Ana Lozano en competición y dando una charla TED (imagen drcha: José Ignacio Palau).

Ana Lozano en competición y dando una charla TED (imagen drcha: José Ignacio Palau).

Investigación

Ana Lozano, de campeona de España a divulgadora: "En el deporte la salud de la mujer se ha ignorado"

"Los estudios sobre la salud de las mujeres han sido escasos o inexistentes en muchos ámbitos"/"Si una función vital como la menstruación se apaga en una atleta, ignorarlo es una negligencia"/"Ser deportista no te exime de desarrollarte como persona en muchos otros aspectos".

13 mayo, 2024 02:18

Cuando Ana Lozano del Campo (Guadalajara, 1991) dijo adiós al atletismo el pasado marzo, lo hizo con un impresionante palmarés -campeona de España de 5.000 metros y campeona de Europa de Selecciones- y un profundo dolor. Llevaba más de dos años tratando de reincorporarse a la competición pese a su lesión del talón de Aquiles. Un sufrimiento también psicológico que abordó públicamente en los medios en un intento, como siempre ha hecho, de prestar su voz a los problemas de salud física y mental que padecen los atletas de élite en silencio.

El destino, sin embargo, le abre una nueva puerta: Lozano, que es licenciada en Biología y Máster tanto en Biología Evolutiva como en Comunicación Científica, ha sido la receptora de una de las dos Ayudas CSIC-Fundación BBVA concedidas para comunicadores este año, y tendrá el privilegio de conocer los centros e investigadores de primera mano. "Creo que la beca es una gran oportunidad para alguien con mi perfil", explica a EL ESPAÑOL. "Nunca quise dedicarme únicamente al deporte, siempre he propuesto charlas y colaboraciones que aunaran ciencia y deporte".

El deporte, la ciencia y la comunicación son tres facetas muy distintas que usted siempre ha aunado. Por ejemplo, hablando de competición y salud.

Sí, yo solo concibo el conocimiento desde la transversalidad. En el caso del deporte, los deportistas somos los que ejecutamos, pero se va tecnificando y recurriendo cada vez más a ciencias como la fisiología. Estudiar biología me ayudó a entender cómo entrenar y qué le pasaba a mi cuerpo, qué problemas afrontamos las mujeres en la competición. La pata de la comunicación la he descubierto más lentamente: cuando se me ha dado la oportunidad como deportista de hablar, no la he rechazado. He ido ganando experiencia y me he dado cuenta de que me gusta mucho.

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Un problema de salud de las mujeres deportistas al que ha dado voz es a la amenorrea: cuando se deja de menstruar a una edad muy joven.

No soy sanitaria ni puedo hacer prescripciones, pero esto va más allá del deporte. Los estudios sobre la salud de las mujeres han sido escasos o inexistentes en muchos ámbitos, alegando precisamente que la menstruación altera muchas de las variables que se quieren medir en el cuerpo. Es mucho cante, porque somos el 50% de la población. Lo que habría que saber es precisamente qué pasa en cada una de esas etapas del ciclo. Se está empezando a estudiar en el deporte, pero todavía no se transferido a la formación para los entrenadores y a los métodos de entrenamiento. Se han considerado como normales muchas malas prácticas. Si una función vital como la menstruación se apaga, ignorarlo es una negligencia.

La beca del CSIC-Fundación BBVA le permite elegir un itinerario de centros y equipos de investigación. ¿Cuáles ha elegido?

Haciendo honores a la transversalidad de la que hablábamos, yo proponía abordar un problema que siempre me ha preocupado: la crisis ambiental y de biodiversidad en la que vivimos. Quería estudiarlo desde la ecología y los vínculos que se dan entre distintas especies; desde el origen de la vida en los ecosistemas; y desde la filosofía, todo esa parte del antropocentrismo, cómo nos concebimos a nosotros mismos en un mundo vivo del que no somos el centro sino una parte más. Y cómo eso nos lleva a relacionamos con el medio natural de un modo u otro.

La beca llega justo después de que tuviera que abandonar su carrera deportiva por lesiones. Si lo relatamos como una historia inspiradora, ¿no estaremos edulcorando una circunstancias muy duras? ¿Cómo lo ve usted?

