
Pablo Ozo.
Pablo Ozo: "Ser artista y ser empresario van de la mano y son igual de importantes"
El emprendedor gallego Emilio Froján entrevista al que para muchos es el artista emergente gallego con más potencial.
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Esta semana hemos celebrado el Día Mundial del Arte. Concretamente el 15 de abril, debido a que este es el natalicio de uno de los mayores artistas de la humanidad, Leonardo Da Vinci. Para celebrarlo, he entrevistado al que para muchos es el artista emergente gallego con más potencial.
Pablo Ozores (Pablo Ozo para los amigos), nació en O Grove en el año 2000. Su arte y su pincel van más allá de las paredes. Pablo ha logrado transformar el arte del grafiti en una expresión de impacto social, explorando conceptos de identidad, cultura y libertad.
Pablo Ozo tiene una capacidad innata para conectar con el público, invitándonos a reflexionar sobre el mundo a través de sus colores, formas y mensajes. Y no sólo lo hace como artista, sino también como emprendedor.
Ozo considera que no basta con pintar o crear, es fundamental gestionar bien el tiempo, el negocio y las relaciones profesionales si quieres llegar a alguna parte de este mundo.
Para Ozo el contexto en el que presentas la obra es casi tan importante como la obra en sí y para llegar a ser hoy un gran artista considera que también hay que ser un buen empresario.
Este año debutará en la feria JUSTMAD 2025 con una experiencia única que incluirá pintura en directo y una escultura monumental.
¿Cómo fue el momento en el que decidiste llevar tu pasión por la pintura a algo más allá de un hobby?
Dibujar siempre había sido mi pasión. Mi madre suele decir que nunca hizo falta comprarme juguetes, porque con un papel y un bolígrafo tenía suficiente. Así pasé mi infancia, sentado detrás de la barra del restaurante de mis abuelos, dibujando sin parar.
Con los años, dejé de lado aquello que siempre me había gustado, convencido de que no podría dedicarme a ello. En su lugar, decidí estudiar Administración y Dirección de Empresas en Santiago, pensando que, si quería emprender, eso era lo que debía hacer. Aun así, siempre buscaba formas de incluir un lado creativo en todo lo que hacía.
La pandemia fue el punto de inflexión. El tiempo en casa me reconectó con ese niño que dibujaba sin parar, y volví a hacerlo. Animado por mis amigos, empecé a compartir mis dibujos en redes sociales. Al ver la respuesta de la gente, mi cabeza sumó 1 + 1: abrí una página web y comencé a vender esos pequeños dibujos… y hasta hoy.
Por supuesto, en el camino han pasado muchas cosas. En 2021, obtuve una beca de la Unión Europea para colaborar con una diseñadora en Berlín, una experiencia que lo cambió todo. Me ayudó a expandir mi visión artística y consolidar mi identidad creativa. A mi regreso, tenía más claro qué quería hacer y, sobre todo, cómo debía hacerlo.
A lo largo de los años, ¿has sentido alguna vez que el arte te ha ayudado a superar alguna dificultad personal o profesional?
Totalmente. Para mí, pintar es un proceso intuitivo, más ligado a la emoción que a la razón. Me considero una persona bastante autoconsciente, con un diálogo muy honesto y constante conmigo mismo, y es cierto que nunca me he enfrentado a grandes dificultades; valoro mucho el cariño de mi familia, mi novia y mis amigos y lo fácil que me ponen todo en lo emocional. No he tenido que luchar contra algo especialmente duro, más allá de mis propias aspiraciones, que son lo que me impulsa cada día.
Si alguna vez me siento un poco peor o no encuentro una solución a algo, pintar siempre es el camino. No siempre sé exactamente qué quiero plasmar antes de empezar, pero hay una necesidad de soltar, de convertir en imágenes todo lo que tengo en la cabeza. Es como si, al pintar, me reencontrara, me calmara, y con ello, las ideas fueran llegando solas.
¿Cuáles son los temas recurrentes en tu trabajo y qué significan para ti? ¿Qué emociones o mensajes intentas transmitir con tus obras?
Juego mucho con la idea de la belleza, pero no de una belleza obvia o convencional, sino de esa que se construye en la imperfección. Los rostros en mis obras están fragmentados, distorsionados, con múltiples ojos, formas que se entrelazan y orejas de conejo. A veces, la escena es festiva; otras, más enigmática, pero siempre con un punto onírico, como si cada cuadro fuera una imagen extraída de un sueño o un recuerdo que se escapa de mi cabeza; aunque la visión suele ser curiosa o positiva, me gusta que genere emociones inquietantes o satisfactorias porque es como suelo sentirme yo.
Me gusta que el espectador no entienda la escena por completo a primera vista, que tenga que mirarla una y otra vez, porque así termina proyectando su propia historia en la obra. Eso es lo que me interesa: el arte no como algo estático, sino como algo que sigue vivo en la mente de quien lo mira.
Sabemos que eres joven y tienes un enfoque creativo muy interesante. ¿Cómo logras equilibrar la parte artística con la parte empresarial de tu emprendimiento?
