Niños refugiados en Al-Hol.

Niños refugiados en Al-Hol. Goran Tomasevic Reuters

Asia

EEUU planea disminuir la radicalización en Siria con "la mayor repatriación de ciudadanos americanos"

Los campamentos de refugiados son un campo de cultivo para el yihadismo, ya que en ellos conviven víctimas de la guerra con exmilitantes de ISIS.

10 mayo, 2024 02:47

Una familia de diez personas ha sido repatriada de Siria a Estados Unidos después de vivir durante años en campos para refugiados y familiares de militantes del Estado Islámico en el este del país. El traslado de los Salman –que llevan consigo a dos niños de siete y nueve años– no es un caso aislado, y forma parte de un programa del Departamento de Estado norteamericano y de otros países como Canadá, Finlandia u Holanda.

El plan surge de la preocupación por que los campamentos de refugiados sean un campo de cultivo para el yihadismo y la radicalización islamista. El secretario de Estado, Antony Blinken, ha descrito la operación como "la mayor repatriación de ciudadanos estadounidenses del noreste sirio hasta la fecha". 

Halima Salman, de 24 años, miembro de la familia de 10 repatriada a EEUU, fue arrestada y es acusada de ser entrenada a disparar un rifle de asalto AK-47 mientras vivía en Siria. CNN informa que según los documentos de juicio, Salman dejó EEUU con 17 años y a finales de 2016 y principios de 2017 llegó al territorio controlado por el Estado Islámico en Siria. A los 18 años fue entrenada por un ejército femenino –la Khatiba Nusayabah– y dos años después fue entregada –o capturada– en la ciudad de Baguz en Siria. 

En 2016, Allison Fluke-Ekren (estadounidense que ha sido sentenciada a 20 años de prisión) fundó el ejército que estaría compuesto sólo por mujeres, el Khatiba Nusaybah. El propósito del grupo era de enseñar a las miembros del Estado Islámico a “defenderse de los enemigos” del califato además de “ayudar a los combatientes defender la ciudad siria [utilizando granadas, cinturones suicidas con explosivos y rifles automáticos de asalto AK-47] de Raqqa”, en aquel entonces controlada por ellos, reporta un informe de la oficina del fiscal del estado de Virginia en Estados Unidos. El reclutamiento podía empezar desde la temprana edad de 10 años y se les entrenaba en artes marciales, medicina, entre otras ‘asignaturas’ y se les impartía clases religiosas

Un campo de cultivo

Los campamentos están en territorios controlados por las Fuerzas Democráticas Sirias y alojan a familiares de combatientes muertos o detenidos, incluyendo a 10.000 familias de combatientes extranjeros que residen en los campamentos de Roj y al-Hol. En el campamento de Al-Hol es donde viven más extranjeros.

El peligro de los campamentos reside en que dos tercios de la población de 45.000 personas de más de 75 países diferentes, según explica Sacha Pfeiffer en una entrevista de NPR, son niños, por lo que varios Estados consideran que es el ambiente ideal para fomentar la radicalización y el yihadismo del Estado Islámico, ya que los niños absorben y se moldean en el ambiente en el que se crían. Estados Unidos considera que por esa razón es mejor repatriar a sus ciudadanos, para evitar que continúe el ciclo repetitivo. 

El yihadismo no es el único problema que se enfrentan en los campamentos. En noviembre de 2022, Turquía llevó a cabo una campaña de bombardeo en contra de las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS) cerca del campamento de al-Ho, explica Diana Krugman en un artículo escrito para The New Humanitarian, ya que Ankara, la capital turca, asocia la FDS con el Partido de Trabajadores de Kurdistán (PKK), grupo terrorista. 

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La radicalización continúa fervorosamente entre las viudas y posibles viudas de los militantes del Estado Islámico. Vera Miranova, erudita no residente del Middle East Institue, escribió en 2020 un artículo que entre las mujeres, existe un pequeño grupo que genuinamente creen que el Estado Islámico fue con sus miembros bueno y justo, por lo que esperan ser rescatadas de los kurdos que dirigen el campamento. Después, aquellas mujeres que todavía no son viudas con maridos en libertad, que siguen peleando por la causa continúan su promoción. También hay mujeres que esperan que el califato resurja para poder permanecer en Siria; no quieren ser deportadas porque sus vidas corren peligro en sus países natales. Entre ellas, explica Miranova, se encuentra las uigures, quienes son llamadas turkistanis.

 Por último, el grupo más grande dice continuar su apoyo al régimen para poder sobrevivir, ya que la vida en el campamento es cara y 300 dólares, incluso 500 dólares al mes, no es suficiente. Tienen que trabajar en lo que puedan encontrar. Miranova escribe que algunas trabajan como profesoras y otras se prostiuyen con los trabajadores hombres del campamento y aún así no es suficiente. Sin embargo, el Estado Islámico no ha descuidado a sus seguidores y si eres uno, la familia recibe entre 1.000 y 2.000 dólares al mes, lo que permite una vida más cómoda. 

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En 2011 un año después de que comenzara la primera árabe y mismo año en el que comenzó la guerra civil siria, miles de personas alrededor del mundo, se uniero n a la causa de levantar un nuevo califato. Hombres se voluntariaban y mujeres seguían a sus esposos con la ilusión y la promesa, como lo describe Krugman “de vivir en una sociedad ideal islámica”, aunque muchas otras fueron engañadas y traficadas. Al día de hoy, esas mujeres se encuentran viviendo principalmente en los campos de refugiados de al-Hol y Roj.