Al final, y contra todo pronóstico, ni el caso Gürtel ni el de las tarjetas black le pasarán factura a Rajoy. El calendario político y judicial le habían deparado una combinación explosiva: la cuenta atrás para la investidura le obligaba a buscar apoyos a la desesperada en un momento en el que Rodrigo Rato y Francisco Correa estarían siendo juzgados en sendos banquillos de la Audiencia Nacional por corrupción, y con ellos, decenas de procesados y toda una etapa negra del PP.

Si hay que hacer caso a Feijóo, la corrupción le ha hecho perder a su partido "tres millones de votos", pero es posible que ahí se haya detenido la sangría. Lo cierto es que el estallido de la crisis del PSOE ha provocado que los inicios de las vistas por los desmanes en Caja Madrid y Bankia, y por las tropelías en las administraciones que el PP gobernaba con mayoría absoluta en los primeros años 2000, hayan pasado a un segundo plano.

Ver este martes al grupo parlamentario socialista roto, con su portavoz y con Pedro Sánchez ausentes, pronunciándose en contra de ir a terceras elecciones y, por tanto, a favor -siquiera indirectamente- de abstenerse ante la posible investidura de Rajoy, lo dice todo. Ni en el mejor de sus sueños Rajoy podía haber pensado que al tiempo que la Audiencia Nacional empezaba a juzgar la mayor trama de corrupción de la historia de España vinculada a un partido político, el PSOE reconocería por boca de un presidente de gestora (Javier Fernández) que el PP "obtendría la mayoría" en el caso de que hubiera terceras elecciones

Habrá más juicios

Es verdad que estos juicios van a permitir determinar las irregularidades cometidas durante años por destacados cargos del PP, desde alcaldes a consejeros autonómicos, y se constatará también cómo manejaban las finanzas los gerentes y tesoreros del partido, que nutrían las arcas y sus bolsillos gracias al amaño de contratos públicos. También es verdad que a estos procesos les seguirán otros: hay otras piezas separadas de Gürtel, y están los casos Taula y Púnica. Sin embargo, no es previsible ya que tanta inmundicia pueda sepultar a Rajoy.

No deja de ser llamativo que ese líder que hoy surfea la ola de corrupción de su partido -en buena medida gracias a la torpeza del PSOE- fuera vicesecretario del PP, secretario general o presidente cuando ocurrieron las tropelías que van a sustanciarse en los juzgados. Queda claro que algo falla en España.