A día de hoy, y prácticamente como en cualquier profesión, ser artista y ser empresario van de la mano, sobre todo en un mercado donde lo que haces se mueve en la misma esfera que una marca de lujo. Se trata de ser honesto y real, pero también de saber posicionarse y proyectar el valor que consideras que tiene tu trabajo. Creo que la clave está en tener un concepto claro y una visión propia, ser fiel a ello y encontrar la manera de hacerlo crecer sin perder la esencia. "Venderse" como artista es una sentencia de muerte, y es algo que no me interesa, pero sí es importante saber cómo expandir tu universo sin traicionarlo.
Trabajo con Cristina Alonso, mi agente en Asia, que me ayuda a crecer en esa región y a poner un poco de orden en mi día a día: organizarme, decidir en qué proyectos estar… y con Untitled Gallery en la parte de exposiciones. También colaboro con marcas y espacios de lujo como Four Seasons Madrid, donde traslado mi estudio o realizo eventos casi cada mes, con Diego Guerrero, con quien he viajado a Turín, y con restaurantes como Culler de Pau. Siempre manteniendo mi línea personal de pintura y escultura en cada acción.
Ahora mismo estoy explorando nuevas formas de hacer mi trabajo más escalable, sin depender solo de las obras. La clave es convertir mi universo en algo más grande, que pueda vivir en distintos formatos y espacios. Aún estoy aprendiendo cómo hacerlo, pero ese es el camino.
¿Cuáles fueron los principales desafíos que enfrentaste al emprender en el mundo del arte? ¿Cómo empezaste a transformar tu pasión por la pintura en un negocio?
Uno de los mayores desafíos fue entender que ser artista no es solo crear, sino también aprender a gestionar tu propio trabajo como un proyecto profesional (honestamente, es tan importante y complicado como hacer obra). El arte tiene una parte muy romántica, que es la que me tiene enamorado, pero detrás hay mucha estrategia, toma de decisiones y constancia, que al final es clave.
Otro reto fue encontrar mi lugar en un mundo tan amplio y competitivo. Al principio, te preguntas cómo diferenciarte o simplemente qué hacer, porque no tenía referentes artísticos cercanos en los que fijarme ni gente a la que preguntar. Más adelante, entendí que tampoco existe un camino exacto a seguir y que debía ir encontrando mis propias fórmulas para dar a conocer mi trabajo, siempre bajo mis estándares. Aprender a exponer mi obra, conectar con personas clave y darle valor a lo que hacía fue parte del proceso.
También está el desafío económico. Crear cuesta tiempo y dinero, aunque creo que fui "afortunado" al empezar profesionalmente mientras estudiaba. Para cuando terminé la carrera, ya vivía de mi arte, lo que me dio un margen que no hubiera tenido si hubiese empezado después de graduarme. Es un camino en el que hay que ser paciente y creer en lo que haces hasta que más gente empieza a creer también.
En cuanto a convertirlo en mi profesión, fue algo progresivo. Desde pequeño dibujaba sin parar, y la pandemia me hizo reconectar con ello y empezar a comercializar mis pinturas. Pero no fue hasta 2021, cuando me fui a Berlín con una beca de la Unión Europea, que entendí cómo hacer que fuese algo más que un hobby. A mi regreso, tuve claro que tenía que moverme, que mi trabajo tenía potencial si lo gestionaba bien.
Empecé vendiendo mis primeras obras a través de redes sociales y, poco a poco, fui creando una identidad visual propia. Con el tiempo, surgieron colaboraciones con marcas, restaurantes y hoteles, lo que me permitió llevar mi arte a nuevos espacios y públicos.
Siempre he intentado expandir mi trabajo más allá del lienzo, generando conexiones y oportunidades que me permitan seguir creciendo sin perder mi esencia.
¿Qué consejos le darías a otros jóvenes que quieren emprender en el mundo del arte o la creatividad? ¿Se pueden generar ingresos estables como artista?
Para quien quiera emprender en el mundo del arte o la creatividad, lo primero que diría es que no basta con crear; hay que mostrar el trabajo, generar oportunidades y moverse en diferentes entornos. El talento es importante, pero la constancia y la visión lo son aún más. Si la gente no sabe lo que haces, o no lo haces de forma profesional, es muy difícil arrancar.
Lo esencial es encontrar un lenguaje propio, algo que te haga reconocible, aunque ese algo pueda ir evolucionando contigo. Luego, es clave mostrarse en todos los formatos posibles: Instagram, por ejemplo, es una herramienta increíble, pero también hay que salir, conocer gente y dejarse ver. Muchas oportunidades surgen simplemente estando en el sitio adecuado, hablando con las personas adecuadas. Y aunque el arte tenga su parte de intuición, no se puede ignorar del todo el lado comercial. Entender poco a poco cómo funciona el mercado y rodearse de gente que sepa de negocio ayuda muchísimo. Al final, lo que creas sigue siendo lo mismo, pero la forma en la que lo posicionas y lo comunicas marca la diferencia.