Es verdad que a mi historia le hemos dado - lo digo en plural porque al final somos una comunidad deportiva- una dimensión épica, ¿no? [Ríe]. 'La lucha por volver'. Bueno, yo no lo considero ni siquiera una retirada: tras mucho tiempo, finalmente dejé de intentar reincorporarme. Y quise hablar de ello: abrir el debate sobre cómo decir adiós, admitir que no está siendo una etapa buena a nivel de salud mental, ver que debo lanzarme al mundo laboral sin mucha experiencia. Y de pronto me dan la beca, poniendo en valor todo este 'picoteo' que llevaba haciendo de aquí para allá: el deporte, la comunicación y la ciencia. Yo no sé si es inspirador. Pero sí puedo decir que, a los 33 años, todo lo que he estado haciendo en mi vida cobra ahora sentido.

Sobre la retirada, el psicólogo Buceta nos decía: "Cuando el deportista habla de su salud mental ya ha sufrido demasiado". ¿Ha tenido esa impresión?

Vivimos en la época en la que empezamos a hablar de salud mental. Y a quienes nos pilla ya mayores, quizá ya hayamos tocado fondo. Suele haber muchos factores de salud mental implicados en la retirada, como causa y consecuencia. Pero yo creo y confío en que los deportistas jóvenes empezarán desde el principio a hablar de salud mental y a tratarla para ser mejores. Quizás, si a mí no se me hubiese llenado esa mochila, si no hubiera estado tan "quemada", a lo mejor habría seguido intentándolo un poco más, ¿no? Quiero pensar que la salud mental no va a ser solo un lastre, sino la solución a las carreras deportivas de muchas personas.

Ana Lozano del Campo. (Cedida: Sportmedia)

Ana Lozano del Campo. (Cedida: Sportmedia)

¿Estamos preparando correctamente a los jóvenes deportistas para lo que vendrá después de la retirada?

El problema es que los deportes no son todos homogéneos en cuanto a las oportunidades que vienen después. El atletismo es un deporte en el que es muy, muy difícil ser profesional. Y cuando lo consigues tienes que ser muy bueno, de nivel olímpico, para seguir viviendo de ello tras la retirada. Mi caso no es 'canónico', porque no entré en un centro alto de rendimiento con 18 años. Nadie me dijo que podría ser internacional y no gané mi primera medalla nacional hasta los 24 años. Yo siempre me he considerado estudiante, y hay que decirle a los jóvenes que ser deportista no te exime de desarrollarte como persona en muchos otros aspectos.

¿Necesitamos una mejor integración entre la carrera académica y la deportiva, como se hace en sistemas como el de EEUU?

Ser deportista es una elección. Pero no dejamos de ser representantes de un país. Se espera que alcancemos ciertos resultados, y estaría muy bien que después hubiera algo más para nosotros, un epígrafe que nos permita reengancharnos a nuestra carrera académica. Yo personalmente he echado en falta ayudas. Si apuestas por el deporte al licenciarte y cinco, diez o quince años después quieres retomar algo que también era parte de ti, las becas de inicio de investigación no lo contemplan. Apostaría por flexibilizar el acceso a doctorados, abrirlos a personas que no sean 'súper jóvenes'.. Dicho esto, el sistema americano también tiene sus dificultades. Aquí tenemos los clubes, pero ahí, o son élite nada más acabar la universidad o nada.

Como divulgadora, ¿cómo percibe la cultura científica en España? Valoramos muy bien a médicos y científicos, pero 'pinchamos' en conocimientos.

Tenemos profesionales de la ciencia buenísimos, pero trasladar la ciencia al público es una cosa distinta. Por eso cada vez hay más comunicadores y comunicadoras científicas que se forman específicamente para estar en la frontera entre los investigadores y la población. Durante el Máster me di cuenta de que no es tan fácil comunicar la ciencia: como cualquier otro social, la atraviesan creencias, valores y emociones. No es tan sencillo como que en el instituto te expliquen el cambio climático para que tú después te quieras informar más, o incluso para que te lo creas.

La especialización que ha elegido, la crisis climática, está precisamente en el foco del negacionismo virulento. La pregunta es: ¿Sabe dónde se mete?

[Ríe] Como decía, la comunicación científica no está al margen del contexto mediático, con bulos, desinformación e intereses de por medio. Se ha querido a nivel político que el cambio climático sea un arma arrojadiza por motivos ideológicos, y es algo tristísimo, porque es una realidad que apoya el 99% de la comunidad científica y nos atraviesa a todos. Sé que me meto en una cuestión complicada, pero llevo toda la vida muy preocupada por esos asuntos, y si a algo me quiero dedicar, es a contribuir al bien en esa cuestión. Me hace mucha ilusión, y lo acepto sin miedo.