Iturmendi: la ferretería de Vigo que lleva 80 años vendiendo soluciones.

Iturmendi: la ferretería de Vigo que lleva 80 años vendiendo soluciones. Treintayseis

Comercio

Iturmendi: la ferretería de Vigo que lleva 80 años vendiendo soluciones

Abrió sus puertas en 1945 de la mano de dos vascos, Iturbe y Mendía, para después pasar a manos de Marcial Alonso, cuyo hijo Rubén es el que regenta el negocio situado en la calle Progreso, 18

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El 4 de junio de 1945, abría en Vigo la ferretería Iturmendi. Lo hacía de la mano de dos vascos afincados en la ciudad que juntaron sus apellidos para darle nombre: Iturbe y Mendía. Así, desde hace 80 años, que se cumplirán el próximo miércoles, este negocio lleva vendiendo soluciones a todos los vigueses.

Eso de vender "soluciones" fue una definición de Marcial Alonso Hermida, posterior dueño y que entró a trabajar con apenas 15 años y que poco después fue nombrado encargado de una nueva sucursal que se abrió en Coia y que, al traspasarse, terminó cogiendo la denominación del barrio donde se ubicaba. Marcial y su socio José montaron una cooperativa que terminó deshaciéndose; con la jubilación de los dueños de Iturmendi, a mediados de los 90 ambos cogieron la sociedad. Tras la escisión, José se quedó en Coia y Marcial se trasladó a ésta.

Los fundadores de Iturmendi y una imagen del antiguo local.

Los fundadores de Iturmendi y una imagen del antiguo local. Cedidas

Hoy, la regenta su hijo, Rubén Alonso, que entró en el negocio como un plan B a su formación como ingeniero de minas. Comenzó trabajando a media jornada para compatibilizarlo con otras actividades, pero ante el inminente final de la vida laboral de su padre, comenzó a hacerse con las riendas del negocio.

Un local que se queda pequeño

Situada en la calle Progreso, 18, el local dispone de 311 metros cuadrados, que se les quedan pequeños ante la cantidad de productos de los que disponen. "Necesitaríamos un local más grande, pero el centro de Vigo está limitado en este tema", esgrime Rubén. Hoy, trabajan en ella 6 personas: 4 en mostrador, Rubén y la persona de la limpieza. "Cada vez quedan menos ferreterías", señala el actual regente, que destaca la "espada de Damocles" que tienen encima ellos, con la futura humanización de la zona.

Ferretería Iturmendi.

Ferretería Iturmendi. Treintayseis

"Yo tengo muchos profesionales que vienen y que tienen que parar en doble fila, y eso nos lo permite esta calle porque es bastante ancha. Paran un momento y les servimos", explica Rubén, algo que peligrará cuando se lleven a cabo las obras.

El vigués sabe que la competencia de internet es poderosa y fuerte; lo es con respecto a los precios, pero la ventaja que tienen negocios como las ferreterías está detrás del mostrador, o acompañando al cliente a la estantería en concreto a la vez que le ofrece otras soluciones que, quizás, no había contemplado. "No es fácil encontrar en Internet para el que busca un coso para el chisme este que abre, y además igual no lo sabes utilizar", justifica.

Esfuerzo por la atención personalizada

En el caso de Iturmendi, al entrar y enfilar el pasillo hasta el mostrador, el cliente se topa con una cinta separadora y un cartel que pide esperar ahí para ser atendido; la razón, la estrechez de los pasillos dificulta los movimientos de los trabajadores mientras atienden, por lo que esa personalización en el servicio se ve afectada.

Cartel para esperar turno en Iturmendi.

Cartel para esperar turno en Iturmendi. Treintayseis

Esta decisión le ha dado quebraderos de cabeza y discusiones con su padre, que siempre le dice que "el trabajador más rentable y económico es la tienda". Es decir, que el cliente puede (y debe) pasearse por ella, pero Rubén lo justifica con la larga cola que se formaba en sentido contrario al de ahora, por uno de los pasillos hasta el fondo de la tienda, que formaba "un tapón".

"Si me pedían algo y estaba en el mostrador, no me podía mover", justifica, además de que se creaban discusiones por de quién era el turno al desperdigarse la cola por los pasillos. "No funciona siempre, si no hay gente, los clientes pasan", prosigue. Reconoce que las esperas a veces son "desagradables", pero de esta manera "vemos que vamos más rápido y que es mejor, porque la mayoría de la gente necesita asesoramiento", remata.

Un asesoramiento que, además, llega de la mano de trabajadores que llevan muchos años en el negocio, "uno de ellos me llevaba a mí a la guardería", destaca. Y aunque las ferreterías sufren porque no hay relevo generacional, este sí se da en el caso de los clientes, aquellos que llegaban de la mano de sus abuelos y hoy siguen siendo fieles.

Cajones de mediados de siglo XX de Iturmendi.

Cajones de mediados de siglo XX de Iturmendi. Treintayseis

La importancia de las ferreterías

La importancia de las ferreterías se ha visto en los últimos años en dos ocasiones muy concretas. Por un lado, la pandemia. En ese momento, la gente compró muchos botes de pintura, por ejemplo, aunque para Rubén ellos eran "de primera necesidad", y lo ejemplifica en los casos en los que se estropea el grifo, un enchufe o la instalación eléctrica "y te quedas sin corriente en casa".

Más recientemente, el apagón que afectó durante varias horas a todo el país. "El apagón fue a las 12:00, a las 13:30 ya había vendido la última", explica sobre las cocinitas de gas. "Los cartuchos pequeños tengo bastantes, debo tener 100 o 200 bombonas, porque a veces hay una panadería que se las llevaba en cajas: tampoco duraron mucho", añade.

Las pilas y las linternas, lo mismo. De hecho, reconoce que vendió "linternas que en verano pensé en tirar, las había metido en cajas y subido al almacén". Eran productos que estaban "sobre liquidadas". En este caso, la recomendación del experto es comprar linternas de batería led ya que las de pilas "no iluminan nada y te cuesta más recargarlas". Además, esas baterías valen también para el móvil, que entre otras funciones hace la de linterna.

Ferretería Iturmendi.

Ferretería Iturmendi. Treintayseis

"Estamos aquí para servir al público", resume Rubén, reiterando las palabras de Marcial, su padre, que llegó al negocio de la ferretería a través de un amigo aunque su futuro estaba en otra profesión, de electricista o mecánico. "Después de estar trabajando aquí una temporada, le dijo a mi abuelo: 'Ya no quiero otra profesión', porque la ferretería es una profesión en sí misma", cuenta Rubén, que ha terminado heredando el placer por esto y por ofrecer soluciones para todos los vigueses.