejora agridulce
Preguntados por cómo creen que será su situación económica en 2021, el 75,5% de los votantes del PSOE opina que esta seguirá igual que en 2020 o que mejorará. En el caso de Podemos, ese porcentaje es del 70,4%.
Sólo el 24,1% de los socialistas, un porcentaje idéntico al de los simpatizantes de Podemos, cree que 2021 será peor para ellos en el terreno económico.
La situación es completamente distinta en el bloque de la derecha y el centroderecha. El 54,2% de los votantes del PP, el 58,8% de los de Vox y el 37,2% de los de Ciudadanos cree que su situación económica personal empeorará en 2021. El porcentaje de votantes de PP y Vox que cree que su situación personal mejorará es casi irrelevante.
Globalmente, el 41,2% de los españoles cree que su situación económica personal empeorará. El 39,5% cree que seguirá igual. Sólo el 16,5% opina que mejorará respecto a 2020.
La percepción mayoritaria de los españoles es, en resumen, la de que la economía tardará en remontar el vuelo. O dicho de otra manera, que cualquier mejora puntual será sólo una recuperación parcial de todo lo que la economía perdió en 2020.
Mejorar el 2020 será, en definitiva, fácil. Aunque sólo sea porque empeorarlo es casi imposible. Cosa diferente es que esa mejora llegue a tiempo o sea suficiente para muchos españoles.
Pesimistas de derechas
Es lógico suponer que tamaña disparidad entre optimistas de izquierdas y pesimistas de derechas no puede deberse única y exclusivamente a las mayores o menores simpatías que los votantes de cada uno de esos partidos tenga en la coalición de gobierno.
Es razonable imaginar que los distintos porcentajes reflejan, al menos en parte, la distinta composición sociológica de los votantes de PSOE/Podemos y de PP/Vox/Ciudadanos. Funcionarios, clase alta, trabajadores manuales cualificados, asalariados con contrato fijo y receptores de ayudas por un lado; profesionales liberales, autónomos, parados, comerciantes y clase media por el otro.
Simplificando casi hasta la caricatura, la situación se puede resumir con la idea de que aquellos que dependen del Estado o que prosperan a su vera confían mucho más en el futuro que aquellos que dependen casi exclusivamente de la fortaleza de un sector privado que ha sido golpeado de forma extraordinariamente dura por la crisis.
Fondos clientelares
En próximas entregas de la Macroencuesta 2021 de EL ESPAÑOL se comprobará cómo esa confianza en el futuro de los optimistas es proporcional al porcentaje de españoles que creen que los fondos del rescate europeo serán repartidos de acuerdo a criterios objetivos en vez de en función de criterios clientelares.
Las diferencias también son abismales entre aquellos que creen que la gestión económica del Gobierno a lo largo del último año ha sido buena o muy buena (seis de cada diez votantes del PSOE y casi siete de cada diez de Podemos) y aquellos que creen que ha sido mala o muy mala: el 95,5% de los votantes del PP, el 97,3% de los de Vox y el 84,5% de los de Ciudadanos.
El caladero abstencionista
Un dato que suele pasar desapercibido ha llamado la atención en la redacción de EL ESPAÑOL. Es la opinión de los abstencionistas, sincronizada a la perfección con el pesimismo de la derecha y el centroderecha, y totalmente opuesta al optimismo de los votantes de PSOE y Podemos.
Dicho de otra manera. El caladero abstencionista es, al menos en potencia, una auténtica mina de oro para PP, Vox y Ciudadanos.
En un escenario altamente polarizado como el actual, y donde la diferencia la marca muchas veces el capricho de los pequeños partidos nacionalistas, siempre a cambio de concesiones muy dañinas para la estabilidad política y social del país, los abstencionistas se confirman como un ejército de reserva en la sombra que podría sacudir el statu quo demoscópico español.
Urge averiguar por qué no votan aquellos que no votan y actuar en consecuencia. La solución a la parálisis actual podría estar, al menos parcialmente, en sus manos.