Después de todos estos años, describir a Juan Ortega sin que me salga una hagiografía con la que dar vergüenza ajena es muy difícil. Diré algo malo sobre él: es un tipo que a veces no escucha. Te mira comprensivo, asiente y después hace lo que él considera simplemente porque no ha escuchado nada. Va a su aire. Si rompe a reír encoge mucho los ojos. Tiene rituales raros.

Cuando tomó la alternativa en 2014 en Pozoblanco no había que empujarle a la vida. La puerta grande fue escandalosa. Del hormigueo de adolescentes pasados sobre los que surfeaba el nuevo matador –agarrando todavía las dos orejas– salía un griterío de voces destempladas. Se nos moría la inocencia arrastrándolo hasta la furgoneta y nos moríamos también nosotros porque fue como llegar a meta.

Desde entonces está solo, tan lejana la época del colegio mayor, olvidado el runrún de novillero. Enterrado el título de ingeniero agrónomo, busca una biografía con leyenda, no como las nuestras, agarraditos a los contratos en una existencia aburrida. En el parón, dice, ha madurado. Como él, hay decenas de toreros pendientes de la oportunidad con la que cambiar el futuro. Comprarse la finca, contar el efectivo en el concesionario Mercedes, retirar a los padres, salir del bucle en el que llevan atrapados tanto tiempo con las vidas congeladas en una mañana perenne en chándal mientras el resto del mundo evoluciona. O más fácil, tener la conciencia tranquila. El 15 de agosto Juan Ortega vuelve a Madrid para intentar salir de ese pelotón. Podría haber escrito cincuenta líneas anunciando lo especial que es. Nadie me creería porque la amistad hace irrespirables algunos adjetivos. Que lo demuestre ese día.

¿Tiene pesadillas con algún toro?

Pues mira… No hace mucho, hará tres semanas o por ahí, estuve matando unos toros en Las Monjas y con un toro no estuve bien. Me hizo pasar miedo ese toro. Y he soñado alguna vez con él. Se me viene a la mente y me despierta. Me ha pasado tres o cuatro noches.

¿Cómo es posible elegir la inseguridad de querer ser torero teniendo el título de ingeniero agrónomo?

El toreo ejerce sobre mí una fuerza mayor que cualquier otra profesión o cualquier otra cosa. Alguna vez me intento visualizar como ingeniero agrónomo y veo una vida más fácil, más estandarizada, más normal, pero un poco vacía. Sin embargo, el mundo del toro lo veo más complicado, con mucha más incertidumbre pero más pleno. Esa es la única diferencia.

Desde la confirmación, de la que han pasado más de dos años, ha pasado a estar prácticamente inactivo, toreando poco y en plazas de poca importancia. Lejos del objetivo. ¿Se le ha pasado por la cabeza tirar la toalla?

No, nunca.

¿Por qué no?

Porque si hasta ahora no estoy en la posición que me gustaría estar no es culpa de nadie, es sólo mía. Si me hubiesen rodado bien las cosas sin salirme después más tardes sí que me lo habría planteado. No le echo la culpa a nadie de que no me haya salido, al revés, me sirve de motivación. Me tengo que superar y me siento capaz. Torear es lo que me más me gusta hacer.

Querer ser torero con 18 años no es igual diez años después. Las cosas van cambiando alrededor, los amigos empiezan a trabajar y construyen sus vidas. Sin embargo, la suya no evoluciona, sigue entrenando cada día con el mismo objetivo que cuando empezó sin que lleguen los resultados. ¿Eso es frustrante?

El toreo me ha hecho una persona bastante disciplinada. Sin disciplina es imposible. Esa dinámica de los entrenamientos (piensa), ir al campo, estar siempre enchufado y metido… cojo perspectiva y veo que toda mi vida gira en torno al toro. Me doy cuenta que mis amigos, los que son verdaderamente mis amigos, están relacionados con el toro. La gente con la que me junto es gente del toro. Mis padres están involucrados con el mundo del toro. Hasta mi novia, que no tenía ni idea de toros parece una aficionada de toda la vida. Como todo en mi vida gira alrededor del toro no me siento frustrado. No toreo corridas, pero sí toreo en el día a día. Toreo con mis padres, toreo hablando con mis amigos, toreo cuando entreno. No tengo ningún momento de desconexión. Me siento siempre enchufado.

