La guerra sin precedentes que se ha desatado en el PSOE para conmoción no sólo ya de muchos militantes y votantes socialistas sino para millones de españoles que nunca habían visto algo igual continúa escribiendo nuevos capítulos. La ejecutiva del partido, que según los estatutos ya debería haberse disuelto tras la dimisión en bloque de 17 de sus miembros, publicó este jueves un comunicado en el que muestra su disposición a negociar la fecha del congreso extraordinario, anunciado para noviembre.

Ahora bien, esa nota de la dirección en la que Sánchez se dice "abierto al consenso" para modificar el calendario y posponer así el congreso, es taxativa a la hora de afirmar que no está prevista "en ningún caso" la "disolución de la Comisión Ejecutiva Federal".

Ilustración: Tomás Serrano

Sin embargo, el propio cuestionamiento de la vigencia de la dirección, ha llevado a la presidenta del Comité Federal, Verónica Pérez, a proclamarse públicamente "única autoridad del PSOE", con tan poco efecto que sólo consiguió permanecer dos horas en el vestíbulo de Ferraz sin ser recibida por ninguno de sus supuestos subordinados, y sin que ni siquiera se le pusiera al teléfono la presidenta de la Comisión de Garantías. Así de patética es hoy la situación en el PSOE.

Mensaje de Susana Díaz

Es precisamente ese choque de legitimidades lo que ha llevado a los disidentes a exigir que se reúna la Comisión de Garantías, encargada de interpretar los estatutos del partido en caso de conflicto. Hay que decir en su favor que si este órgano ha tenido alguna vez motivos para reunirse en los 137 años de historia del PSOE es precisamente ahora. Sánchez, que se sabe en minoría en esa comisión, se niega a convocarla, y el asunto puede acabar en los tribunales, para mayor bochorno.

Tres de los cinco miembros de la Comisión de Garantías, afines a los críticos, han dado un ultimátum a la presidenta Isabel Celaa, próxima a Pedro Sánchez: si antes de las dos de la tarde no convoca una reunión harán público un dictamen por su cuenta. Sería otro paso tremendo en la escalada de ruptura de la legalidad en el partido y todo podría llevar al caos de que mañana tuviera que dirimirse poco menos que por la fuerza el lugar debe ocupar cada uno en el estrado del Comité Federal. La Comisión debe reunirse pues de manera inmediata para cumplir con la letra y espíritu de los estatutos del PSOE y evitar males mayores.

En la intervención más esperada desde que comenzó la crisis, Susana Díaz realizó un discurso muy medido. Ante la cúpula del PSOE andaluz, convocada para valorar los últimos acontecimientos, lanzó dos mensajes: uno de tranquilidad y de confianza en el futuro -absolutamente necesario en las actuales circunstancias- y otro duro, en respuesta a los ataques de Sánchez, pero sin mencionar expresamente al secretario general y evitando darle una patada al tablero. Es una postura inteligente que le permite consolidarse como alternativa sin salpicarse del barro que está generando la refriega.

Solicitud de gestora

La líder andaluza defendió a Felipe González y a Zapatero, dijo que no hay "bandos" en el partido ni "socialistas de derechas", responsabilizó a Sánchez de haber convertido al PSOE en un partido "perdedor", le acusó de anteponer sus "intereses personales" a los de España y le afeó su "aventurerismo" por buscar alianzas con Podemos y con los independentistas. Dicho por quien tiene todos los pronunciamientos favorables para suceder al dirigente madrileño, no es poco decir. 

Ante el desconcierto general, y a la espera de una más que probable derrota de Sánchez el sábado en el Comité Federal, se han producido algunas concentraciones de militantes frente a sedes locales, como en el caso de Valencia. Mucho más sensata es la propuesta que hoy hace en EL ESPAÑOL Víctor Gómez Frías, que solicita la creación de una gestora de altura dirigida por los dos ex secretarios generales que han sido presidentes del Gobierno: Felipe González y Zapatero.

Si algo ya ha quedado claro a estas alturas es que el incendio del PSOE no debe seguir fuera de control más allá de este sábado. Si Sánchez es desautorizado de nuevo, tiene que asumir su responsabilidad y marcharse. Si logra que triunfen sus tesis, habrán de cerrarse acuerdos para devolver la estabilidad al partido hasta la convocatoria de un congreso que, visto lo visto, debería de ser de refundación.