En Cataluña había un conflicto enquistado entre dos partes. Una reclamaba su derecho a decidir. La otra aplicaba la ley del Estado imperialista.
Así no había quien se pusiese de acuerdo.
Hacía falta un rey Salomón que solucionase con magnanimidad el problema. Pedro 'Salomón' Sánchez lo hizo. Compareció ante su ejecutiva y desveló la clave del fin del proceso catalán. Explicó que "el perdón tiene un efecto sanador". Sánchez ha solucionado con el perdón lo que la extrema derecha no pudo hacer con la ley.
No perdona el que quiere, sino el que puede. Para perdonar hay que ser extremadamente poderoso. Como un rey bíblico, esos seres que con una mano tocaban el cielo y con la otra gobernaban a los hombres.
Para perdonar delitos hay que haber heredado un poder absoluto. Por eso los jueces no perdonan. Porque no pueden, no porque no quieran.
Podían perdonar delitos David, Pilatos, César, Napoleón o Franco. Pero yo no puedo. Sólo puede el que se sitúa por encima de la ley, de los tribunales y del orden público. El poder más absoluto es el del perdón.
Y Sánchez lo ha usado y nos ha explicado su efecto sanador. Sánchez ha descubierto el poder taumatúrgico de los monarcas medievales. Puede curar cuerpos enfermos con su cetro y cubierto con su manto de armiño.
Primero los indultos, luego la malversación y la sedición, y por último la amnistía. Todo queda perdonado en la política de la distensión y el reencuentro.
¿Pero se nota el efecto sanador de tales gracias?
Sí, Sánchez tiene razón. Claro que se nota.
Se nota en Salvador Illa, que goza de mejor salud que cuando se fue del Ministerio de Sanidad. A Carles Puigdemont se le ve con mejor color de piel que cuando estaba dentro del maletero del coche. Se ve bien a Aliança Catalana y a Junts. Se les ve con ganas de comer, con apetito.
Y al independentismo se le ve tan fuerte como la garrapata pegada al perro. Un parásito es tan fuerte como el cuerpo que parasita, y cuanto mayor sea la tensión separatista, mayor es la salud del bicho. Esta es la ley parasitaria del nacionalismo en España.
O sea, que sí. El perdón está teniendo un efecto sanador para algunos.
Y ahora que Sanchez ha descubierto el poder taumatúrgico de los reyes, y que dispone del perdón como remedio a los males de España, ¿lo usará para sanar a todos los que han sido heridos por el camino?
Sería sabio que se dispusiese a perdonar a los jueces, a todos los fascistas que habitamos la fachosfera y que estamos arrinconados, a la prensa que publica noticias falsas, a los catalanes que creían en el constitucionalismo, a las asociaciones de jueces y fiscales, a la Comisión de Venecia, a tantos socialistas a los que no les convence la amnistía, a sus adversarios en el Congreso de los Diputados y a todos los españoles que han quedado a la sombra del otro lado del muro.
¡Qué bueno sería que Pedro 'Salomón' Sánchez nos perdonase a todos!
¿Pero habrá perdón para tanto daño?