¿Cómo se vive el anuncio de la reaparición de algunos matadores estando en casa sin torear?

Tengo sentimientos encontrados. Ahora mismo me da un poco de coraje. Pero en el fondo los comprendo: nunca puedes dejar de lado esta profesión.

De novillero tuvo ambiente y pisó las mejores ferias. Si echa la vista atrás, ¿qué cambiaría?

Cogí ambientito pero hubo cosas que hice mal, sí. Me arrepiento ahora que lo veo desde otra posición. En el momento no me daba cuenta.

¿Qué cosas hizo mal?

Ir a los sitios importantes sin estar preparado.

¿A qué se refiere?

Pues mira, con la espada era un pinchaúvas. Les metía la espada a los toros de casualidad. Tampoco tenía la madurez que tengo ahora en el sentido de entender la profesión. En eso, también a entenderme a mí mismo, me ha ayudado mucho el maestro Pepe Luis Vargas. Hablo de madurez en el sentido de estar dispuesto. Sabía de la dureza de la profesión pero lo veía como un juego. Tenía claro que quería ser torero pero el riesgo, el miedo y esas cosas las tenía en un segundo plano. A mi alrededor siempre ha habido gente muy buena, fundamentales, sin ellos no estaría aquí, pero ese punto me lo ha dado el maestro. Aunque a veces echo en falta un poco esa mentalidad. No me gustaría perder nunca esas sensaciones, las de entender el toreo como un juego. Esa ilusión de las primeras novilladas. La misma que cuando iba a jugar al fútbol con el equipo. Luego te empiezan a coger los toros y se te va la ilusión a tomar por culo.

Cuando llegan las cornadas la ilusión se va a tomar por culo

La fecha del 15 de agosto es muy torera. ¿Madrid es la última oportunidad de reengancharse?

Me siento un afortunado. Hay muchos toreros que han intentado entrar el 15 de agosto y he entrado yo. Me siento muy afortunado. Ahora mismo es la última oportunidad de reengacharme, sí.

¿Le da muchas vueltas?

Prefiero no darle muchas vueltas porque me agobia. Me agobia bastante, de hecho. A mí ese agobio me bloquea.

¿Cómo lo contrarresta?

No lo contrarresto con nada. Entre el agobio y el miedo me bloqueo. Mejor no pensar en ello.

Cada vez las ferias son más cortas, siguen los mismos matadores que hace 20 años y el sistema funciona como un monopolio. ¿Ser figura hoy es más difícil?

No. Ser figura del toreo ha sido siempre muy difícil. Hay pocas corridas pero si eres el mejor la vas a torear. Estoy un poco harto de escuchar que esto está muy difícil, vas a cualquier sitio y hay un profesional o un aficionado que te dicen lo mismo. “Está muy difícil”. ¿Sabes para quién está difícil? Para el que está a medio gas. Para ese está muy difícil. Es mejor quitarse. Si no me viese capaz de estar al 100% yo te prometo que me quito. Para andar a medio gas no se puede andar. No toreas ni el campo.

Pero del toro viven ahora menos toreros.

Eso está claro. Antes a medio gas toreabas 18 o 20 corridas de toros. Ahora sólo viven del toreo las figuras, de primer y segundo nivel. Como no estés arriba arriba no vives. En eso sí que ha cambiado totalmente el toreo.

Muchos de los toreros jóvenes han abandonado las formas clásicas para entrar en las ferias llegando a abusar de las cercanías del toro, imponiendo un nuevo tremendismo que copian los novilleros. ¿Es mejor momento para los que tenéis otro concepto, por intentar hacer las cosas de otra forma?

