Bernardo Negueruela (i) y Jesús Torres (d) posan para EL ESPAÑOL en la cubierta de 'El Intrépido', el velero con el que hace unos días alcanzaban el Paralelo 80° Norte

Bernardo Negueruela (i) y Jesús Torres (d) posan para EL ESPAÑOL en la cubierta de 'El Intrépido', el velero con el que hace unos días alcanzaban el Paralelo 80° Norte Julio César R. A.

Sociedad RUMBO AL POLO NORTE

Bernardo y Jesús, séniors del Desafío Santalucía 2025, desde el corazón del Ártico: "La edad no nos frena, nos empuja"

Navegan entre fiordos helados, reman entre icebergs y duermen bajo el sol polar para demostrar que el coraje no caduca con los años. EL ESPAÑOL les entrevista en Svalbard.

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Julio César Ruiz Aguilar
Svalbard (Noruega)
Publicada
Actualizada

Hay algo profundamente extraño en escuchar carcajadas dentro de un barco que navega entre el hielo. Ocurre a bordo de El Intrépido, un velero de casco azul que lleva días surcando las aguas gélidas de Svalbard con cinco séniors a bordo. Ríen Bernardo y Jesús, compañeros de camarote, veteranos del mundo real, principiantes en este rincón del planeta que ahora mismo no conoce la noche.

El aire es seco. La luz, perpetua. En la cocina del barco, mientras el cocinero remueve una comida que huele a casa, ellos dos cuentan cómo duermen hombro con hombro. Hace frío, sí. Mucho frío. Pero aquí nadie vino a buscar confort. 

Jesús es juez en activo, madrileño, nacido en el Sáhara Occidental. Bernardo, palentino, ha cruzado el Atlántico a vela y subido el Kilimanjaro. Ambos son parte del Desafío Santalucía Seniors 2025: una expedición de mayores de 65 años que, lejos de resignarse a envejecer en zapatillas, se entrenaron durante meses para conquistar el Ártico a golpe de remo, vela y botas con crampones.

Bernardo Negueruela (i) y Jesús Torres (d) posan en uno de los camarotes de 'El Intrépido'.

Bernardo Negueruela (i) y Jesús Torres (d) posan en uno de los camarotes de 'El Intrépido'. Julio César R. A.

Llevan más de una semana navegando. Les quedan apenas unos días "Y aún no sabemos si lo mejor ya pasó o si está por venir", dice uno a EL ESPAÑOL, que les acompaña a bordo en los mares cerca de Longyearbyen, la capital de Svalbard. "Es probable que ambas cosas sean ciertas", sentencian.

Rituales de guardia

La vida en El Intrépido está medida por turnos: dos horas — o cuatro, cuando se requiere— de timón, dos de reserva. Hay que controlar el rumbo, vigilar icebergs, no congelarse. "La sensación térmica es bajo cero, aunque a veces el cuerpo va tan abrigado que sólo se te hiela la nariz", explica Jesús.

Nadie se queja. Ni siquiera cuando tienen que salir a cubierta a las cuatro de la mañana con viento en contra. "Yo pensaba que esto iba a ser mucho peor", reconoce Bernardo. "Pero hay algo que pasa aquí que lo vuelve todo más llevadero: la sensación de estar dentro de algo irrepetible. Como si el tiempo se hubiera detenido, o al menos desviado".

Cuando el velero se escora, la adrenalina sube. Cuando el mar se calma, el silencio lo llena todo. Y sin embargo, no hay miedo. Solo respeto. "El mar, el hielo, los osos... hay que estar alerta, pero nunca asustado. Eso lo aprendimos rápido", dicen. Los constantes ataques de osos polares hacen que los guías locales estén obligados a llevar rifles y, ellos, en precaución constante.

Bernardo y Jesús muestran a EL ESPAÑOL cómo funciona el timón de 'El Intrépido', que dirigen compartiendo guardias junto a las otras tres séniors.

Bernardo y Jesús muestran a EL ESPAÑOL cómo funciona el timón de 'El Intrépido', que dirigen compartiendo guardias junto a las otras tres séniors. Julio César R. A.

Trekking entre glaciares

Uno de los días caminaron entre bloques de hielo. Bajo sus pies, crujían placas traicioneras. A los lados, caían cascadas congeladas que nacían de glaciares gigantes. "Era como estar en un decorado de dibujos animados: montañas picudas, cielos bajos, silencio total".

Había que medir cada paso, vigilar grietas, esquivar zonas hundidas. Y, aun así, el paisaje superaba cualquier temor. "Todo era tan salvaje, tan majestuoso, que se te olvidaban las piernas. Yo no sabía que los azules del hielo podían ser tan azules", dice Jesús, que ha subido montañas por medio mundo, pero nunca había estado tan al norte.

Los cinco séniors, durante el trekking entre glaciares que realizaron esta semana.

Los cinco séniors, durante el trekking entre glaciares que realizaron esta semana. E. E.

