Joyería Ramón Fernández: 115 años de tradición platera en Vigo con certificado Real
Joyería Ramón Fernández: 115 años de tradición platera en Vigo con certificado Real
Instalada en la calle Príncipe desde 1928, se trata de uno de los negocios más longevos de la ciudad, hoy regentado por la cuarta generación, las hermanas Verónica y Macarena Cuiñas, bisnietas del fundador
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En el año 2000 y tras finalizar la carrera de Biología, Verónica Cuiñas entró a trabajar en el negocio familiar, la Joyería Ramón Fernández. Fue su padre, que la regentaba en ese momento, el que le pidió que le ayudase, después de que uno de los trabajadores se jubilase.
"Como era verano, acepté y pensé que si salía algo de lo mío, pues me iba, pero al final mi padre se puso enfermo y me quedé", cuenta Verónica a Treintayseis. Dos años después, falleció, por lo que tuvo que hacerse con las riendas del negocio a marchas forzadas. Más tarde, se unió su hermana, Macarena.
El origen de uno de los comercios más antiguos de Vigo está en Santiago de Compostela a finales del siglo XIX. Allí nació su bisabuelo en una familia muy humilde, en la que nadie había estudiado y él "destacaba mucho en dibujo cuando era pequeño".
De chico para todo en Santiago a joyero en Vigo
Sus primeros pasos fueron de "chico para todo" en un taller de joyería, en el que aprendió el oficio para, posteriormente, trasladarse a Vigo. La ciudad olívica era un paso previo a emprender las Américas, igual que había hecho un hermano suyo, que le había dicho que allí "había más futuro".
Pero al llegar, se dio cuenta de que aquí también lo había, en una ciudad que comenzaba a despegar a principios del siglo XX. Así, comenzó trabajando en otro taller, para después montar su propio negocio.
Fue en 1910 cuando abrió las puertas de su joyería. Concretamente, el 25 de julio, una fecha significativa para él, día de Santiago Apóstol, patrón de Galicia. Estaba ubicada en la calle Elduayen, a la altura de las escaleras que dan acceso a la Plaza de Argüelles.
En 1928 se trasladó al establecimiento actual, en el número 29 de la calle del Príncipe, que por aquel entonces no era peatonal, una condición que le llegó a mediados del siglo XX, convirtiéndose en la primera calle de Vigo de estas características.
Dedicados a la plata
Joyería Ramón Fernández.
"El que era el joyero era él", explica Verónica, ya que los que fueron heredando el negocio se situaban detrás del mostrador; en la parte de atrás, se situaba el taller, donde llegaron a juntarse hasta 15 personas, "llegó a ser como una industria". Hoy, en cambio, sólo trabaja una persona "porque las cosas ya no son lo que eran antes".
"Nosotros siempre hemos sido plateros", concreta la actual propietaria, como así lo muestran las vidrieras de la tienda; además, en la joyería siguen haciendo piezas propias en el taller. "Ahora hemos cambiado el chip completamente y te tienes que ir adaptando a otro tipo de regalo", explica en relación a épocas pasadas, donde cubertería, candelabros, bandejas y otro tipo de artilugios de plata eran una elección habitual para regalar, por ejemplo, en bodas.
Esa platería grande se ha quedado atrás, y hoy acuden "más a por una pieza de joya que a por plata", algo parecido a lo que ocurre con el reloj, a pesar de que "hay mucha gente joven que vuelve al antiguo, al automático", los smartwatch no tienen rival.
Además, mucho trabajo de taller, de arreglos, de remodelación de piezas y de reutilización. "Esas historias de reciclaje y ecologismo, aquí las hemos hecho toda la vida", reivindica entre risas.
Príncipe, la eterna zona comercial
Joyería Ramón Fernández.
La Joyería Ramón Fernández ha sido testigo de excepción del paso del tiempo de la calle Príncipe. La han querido enterrar en varias ocasiones en los últimos años, pero siempre se recupera: "La calle del Príncipe siempre fue una calle paseo, no le digas al que vive en el centro, aquí en esta zona, que vaya hasta allá arriba, a Vialia, porque no suben hasta el muro de la estación, y te lo dicen así", sentencia Verónica.
Ella siempre ha estado convencida: "Yo decía, esto no se va a acabar", y tenía razón, ya que nuevos negocios han llegado a la peatonal, como Zara, que siempre se convierte en un referente de las zonas comerciales. Eso sí, comercios locales, cada vez menos. "Los raros ahora somos nosotros", ríen las hermanas.
Además, aseguran que su ubicación, en una calle peatonal, siempre con gente pasando, les ha resguardado de grandes sustos en forma de atracos, un miedo constante para este tipo de negocios. "Tocamos madera", dice Macarena palpando el mostrador, ya que nunca han sufrido algo así, más allá de alguna "sustracción".
Superaron también épocas complicadas, como las de las huelgas del sector del metal. "Recuerdo de mi padre decir que cerrábamos, mientras estaban todos en el taller trabajando. No daba tiempo a salir, porque venían sin avisar, entonces se cerraban las verjas y salían de uno en uno por una salida que teníamos por el portal de aquí al lado".
Proveedores de la Casa Real
Joyería Ramón Fernández.
Una de las cosas que más llama la atención a los visitantes es el escudo dorado de la fachada, donde reza que son proveedores de la Casa Real desde 1922. "No es que venga por aquí Letizia", aclara Macarena, que parece acostumbrada a hacer este tipo de aclaraciones al respecto.
Se trata de un título que data de la época de Alfonso XIII que responde a "un símbolo de calidad" y "excelencia" que destacaba el trabajo que se realizaba en el negocio, "Hay muchos por España, pastelerías, tiendas de telas...", añade Verónica. Se trata, como dicen, de un antecesor de lo que ahora sería el sello de Galicia Calidade; te permitía, también, tener el título dentro de tu local y usar el sello Real.
A cinco días de cumplir 115 años de existencia, la Joyería Ramón Fernández seguirá al menos mientras Verónica y Macarena estén detrás del mostrador. "No hay relevo generacional", lamentan. Mientras, seguirá siendo un valor añadido a la calle del Príncipe.