Lo más importante es que cada uno haga lo que sienta. Ya no es cuestión de un concepto u otro ni nada de eso. Lo marca tu manera de ser. Como tú seas, así toreas y ya está. En el momento en el que te quieras salir de ahí porque quieras agradar o copiar estoy convencido de que no te lleva a ningún lado. Sientes que no eres tú. No le das importancia a lo que haces. Lo veo en alguno matadores: parece que torear es un esfuerzo, que torean por torear.

El toreo está involucionando un poco. El toreo cambia y está en continua evolución. Mira y se enfoca hacia la pureza. Eso es algo que el toreo no abandonará nunca. Ahora se tiende a la contrario. La primera vez que le vi un pase cambiado por la espalda a Castella se me pusieron los vellos de punta. Hoy no me dice absolutamente nada. Soy el primero que no soy capaz de darle un pase cambiado por la espalda, ya te lo digo. Fíjate si tendrá importancia que no soy capaz de hacerlo. Sin embargo, la pureza en el toreo me sigue emocionando como la primera vez que la vi. Eso está pasando en el aficionado y en el público. Ahora vemos un circular… y no sé. A mí me condiciona mucho.

Juan Ortega

Juan Ortega

En ese sentido, ¿cómo le ha ayudado Pepe Luis Vargas?

El maestro es muy inflexible. Es una persona muy clásica. Sus maestros fueron Pepín Martín Vázquez, Manolo Cortés y Rafalito Torres y él tiene su concepto y en ese sentido me deja interpretar a mi manera pero siempre dentro de una línea. Del respeto, de la pureza, de las formas, de la estética, de la belleza. Ahí él tiene unos parámetros y unos puntos inflexibles.

¿Por qué da la sensación de que en el sector taurino todo funciona al revés?

Es verdad. No es fácil la respuesta. No es la sensación, es la verdad. Porque lo primero de todo, cuando un tío da la cara y pega un zambombazo en una feria importante lo pones en cualquier pueblo y sólo van a verlo sus padres y sus amigos, y si no tienen que trabajar. Hasta que un torero no coge cierta fama es complicado. No sé bien qué pasa. Si falta comunicación u horas de televisión. Cuando a un tío cuesta que lo conozcan repercute en taquilla. Los números son los números y el toreo es un negocio. Tiene que ser un negocio. El romanticismo sin dinero es una mierda. Cuando salen los números le puedes añadir lo que quieras. Ser bohemio siendo tieso es muy chungo. Si eres empresario de tu pueblo y dependes de la taquilla, le das el hueco al torero del pueblo que te trae más gente aunque no haya dado una vuelta al ruedo en Madrid. Donde es un crimen que no se respeten los triunfos es en las plazas en las que salen los números. Eso debería estar prohibido.

Pablo Hermoso veta a Diego Ventura. ¿Qué opinión le merece?

No tengo ni idea de rejoneo. Si lo extrapolase a los matadores de toros... (piensa) La verdad es que Ventura tiene que ser un tío muy molesto para torear él porque triunfa. Da la cara en todos lados. Entiendo que si quieres mantener tu cetro con los que te tienes que medir es con los molestos.

¿Y que Talavante no esté en las ferias?

Nos estamos perdiendo a un torerazo en un momento dulce. Un crimen.

¿Cómo se explica que la mayoría de ferias no den novilladas?

Son deficitarias. Si no funciona, no funciona para nadie. Funcionan en los pueblos y en las ciudades donde hay novilladas de siempre, Arganda, Villaseca de la Sagra, Algemesí, Calasparra. En sitios donde se puede prescindir se prescinde, primero porque no va la gente y segundo porque en gastos vale casi igual que una corrida de toros. Falla algo. No puede costar tanto una novillada. A los novilleros hay que darle más cuartel, en prensa, en todos sitios, para que la gente se ilusione y los conozca. Ese paso se ha convertido en un mero trámite.

Para Simón Casas es un suicidio poner a Manuel Rodríguez con una novillada de Saltillo. ¿Hay que dar esa oportunidad aunque no haya toreado tanto o piensa como el empresario?