El kayak tampoco fue fácil. El agua gélida se colaba por las mangas, la pala pesaba. Pero era imposible dejar de remar. "Estar ahí, rodeado de hielo flotante, con ballenas al fondo y paredes de hielo cayendo frente a ti, era como remar en un sueño".

Se metieron en el agua más de una vez. "Nos dimos un baño en el paralelo 80ºN. Pura locura", ríe Bernardo. "Un bautizo polar. Literalmente", remata Jesús.

La guinda del viaje

Aún les queda el último tramo: cruzar una bahía amplia, dormir sobre la tundra con tiendas, turnarse para vigilar osos en mitad de la noche. Será el broche final de un viaje que les ha puesto contra las cuerdas… y les ha hecho más fuertes.

"Nos espera lo más duro", confiesan. Viento en contra, lluvia, temperaturas por debajo de cero. Pero vamos con ganas. Y con respeto. Mucho respeto".

Jesús Torres, desde la cocina de 'El Intrépido.

Jesús Torres, desde la cocina de 'El Intrépido. Julio César R. A.

El equipo es bueno. El capitán, Alex Jara, les ha enseñado a leer el mar. Los guías les cuidan con una mezcla de rigor militar y calidez humana. El segundo de a bordo y cocinero, Cristophe Henry, los alimenta como si fueran atletas olímpicos. "Esto es mejor que muchos hoteles", dicen entre risas.

Pero lo mejor no ha sido eso. "Lo mejor —coinciden— ha sido la convivencia. El descubrimiento mutuo. La complicidad entre personas que, a priori, no tenían nada que ver y que ahora no quieren separarse".

El silencio y el mar

Aquí no hay cobertura. No hay WhatsApp, ni emails, ni noticias del mundo. Giorgio Armani ha muerto y ellos se enteraron días después. "Ha sido como desintoxicarse sin darte cuenta", dice Jesús. "Al principio cuesta. Pero luego lo agradeces. Todo se desacelera. Empiezas a mirar con otros ojos".

La ausencia de pantallas se llena con conversaciones. Con silencios. Con canciones que se tararean cuando el día acaba. "Una noche pusimos música, y los cinco nos pusimos a cantar. Sin planearlo. Como si fuéramos una familia", dice Álex Jara. Y tal vez lo sean. Una familia nacida del hielo.

Vista aérea de 'El Intrépido'.

Vista aérea de 'El Intrépido'. E. E.

Ambos lo tienen claro: han llegado hasta aquí por una suma de elecciones. Comer bien. Hacer ejercicio. Mantenerse curiosos. "No es suerte, es constancia", dice Jesús. "Esto es una mochila que se carga durante toda la vida", continúa Bernardo.

Jesús lo explica con más precisión: "A los 65 te quedan muchas décadas. Y el cuerpo es el soporte de todo lo demás. Si no lo cuidas, te limita. Pero si lo fortaleces, te libera".

Hablan también de la importancia de socializar, de vivir con propósito, de no dejarse atrapar por la apatía. "Lo que mata no es el tiempo. Es el aburrimiento". Y este viaje, sin duda, ha sido todo lo contrario: intensidad, asombro, descubrimiento. "Cada día ha tenido algo que ha dejado pequeño al anterior", dicen.

El viaje de sus vidas

"No sé si esto es lo más grande que hemos hecho. Pero sí sé que es lo más inesperado", dice Bernardo, mientras se ajusta el anorak azul con el logo del Desafío. "Me dan pena mis amigos, mis familiares, por no poder vivir esto".

Jesús asiente. Mira por la escotilla, como si buscara la siguiente ola. "Y pensar que todo esto empezó con una inscripción por internet. Con una corazonada". Ahora navegan entre fiordos, duermen en literas apretadas, reman entre témpanos, hacen guardias bajo el cielo polar.

Y todavía les queda lo más salvaje. "No vamos a ver nada más bonito que esto", dicen. "Y aun así, cada fiordo nos sorprende más que el anterior".

Los cinco séniors posan en la cubierta de 'El Intrépido' para la cámara de EL ESPAÑOL.

Los cinco séniors posan en la cubierta de 'El Intrépido' para la cámara de EL ESPAÑOL. Julio César R. A.

Cuando todo acabe, volverán a casa. Al gimnasio. A la familia. Al trabajo, en el caso de Jesús. Pero nada será igual. Porque han demostrado —a sí mismos, sobre todo— que la edad no es una frontera, sino una plataforma de despegue.

"Este viaje nos ha cambiado. Y todavía no sabemos del todo cómo”, admite Bernardo. Se hace tarde y El Intrépido regresa a la navegación. Pequeño, se hace grande surcando el mar ártico.

Dentro de él van Bernardo, Esther, Jesús, Merche y Amelia. Para ellos quizás la vejez no sea otra cosa que el momento exacto en el que se atreven a hacer lo que siempre soñaron.