El arte no es solo la obra, sino la experiencia que genera, y hoy en día contar una historia sólida es tan importante como la pieza en sí.
Sobre si se pueden generar ingresos estables como artista, la respuesta es que sí, y muy buenos si se trabaja bien. A mí me tomó un tiempo lograrlo, y en cierto modo tuve "suerte" porque encontré mi pasión pronto y empecé mientras aún era estudiante, pero desde el primer día me lo tomé en serio, como si ya viviera de ello. Eso me dio margen para construir, pero requiere visión estratégica y saber adaptarse. En mi caso, además de vender obra, he trabajado con marcas, he colaborado en eventos y he llevado mi arte a espacios fuera de lo convencional, como restaurantes y hoteles de lujo. Una vez te vas posicionando, también decides dónde sí y dónde no quieres estar.
A día de hoy, puedo decir que el arte me da una buena vida, pero es un mercado donde hay que estar siempre presente. En el arte, "el ganador se lleva todo" y unos pocos artistas venden todo. No basta con llegar, hay que mantenerse.
¿Qué papel crees que tiene la tecnología y las redes sociales en el arte hoy en día? ¿Cómo las has utilizado para llegar a nuevas audiencias?
Las redes sociales lo han cambiado todo. Hoy, el arte no depende solo de las galerías o los museos, que han perdido poder en favor de los artistas; hay una comunicación directa entre artista y espectador y el mercado se ha democratizado, algo genial para los artistas. Las redes permiten construir un lenguaje visual único y conectar con una audiencia global sin intermediarios.
Yo las utilizo no solo para mostrar mi obra, sino para compartir mi proceso, mis pensamientos y mi universo artístico. Me interesa que la gente no solo vea el resultado final, sino cómo nacen y evolucionan las obras, cómo las ideas surgen y se transforman. Esto genera un vínculo real y hace que el arte se sienta más cercano.
En tu camino como emprendedor artístico, ¿qué errores has cometido que te hayan enseñado lecciones valiosas?
Por lo general, he aprendido mucho a base de prueba y error y, aunque si ahora volviese a empezar haría muchas cosas de forma distinta y seguro crecería más rápido, no me gusta arrepentirme de cómo lo he hecho porque creo que fue lo mejor que el Pablo de ese momento sabía hacer con sus recursos y su poco contexto de cómo funciona todo en el mundo del arte.
Podría decirte muchos. Uno de los errores ha sido no poner muchos límites al principio, supongo que porque tampoco tenía totalmente claro hacia dónde quería ir. Cuando empiezas, tienes la tendencia a decir que sí a todo por miedo a perder oportunidades, pero con el tiempo me di cuenta de que no todas las propuestas suman o están alineadas con mi visión, y al final todo se trata de "proteger el largo plazo", aunque a veces haya que sacrificar facturación en favor de que lo que haces sea más valioso en el futuro. Ser fiel a ti mismo es lo mejor.
También entendí que en el arte, como en cualquier otro trabajo, no todo el mundo es tu target, y que la gente que realmente valora tu obra también entiende su valor. Al principio, puedes caer en la trampa de ajustar demasiado los precios, aunque reconozco que estoy contento con cómo los he ido escalando en el tiempo.
También aprendí que no basta con pintar o crear, es fundamental gestionar bien el tiempo, el negocio y las relaciones profesionales si quieres llegar a alguna parte con ello; el contexto en el que presentas tu obra es casi tan importante como la obra en sí (aunque pintar mucho y mostrarlo siempre me ha acercado a la gente). Si algo me ha quedado claro en estos años, es que la clave está en crear un universo y llevarlo más allá del lienzo.
¿Cuál es el mayor reto que ves actualmente en la industria del arte y cómo piensas que los jóvenes emprendedores pueden contribuir a cambiarlo?
El mercado del arte, además de seguir estando dominado por un pequeño grupo de artistas reconocidos, sigue estando también muy ligado a círculos cerrados, donde las grandes galerías y coleccionistas tienen un peso determinante en lo que se considera relevante. Para los artistas emergentes, aunque la tendencia está cambiando, entrar en ese sistema puede ser complicado. Durante mucho tiempo ha existido la idea de que para consolidarse en el mundo del arte es necesario pasar por el circuito tradicional de galerías y ferias internacionales. Aunque este sistema sigue siendo muy, muy importante, ya no es la única vía para crecer.
Hoy en día, hay caminos alternativos que están ganando fuerza: colaboraciones con marcas de lujo, exposiciones en espacios “no convencionales” y proyectos que conectan el arte con otras industrias. Creo que tenemos el poder de transformar esta estructura explorando nuevos modelos de difusión y venta, aprovechando las redes sociales y creando experiencias más allá de lo que hasta ahora se ha considerado "el camino correcto".
Preguntas y espuestas cortas:
Si tu obra pudiese ser interpretada en una palabra, ¿cuál sería?
Imaginaria
Una combinación de dos colores
Terracota y negro
Un artista que te haya marcado
Daniel Arsham. No tanto por el arte que hace, sino por cómo ha sabido acercarse a la cultura contemporánea.