Manifestación en Almaraz a favor de la continuidad de la central nuclear.
Una voz unánime recorre Extremadura: Almaraz es futuro, empleo y dignidad
Más de 80 organismos se unieron el pasado sábado en Navalmoral de la Mata para firmar una alianza por la continuidad de la central nuclear de Almaraz.
La Central Nuclear de Almaraz es, hoy por hoy, mucho más que una infraestructura energética: es un símbolo de dignidad, justicia y futuro para Extremadura, una tierra que reclama, por derecho propio, oportunidades de empleo, desarrollo industrial e innovación, sin tener que renunciar a su identidad.
Con ese espíritu, más de 80 instituciones y entidades de distintos ámbitos se han unido para firmar el manifiesto “Alianza por Almaraz”, un compromiso común para evitar el cierre programado de la planta.
El acto, celebrado este pasado fin de semana en Navalmoral de la Mata (Cáceres), ha estado encabezado por la presidenta de la Junta de Extremadura, María Guardiola, y la plataforma `Sí a Almaraz, sí al futuro”, y congregó a cientos de ciudadanos, empresarios, trabajadores, y extremeños de todas las edades “en una cita histórica llena de dignidad”, en palabras de la presidenta Guardiola.
“Hemos convertido Almaraz en un símbolo. Es un símbolo de lucha conjunta y de amor por lo que somos. Un símbolo de todos, que representa lo que debemos preservar: empleo de calidad, formación, innovación, identidad” destacó Guardiola.
La presidenta de la Junta, María Guardiola, junto a los asistentes al acto de apoyo a la continuidad de Almaraz.
La Alianza por Almaraz no es solo una defensa de una central nuclear, es también una declaración de principios: el derecho de Extremadura a decidir su propio destino.
Por eso, la presidenta extremeña apeló a la unidad y la esperanza: “esta tierra merece justicia, merece respeto y merece un futuro en igualdad con el resto de España”.
Una decisión con impacto nacional
El cierre de Almaraz afectaría directamente a las miles de familias que han hecho del Campo Arañuelo un ejemplo de arraigo y progreso.
Su clausura supondría la pérdida de casi 4.000 empleos directos e indirectos y el desmantelamiento de un sistema productivo del que dependen numerosos municipios.
De acuerdo con el calendario actualmente fijado, Almaraz I cesaría su actividad en noviembre de 2027 y Almaraz II lo haría en octubre de 2028, en una decisión que, de ejecutarse, supondría el inicio del desmantelamiento de la principal fuente de energía estable del oeste peninsular.
Las consecuencias de este cierre irían mucho más allá de Extremadura: también se pondría en riesgo la soberanía energética de toda España.
En un contexto internacional de incertidumbre, con países como Suecia, Francia o Bélgica ampliando la vida útil de sus centrales, España no puede permitirse renunciar a una fuente estable y segura de bajas emisiones como la nuclear.
Por ello, la presidenta Guardiola ha reiterado el compromiso de su gobierno de ajustar la fiscalidad regional para facilitar la continuidad de la planta y de mantener el diálogo con todos los agentes implicados. “No necesitamos alternativas, existe una realidad”, afirmó. “Estamos aquí para decir que no se puede sacrificar el bienestar de una región entera”.
Instituciones y entidades extremeñas sellan su compromiso con el futuro de Almaraz.
Sobran razones para no cerrar Almaraz
El manifiesto, firmado por instituciones, sindicatos, asociaciones, alcaldes de distintos signos políticos y representantes del mundo cultural, deportivo y educativo, exige modificar el calendario de cierre y abrir un diálogo inmediato con el Ministerio para Transición Ecológica y las empresas propietarias.
Las razones son contundentes: la nuclear es una energía limpia de cero emisiones, que no produce gases de efecto invernadero, al no depender de la combustión.
Esta central genera el 7% de la electricidad nacional y su cierre aumentaría el riesgo de apagones en España durante los periodos donde se combina la alta demanda con situaciones poco propicias para las energías renovables.
Sin nucleares se incrementaría considerablemente la factura de la luz de las familias y lastraría la competitividad de las empresas españolas.
En el plano económico y humano, la planta de Almaraz da empleo directo e indirecto a cerca de 4.000 personas, y su cierre supondría la pérdida de más de 800 millones de euros anuales y hasta 15.000 empleos por el efecto arrastre en la economía local.
La sociedad extremeña muestra su apoyo a la continuidad de la planta nuclear.
Por eso, Extremadura pide al Gobierno de España responsabilidad y una actitud de escucha para evitar un cierre ideológico sin respaldo técnico, porque la central de Almaraz, como han confirmado diferentes colectivos profesionales como la Asociación Mundial de Operadores Nucleares, la Asociación Superior de Ingeniería de Andalucía o la Federación de la Energía de la Confederación de Cuadros y Profesionales es viable, necesaria y segura durante muchos años más, y su continuidad cuenta con un apoyo unánime de la sociedad extremeña.
Una voz unida por el futuro
El acto de Navalmoral de la Mata y la manifestación del pasado mes de enero han demostrado la unidad y madurez de una región que quiere decidir su futuro energético.
Es una Extremadura que no pide privilegios, sino igualdad de oportunidades; que no teme la transición energética, pero exige que esta sea justa, equilibrada y basada en criterios técnicos, no políticos.
Como señaló la presidenta de Extremadura, María Guardiola: “estamos aquí por encima de los colores y las siglas, para apoyar una industria y, sobre todo, para exigir respeto a una forma de vida”.