María Flor lleva cuatro años luchando por algo tan simple como poder comer bien. Pero no lo ha conseguido. O, mejor dicho, a pesar de sus intentonas, no se lo han permitido. iDental quebró en 2018; y Dentix, a donde fue derivada tras el cierre de la primera clínica, ha hecho lo propio esta semana. En ambas le prometieron acabar con sus problemas a buen precio; y en ambas la dejaron a medias, sin acabar su tratamiento. “Me siento impotente. No sé qué hacer. Anímicamente estoy muy mal”, lamenta en conversación con EL ESPAÑOL.

Estos cuatro años se le han hecho muy largos. “No he podido comer bien, hay épocas en las que me ha dado vergüenza hablar con la gente… Esta situación me ha influido a nivel de pareja, de madre, de hermana… de todo”, lamenta. Está atrapada. Por un lado, vinculó su salud dental a dos clínicas que ya no operan; y por otro, no tiene suficiente dinero como para acabar con su tratamiento en otro centro y zanjar definitivamente su problema.

María Flor, discapacitada, cobra tan solo 707 euros de pensión y tiene que pagar 626 entre la hipoteca y la comunidad. Vive gracias a lo que cobra su marido, trabajador del aeropuerto en ERTE. Es decir, a final de mes, no le queda prácticamente nada. “Me han visto en otra clínica, pero tendría que pagar 2.300 euros para arreglarme la boca y, hasta ahora, he estado pagando el dinero de mi tratamiento a la financiera de Dentix”, explica.

Publicidad de Dentix esta misma semana en su página web.

No es la única. Se calcula que hay más de 100.00 afectados por el cierre de las 180 clínicas de Dentix, que esta semana se ha declarado en concurso de acreedores por no poder pagar sus deudas con sus principales financieras: KKR, BBVA y Cetelem. Algo que, realmente, se veía venir desde hace meses. “Nos daban cita y luego nos llamaban para cancelarlas una y otra vez”, contaban algunos de los perjudicados por el cierre a EL ESPAÑOL.

La situación de la clínica dental era crítica desde 2019, cuando empezó a deber pagos a sus más de 3.000 profesionales, y se acentuó en este 2020 durante el confinamiento: Lorenzo Muriel, su dueño, pidió el preconcurso de acreedores en abril, en mitad de la pandemia, y abrió en plena desescalada, pero no para atender a sus pacientes sino para seguir captando clientes a los que dejar meses más tarde en la estacada. Pero el oxígeno tan solo le ha llegado hasta este octubre. “Y ahora qué hago yo”, se pregunta María Flor.

Primera pesadilla

Ella maldice el día en que eligió tratarse en iDental en 2017. Tenía picados los dientes de la parte delantera y empezó a pedir presupuesto a varios dentistas del barrio. “Pero no podía pagarlo. Sólo me ofrecían seis meses de financiación”, recuerda. ¿Y qué hizo? Acudir a la clínica tras ver un anuncio de televisión con el lema: ‘Dentistas con corazón’. “Me llamaron, estudiaron mi caso para ver cuánto me podía permitir pagar y me hicieron el presupuesto (3.268 euros) conforme a mi situación”. Y ella aceptó.

El día del pago, María Flor comenzó su tratamiento. “Me hicieron una limpieza en junio, pero luego no me volvieron a citar hasta septiembre. Yo llamaba, pero no me cogían el teléfono y no podía acercarme a la clínica todos los días: yo vivo en Alcalá de Henares y ellos estaban en Rivas”. Sin embargo, su insistencia dio sus frutos –aunque de aquella manera–. “Me hicieron unos empastes, pero muy mal hechos. Se notaba mucho el cambio de color. Y también unos implantes”. No volvió a ser citada. iDental, antes de que María Flor terminase su tratamiento, anunció su cierre definitivo.

Protestas contra iDental. EFE

Fue una de las 300.000 personas afectadas por una estafa que llevaba cuatro años funcionando. Concretamente, desde 2014, cuando iDental abrió su primer centro en Alicante, un edificio donde se impartían cursos de posgrado a protésicos dentales y odontólogos. A todos ellos se les brindaba la oportunidad de hacer prácticas con pacientes reales, en una red de clínicas que se anunciaba como “social” por los precios y subvenciones que ofrecía.

El ‘engaño’ tardó cuatro años en ser descubierto. En 2018, Luis Sans, cabecilla de la trama y consejero de la franquicia, fue detenido junto a otras nueve personas por delitos de estafa continuada, apropiación indebida, falsedad documental, administración fraudulenta, blanqueo de capitales y alzamiento de bienes. Fue el final de una clínica que llegó a autodenominarse “asistencia dental social” y que colaboró con Cáritas, Cruz Roja o la Fundación para el Secretariado Gitano. Dejando, eso sí, a personas como María Flor desamparadas.

Cambio a Dentix

María Flor había pagado a iDental 1.000 euros y, al enterarse del cierre, se puso en contacto con su financiera para que paralizara el préstamo. Finalmente, llegó a un acuerdo con ellos. ¡Pero vaya acuerdo! Fue derivada a Dentix en 2018. “Me hicieron ir a cuatro clínicas, pero finalmente yo decidí que me tratara una misma doctora, aunque me quiso engañar varias veces”, recuerda.

En Dentix, al igual que en iDental, le hicieron un presupuesto de 2.600 euros. “Pero intentaron engañarme metiendo una pieza que estaba bien”, explica. Entonces, ella empezó a sospechar. “Yo veía que aquello se parecía mucho a lo que había vivido antes, pero ya estaba allí metida”, lamenta.

Clínicas Dentix, cerradas por la quiebra de la empresa.

Cuando entró en Dentix, tenía que hacerse cuatro implantes. A día de hoy, le quedan dos por hacer: uno completo y otro en el que le falta la corona. “Y ahora cierran también estos. No sé qué hacer”. Ha seguido pagando a la financiera hasta este meses y sabe que no puede dejar de hacerlo para no entrar en la lista de morosos. Pero está sin fechas para seguir tratándose, sin dinero para ir a otra clínica y, en definitiva, perdida. “Me han tenido que dejar dinero mis padres”, lamenta.

Porque, ante esta situación, María Flor ha decidido actuar y denunciarlos. Se ha hecho un peritaje de la boca y está en manos de abogados. Tendría que pagar 2.300 euros más para recuperar su salud dental. Pero espera que sea Dentix la que, en los juzgados, le abone esa cantidad por los daños causados.

Pero su caso no es de fácil solución. Los afectados que han financiado su tratamiento con Dentix tendrán que acudir al concurso y ponerse a la cola de los acreedores. Y, en este caso, las probabilidades de que Dentix les devuelva el dinero son pocas: los clientes son los últimos en recibir el dinero (primero lo harán los empleados y Hacienda). Además, la situación económica de la clínica no ofrece demasiadas garantías de pago.

Lo que le puede suceder, de nuevo, es que en este proceso su financiera le ofrezca seguir el tratamiento en otra clínica dental. Una bendición (o no). Bien lo sabe María Flor, que espera que su pesadilla acabe pronto y, sobre todo, que no se repita. No sólo por su salud dental, sino también por la anímica. “No hay derecho”, finiquita.

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