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Kratos 'padrea' más, y más fuerte, en God of War Ragnarök: huele a clásico, sabe a nuevo

Las primeras horas con el título exclusivo de PlayStation sirven para confirmar que el juego está a la altura de su antecesor. Que tiemble Odín.

23 octubre, 2022 01:35

Videojuegos hechos por padres y destinados a padres. Hace una década esta tendencia se popularizó pasando a ser dominante en algunos de los juegos más importantes en este tiempo. Uno de ellos fue el reinicio de 'God of War' en 2018, que ahora recibe una secuela directa con el sobrenombre de Ragnarök.

La obra de Santa Monica Studio potencia todo lo que convirtió al juego de 2018 en el mejor de su año de lanzamiento en The Game Awards. Bastan unas horas con el mando en las manos para saber que esta entrega es más y mejor y, además, es inconformista. Su predecesor fue el inicio de algo, de una historia épica y conmovedora, que ahora prosigue con una intensidad atrapante.

Desde el mismísimo inicio el dios de la guerra no deja que su nueva aventura caiga en el aburrimiento. Introduciendo emocionantes peleas y momentazos entre sus personajes aquí y allá, juega con los ritmos para que la experiencia sea una montaña rusa en la que, realmente, todo se siente con la emoción de una excitante caída en picado. 

Esto no significa que no haya secuencias más relajadas entre el frenesí de sus brutales y violentos combates. De hecho, uno de sus puntos fuertes es mezclar ese apartado con conversaciones muy bien llevadas que dejan claro que tanto Kratos, el protagonista, como Atreus, su hijo, son personajes creados con mimo.

Cómo el juego va contando su trama, y la manera en la que son los comentarios de los propios personajes los que sirven para guiarte por los escenarios abiertos, son elementos propios de un videojuego moderno. Lo mismo sucede con la profundidad y la sutileza de algunos de sus diálogos, que son un buen ejemplo de la madurez y profundidad que ha alcanzado el medio. 

'God of War', el dios sangriento que se volvió ñoño

Y, al mismo tiempo, 'God of War Ragnarök' se muestra muy hábil al utilizar las bazas que hicieron de esta saga una de las más queridas en su origen en PlayStation 2. Con su mezcla de acción, puzles y el arte de ir introduciendo nuevas mecánicas y habilidades, logra que la monotonía no sea un problema.

Las posibilidades en el combate dan mucho juego, ya sea con el hacha o con las espadas, o incluso pidiendo ayuda a Atreus y sus flechas. Y a ello se ha sumado ahora una mayor interacción con los escenarios, más verticales, que tornan las peleas en algo más dinámico.

En la ola del Fimbulwinter

'God of War Ragnarök' hace uso de personajes de la mitología nórdica, en la que se basa esta nueva etapa de la saga, para completar un panel de secundarios a la altura. Desde el estudio californiano han trabajado a conciencia para dar su propia visión y su toque haciendo de ellos algo único e impactante. Según se avanza por los distintos reinos que se pueden visitar en esta entrega se van conociendo más de algunos de sus dioses, su pasado y su personalidad. Y cada historia que se cuenta de ellos sirve para darles más misticismo y grandiosidad.

El nuevo viaje de Kratos y Atreus da sus primeros pasos en pleno Fimbulvetr, el invierno que sirve de preludio al Ragnarök. Es un telón de fondo que augura una explosión final para la agravar la tensión que el juego mantiene en todo momento. Esto añade una sensación de incertidumbre que genera ganas de seguir avanzando.

Y los dos protagonistas son algo más que meros testigos de todo lo que acontece. Su nueva odisea sirve para conocerles más y aprender cómo ha crecido Atreus, ahora todo un adolescente con actitudes que reflejan precisamente esa etapa. La relación con su padre es emotiva y, por el contraste, genera momentos que sirven como alivio en forma de humor.

Una evolución jugable

Por muy maduro que sea el juego, que nadie se engañe: aporrear los botones para deshacerse de los enemigos es condenadamente divertido. Sea con más o menos sentido de manera que se generen combos que hagan de los combates algo más elaborado. Entre esquives,  bloqueos y repartir golpes entre la diversidad de bestias a las que hay que hacer frente, 'God of War Ragnarök' es una gozada a nivel jugable.

Las mejoras en las capacidades de cara a las batallas, como cargar el poder de las armas, dan una nueva capa a su base, a la esencia de lo que se espera en un juego nacido de la acción pura y dura. Esto se fusiona con la exploración de unos escenarios preciosos a nivel técnico y artístico. Es algo que ya cuidó mucho la entrega de 2018 y que se ha visto enriquecido en esta continuación.

Se trata de un perfeccionamiento de lo vivido hace cuatro años. Entonces se creó una base muy sólida que ahora se mantiene, sin revoluciones pero con añadidos que suman en la medida necesaria. Todo con un propósito: una nueva vivencia para recordar quién es el auténtico dios de la guerra.