Las oportunidades hay que darlas siempre. Al fin y al cabo el tío que pide ir a Madrid lo hace porque se siente preparado. Si un tío te pide ir a Madrid es porque necesita y quiere ir a Madrid. Estoy seguro que nos habríamos perdido mucho en la historia del toreo sin dar ese tipo de oportunidades.

El romanticismo sin dinero es una mierda"

La gente de su generación está desconectada del toreo. Hay muchas ofertas y la tauromaquia no parece tener la mejor propaganda como para interesarse por ella y aficionarse. ¿Ha caído sobre vosotros la responsabilidad de explicarlo, de estar en redes sociales, de atraer a público nuevo?

Totalmente, sí.

¿Eso no debería hacerlo el sector, es decir, los empresarios?

El empresario se tiene que partir la cara para que sea atractivo su producto. Y el atractivo lo ponen los toreros, que junto con la ganadería, son los que tienen que interesar. El empresario tiene que inventar las fórmulas para hacerlo accesible. Si es mejor poner la entrada con una copa o qué se yo. El espectáculo debe llegue al mayor número de gente posible y que sea atractivo. Pero esa atracción la tiene que poner el torero. La gente se mueve por acontecimientos. Partido bueno, concierto bueno. Si un madrileño va a la Feria de Abril tiene que volver decepcionado si no ha ido ninguna tarde a los toros. Hay que hacerlo así, como el que va a Granada y no pisa la Alhambra.

Y sí, en las redes sociales hay que estar. Es más barato y rápido. Tu antes ponía una publicidad en una revista y era temporal, se consume rápido. Al final el número de personas era limitado. Ahora, lo haces en redes y llegas a más gente, tienes un público potencial más amplio y es todo más rápido.

¿Por qué empezó a colaborar con la Fundación Toro de Lidia?

Pues porque estoy convencido de que la labor de la fundación es imprescindible para la viabilidad de la tauromaquia. No tal y como la conocemos ahora, tiene que evolucionar y crecer mucho más, pero es el primer paso para llegar a una unión que se ha echado siempre de menos. Es el momento. Tiene que crecer, claro, pero es el primer paso, estoy convencido. Por eso me he unido.

Juan Ortega, en un desplante al toro de su confirmación

Juan Ortega, en un desplante al toro de su confirmación

¿No le parece injusto que, por ejemplo, Simón Casas no colabore y sí alguien en una situación como la suya?

No sé qué opinión tiene el empresario, habría que preguntarle. Tendrá sus razones pero no lo entiendo. Además resulta que los que no están son los que se quejan de la falta de unión. Si no lo apoyas no puedes quejarte. Igual luego nos estrellamos, pero hay que intentarlo. Y hay señores que se están dejando tiempo y dinero para ello.

¿Le cae bien Pedro Sánchez?

La verdad es que no. Porque, independientemente de la ideología, no lo veo un tío que vaya con la verdad por delante.

Si fuese presidente del gobierno un año, ¿qué haría?

Habría que arreglar tantas cosas en el país que no tengo ni idea de qué hacer. Desde el punto de vista de la tauromaquia lo tengo claro: darle hueco en los medios de comunicación.

Si le ofrecieran la seguridad de que nunca se prohibiría la tauromaquia pero hay que eliminar parte de la liturgia, ¿qué entregaría?

Ahora mismo no entendería la tauromaquia quitándole algunas de sus partes. Es como si amputásemos algo. No entiendo la tauromaquia de Portugal. No sería capaz de dar mi brazo a torcer.

¿Debe haber más mujeres en el toreo?

No es que deba haber más o menos mujeres. En el toreo está el que se arrima. El que quiere ser torero, simplemente. No es cuestión de ser hombre o mujer. Si sale una mujer que se arrima, la veremos en todas la ferias con las mejores corridas y los mejores días y se acabó el machismo. Hay que arrimarse mucho. El día que salga una mujer arrimándose habrá hueco como lo ha habido con otras mujeres.