Detalles de las calles de Mira.

Detalles de las calles de Mira. David Blázquez Turismo Castilla-La Mancha

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Mira: el destino donde la naturaleza conquista el tiempo

Mira, en la Serranía Baja de Cuenca, ofrece naturaleza, patrimonio del siglo XVI y gastronomía conquense para escapadas slow con senderismo, miradores, ríos y astroturismo cerca de Valencia.

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Las claves

Mira, en la Serranía Baja de Cuenca, es un destino que apuesta por el turismo rural, la desconexión y la autenticidad, destacando su silencio y paisajes como sus principales atractivos.

El entorno natural de Mira ofrece hoces, barrancos, ríos de aguas claras y una biodiversidad que invita tanto al senderismo y la pesca como al astroturismo y la observación de aves.

El patrimonio histórico-cultural se refleja en la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, la Ermita de la Piedad y un casco antiguo de traza tradicional, complementados con una gastronomía local tradicional y contundente.

Las cercanas localidades de Moya, con su castillo medieval, y Enguídanos, famosa por las chorreras del río Cabriel, amplían la oferta turística de la comarca, sumando historia y naturaleza al viaje.

En la frontera oriental de Castilla-La Mancha, allí donde la Serranía Baja de Cuenca se perfila en una profusión de hoces y barrancos, la localidad de Mira reivindica una manera diferente de viajar: más lenta, más consciente y muy vinculada a la autenticidad rural que hoy buscan los nuevos viajeros con criterio. Ubicada a unos 830 metros de altitud y con menos de mil habitantes, es un enclave que convierte el tiempo en un aliado: aquí el silencio es valor diferencial, y el paisaje, más que un telón de fondo, un valor incalculable para quien desea reconectar con lo esencial.​

A Mira se llega con expectativas de desconexión y se vuelve con una idea clara: el lujo contemporáneo es el territorio, no el artificio. El término municipal despliega un relieve caprichoso que explica el carácter del destino: del punto más bajo junto al río (en torno a 590 metros) a las alturas del pico Cabero, que roza los 1.398, hay casi 800 metros de desnivel que se traducen en panorámicas, rutas y experiencias que ponen el cuerpo en movimiento y la mente en modo pausa.

Pero la experiencia no se trata exclusivamente de mirar a la montaña. El río Ojos de Moya atraviesa el término, asumiendo el nombre de río Mira al atravesar el casco urbano, en una última concesión antes de entregar sus aguas al Cabril, del que es afluente.

Este tránsito calmado, no obstante, delata el paso del tiempo en las formas sinuosas de su entorno. El agua ha tallado pequeñas hoces y valles que trazan un cuadro inolvidable, con agua clara, sotos, taludes de caliza y cielos limpios que, al caer la noche, invitan al astroturismo como uno de los atributos diferenciales del destino que da absoluto protagonismo al Mirador del Rebollo.

La presencia del propio río Cabriel en el suroeste del municipio también añade un guiño a los buscadores de rincones fluviales con alma, pescadores con ética de conservación y fotógrafos que persiguen luces imposibles.​

Chorreras del río Cabriel.

Chorreras del río Cabriel. David Blázquez Turismo Castilla-La Mancha

Tradición, quietud y naturaleza

La naturaleza también realza el sentido. El bosque aquí es heterogéneo: pinos, sabinas, enebros y encinas alternan con matorral mediterráneo y una paleta de aromáticas silvestres que, según la estación, perfuman el lugar.

Más allá, los cultivos revelan la querencia de la tierra por la agricultura, con producciones de almendra, aceituna o uva. Un catálogo de materias primas que hablan del arraigo, la tradición y el saber hacer que hoy son tres de las características que definen la calidad de los productos que llevamos a nuestra mesa.

No todo es contemplación en Mira. Estos parajes ofrecen un escenario perfecto para senderistas de todos los niveles. Y más: pedalear por aquí o por carreteras secundarias y pistas que serpentean entre los pinos y nos aproximan a las alturas. La pesca, en tramos seleccionados, también es otro argumento para respirar la frescura del ambiente.

Asimismo, los cielos privilegiados que son el techo de Mira resultan un lienzo en el que concurre una generosa presencia de rapaces y todo tipo de aves que harán las delicias de los más aficionados a su observación. Menos nerviosas pero igualmente abundantes, la noche nos regala impactantes vistas que justifican telescopios y binoculares.

Historia y buena mesa

Panorámica de Mira.

Panorámica de Mira. David Blázquez Turismo Castilla-La Mancha

Pero en Mira también confluye un carácter cultural que le da empaque a su conjunto urbano. En su trama histórica destacan la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción y la Ermita de la Piedad, ambas del siglo XVI. Son los iconos patrimoniales más reconocibles, a los que se suma un casco antiguo de traza tradicional que se recorre a pie sin prisa, leyendo portadas, piedras y sombras.

No se visita solo por el detalle artístico; se visita por el conjunto: por cómo dialogan las construcciones populares con el relieve y por cómo la escala humana recupera su sentido cuando se camina sin reloj.​

Todo destino que se precie tiene en la mesa otro motivo para apegarse a la memoria. Y en Mira, el recetario conquense se sirve sin artificios y con carácter: morteruelo como declaración de identidad; gazpachos manchegos de cuchara y recuerdo pastoril; y guisos de caza menor —conejo de monte, liebre, perdiz— que devuelven al paladar una geografía distinta, estrechamente unida al ciclo del campo.

Castillo de Moya.

Castillo de Moya. David Blázquez Turismo Castilla-La Mancha

Además, en la comarca hay otras excursiones que permiten ampliar los horizontes. Es el caso de las localidades de Moya y de Enguídanos. La primera posee un castillo medieval que seguramente transporte al visitante a otros tiempos. En Enguídanos, por su parte, se pueden encontrar las afamadas chorreras del río Cabriel, un escenario de ensueño donde los colores adquieren una nueva dimensión.

Y por supuesto, la gente. Hospitalidad, cercanía y una sonrisa que hablan de la autenticidad de un destino tan inesperado como inolvidable.