Carlos Alonso, gerente de Alvix

Carlos Alonso, gerente de Alvix Treintayseis

Comercio

Alvix Estudio Creativo, 45 años retratando a los vigueses: "Vamos por la tercera generación"

Carlos Alonso y su equipo sobrevivieron a la caída analógica, a la irrupción del digital, a una pandemia y a los fotomatones: "Nos instalaron uno enfrente. La gente viene a pedirnos que si le podemos cortar las fotos. Obviamente, decimos que no"

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Si hiciese una comparativa, Carlos Alonso Pérez, gerente de Alvix Estudio Creativo, probablemente comprobaría que la vida la vio más tiempo a través de un objetivo que sin él. Después de realizar estudios de fotografía al tiempo que trabajaba, montó su primer estudio en el número 56 de la calle Alfonso XIII de Vigo. Allí estuvo una década. Los 28 años siguientes los pasó en Torrecedeira 103 y, los últimos 13, en Pintor Lugrís 7.

En todo este periplo, Alvix, en donde trabajan cuatro profesionales más, sobrevivió a la llegada de la fotografía digital, a los fotomatones y a una pandemia, la de 2020, que supuso el momento más crítico para un proyecto que, más que eso, fue siempre la manera de entender la vida para Carlos.

Pero Carlos es el ejemplo de que la fotografía es un arte que dista mucho del simple apretar un botón o invertir ahorros en la mejor cámara del mercado, esa que para muchos ya supone un título que otros se han ganado a base de entrega, horas de estudio, trabajo y sacrificio.

El vigués supo diversificar su negocio y su amor por la fotografía le llevó a explorar innumerables campos dentro de este sector, uno de los más curiosos, el de la Medicina: "Yo soy fotógrafo científico. Hice la especialidad en el Gregorio Marañón, en Madrid. Trabajé más de 20 años en el antiguo Xeral y en el Meixoeiro", recuerda. "Cuando la que predominaba era la fotografía analógica, trabajé en quirófano. Con la llegada del digital y las impresoras se redujo nuestro trabajo, aunque seguimos haciendo presentaciones en congresos", añade.

Además de Alvix y todo lo que incluye, principalmente, reportaje social -bodas, bautizos y comuniones- fotografía de estudio, trabajo industrial u orlas para universitarios o educación infantil; Carlos montó su propio taller de enmarcado. "Tenemos un taller propio y enmarcamos todo nuestro trabajo: Orlas y todo tipo de fotografías", subraya el fotógrafo.

Carlos junto a Floren Baz, uno de sus trabajadores, en Alvix

Carlos junto a Floren Baz, uno de sus trabajadores, en Alvix Treintayseis

"Nos fuimos manteniendo"

La última etapa de Alvix ha transcurrido en una calle de servicios, Pintor Lugrís, en cuyas proximidades se encuentra la Comisaría de Policía de Vigo. También la moda de la vuelta a lo analógico, a las cámaras de usar y tirar y a la estética noventera de las instantáneas han mantenido, entre otras variables, este negocio. "La gente trae sus cámaras réflex antiguas, las cargamos con el carrete, les explicamos cómo funciona y revelamos. No es que sea un bum muy grande, pero hay un 25% de subida en las cámaras antiguas y en el servicio de trabajo de carrete", explica Carlos. "Tuvimos un bajón grande. Hubo muchos compañeros y compañeras que se vieron obligados a cerrar, pero nosotros pudimos mantenernos. La diversificación del negocio nos ayudó a eso", anota.

Del mismo modo, el vigués cuenta que su clientela se está concienciando de la importancia de contar con recuerdos físicos, dados los problemas tecnológicos reales que pueden afectar a la conservación de sus fotografías. "Noto que ahora, por ejemplo, un cliente se va de viaje y hace 500 fotografías con el móvil, pero hace una pequeña selección para imprimir", señala.

La guerra del fotomatón

Las fotos para documentos oficiales y DNI han sido importantes a la hora de mantener el negocio, algo que pone de relieve la importancia de hacer un buen estudio de mercado y elegir bien las calles a la hora de instalar un negocio. Y es que la Comisaría de Policía se encuentra a escasos metros de Alvix Estudio Creativo, por lo que son muchos los personajes conocidos de la ciudad los que pasan para realizarse fotos de carné: Desde futbolistas del Celta como Iago Aspas, a políticos locales.

Pero hay algo que entristece a Carlos, y es la instalación de fotomatones -el último, casi a las puertas de su negocio-. "Hemos intentado luchar contra eso. Lo montan sin permiso y sin las medidas apropiadas. Nosotros pagamos los impuestos y la seguridad social de los empleados para que luego permitan eso", cuenta Carlos. "Luego, la gente todavía le echa cara y viene a pedirnos que le cortemos las fotos, porque vienen sin cortar, o a quejarse. Obviamente, decimos que no. Además, se creen, incluso, que la máquina es mía", añade sorprendido.

El fotógrafo explica que en su estudio se cobra "lo mismo" a los clientes que acuden a hacerse fotos para el DNI que un fotomatón, pero con el valor añadido que implica el enseñar la foto, repetirla si es necesario y ofrecer un espejo, un colgador, y la valía profesional. "Nosotros entregamos la foto también al momento y tenemos mucha destreza cuando se trata de bebés o gente mayor. Pero claro, la gente viene con prisa, ve el fotomatón, y se enchufa ahí", reitera Carlos.

Un negocio arraigado en la ciudad

Carlos cuenta que, durante estas más de cuatro décadas, en Alvix han retratado a varias generaciones de las mismas familias: "Vamos por la tercera", señala. "Hacemos seguimiento de los bebés entre el primer año de vida y el segundo, por ejemplo. Entregamos un álbum desde la sesión de premamá, hasta el primer o segundo año de edad. Entonces es bonito, a veces, hasta los papás lloran. Eso también me emociona a mí, porque tengo clientes que son familia y voy a sus casas y vemos todas nuestras fotos sacadas a lo largo del tiempo. Eso es ciertamente gratificante", anota.

Además, parece que el relevo generacional también estará garantizado en este emblemático negocio vigués: "Ahora tenemos dos fotógrafos nuevos en plantilla, que son chicos jóvenes. Yo ya tengo mi edad y no puedo mantener el estilo moderno que hay, pero así podemos dar un cambio bastante grande", relata el gerente de Alvix. "Pienso que podremos mantener el negocio abierto aunque yo me jubile. La encargada lleva muchos años conmigo y un chico me llevará la empresa, y con estas dos personas más podemos decir que habrá personal para atender a ese trabajo que, gracias a Dios, no nos falta", añade.