Montaje con una imagen de Humberto y una imagen de archivo de un churrero.

Montaje con una imagen de Humberto y una imagen de archivo de un churrero. Europa Press

Sociedad

Humberto, churrero, sobre su negocio: "Llevo 14 años trabajando como autónomo, abriendo de 6:00 a 19:30"

El empresario señaló las grandes dificultades para sacar adelante su churrería en Barcelona.

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Las claves

Humberto, churrero de Barcelona, lleva cerca de 15 años gestionando su propio negocio, trabajando jornadas de 6:00 a 19:30.

El oficio de churrero exige largas jornadas, esfuerzo físico y dedicación, además de la gestión del negocio y adaptación a la demanda.

Humberto comenzó como empleado, aprendió el oficio y adquirió la churrería tras el retiro del dueño anterior.

A pesar de las dificultades económicas y la falta de empleados, Humberto mantiene su negocio de manera artesanal y valora la satisfacción del cliente.

Los churros son una maravilla. Este delicioso alimento se ha logrado colocar como el plato estrella del desayuno español. Por ello, en épocas de frío, toman las calles acompañados por el chocolate caliente.

Sin embargo, más allá de la tradición y su relevancia como punto de encuentro en los barrios, estos negocios requieren un sacrificio en el día a día.

Un caso así es el de Humberto, un churrero de Barcelona que lleva cerca de 15 años como autónomo al frente de su negocio.

Las churrerías de barrio

Las churrerías forman parte del paisaje cotidiano y cultural de España desde hace generaciones.

Más allá de ser un punto de encuentro habitual en fiestas populares, mercados o desayunos de fin de semana, representan un oficio tradicional profundamente arraigado en la gastronomía del país.

El consumo de churros y porras se mantiene como una costumbre transversal, presente tanto en pequeños barrios como en grandes ciudades, y ligada a momentos de ocio, celebración y vida social.

Detrás de cada mostrador hay un trabajo exigente y poco visible que sostiene esta tradición.

La labor de los churreros comienza en muchos casos de madrugada, con largas jornadas que requieren esfuerzo físico, precisión y experiencia para mantener la calidad del producto.

A ello se suman la gestión del negocio, el cumplimiento de normativas y la adaptación a una demanda intensa en horas muy concretas, lo que convierte este oficio en una actividad artesanal que exige dedicación constante y un alto nivel de compromiso.

"Llevo en este negocio aproximadamente 15 años", aseguraba Humberto en el podcast de Taclia.

El churrero rememoraba que llegó al negocio porque era amigo del antiguo dueño y le dio la oportunidad de unirse. "Empecé como empleado, aprendiendo un poco el oficio. Luego estuve con él aproximadamente unos 5 años", apuntaba.

Tiempo después el antiguo dueño decidió retirarse y le ofreció quedarse con el negocio: "Me pareció muy interesante. Ya sabía cómo funcionaba todo esto".

Con ambas partes de acuerdo y su historial en el negocio, el trato estaba cerrado. "Hice la gestión con el banco y me dio la oportunidad con el dinero, hicimos un traspaso y pues yo ya seguí adelante con mis conocimientos aprendidos".

"He ido luchando día a día y cada día trabajo para mejorar", indicaba el churrero.

De hecho, señalaba cómo la gran tarea era precisamente su labor como autónomo. "Trabajé como autónomo durante aproximadamente unos 13 o 14 años.

"Como autónomo, invito a mucha gente a que, si tiene la oportunidad de aprender en algún sitio y hacerse cargo de su propia actividad, lo pueden hacer", señalaba. "Todo es posible".

Así, a pesar de asentarse en el barrio, Humberto señalaba cómo ha tenido sus altos y bajos: "En un momento tuve contratada a otras personas, pero a raíz de las crisis que hemos tenido, me ha tocado seguir solo y extender muchos horarios".

El churrero rememoraba cómo su horario era de 6 de la mañana a 7:30 de la tarde cada día.

"Es un horario para cualquier persona que pueda venir a partir a las 6 de la mañana, que trabajan, que salen temprano para su trabajo, pasan por aquí para tomar un café, a comer churros...", apuntaba.

Sin embargo, el churrero reconocía la gran satisfacción que siente realizando su oficio. "Yo lo hago todo artesanalmente, hago todo al momento, no tengo maquinarias", defendía.

"Esa sensación de cuando las cosas salen bien es la satisfacción del gusto del cliente cuando te dice que algo le gusta. Pero ese es como un reto cada día".