Un problema que afecta a todos los pensionistas.

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Sociedad

Paco Carrasco, jubilado: "Con estas pensiones es imposible poder llegar a fin de mes sin ninguna preocupación"

La mayoría de pensionistas en España, tras toda una vida de trabajo, se enfrentan a una vejez marcada por la incertidumbre económica.

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Paco Carrasco tiene 82 años, vive en Sevilla con su mujer y conserva una vitalidad admirable. Habla sin rodeos, con la franqueza de quien ha vivido mucho y ha aprendido a no perder el tiempo. Su voz es tranquila pero firme, como si llevara grabada la serenidad de una vida de trabajo y superación.

A simple vista, Paco parece estar bien. Su pensión, sumada a los ahorros que logró reunir durante sus más de 45 años de trabajo, le permite mantener una vida relativamente tranquila. "Al mes vivo con la pensión y porque tengo 'mi otra ayuda'", dice. Esa "otra ayuda" que no viene del Estado, sino de él mismo: un colchón económico que construyó poco a poco, con esfuerzo y previsión.

Pero Paco no se engaña ni intenta maquillar la realidad. Como explica: "Si no tuviera la 'otra' ayuda, sería vivir con dificultades", reconoce. Y es que, aunque su situación no es de las peores, no todos los jubilados pueden decir lo mismo.

Una vida dedicada al trabajo.

Una vida dedicada al trabajo.

"Hay pensiones que no llegan ni a 800 euros. ¿Cómo vive alguien así pagando alquiler, luz, medicinas? Es imposible", lanza con una mezcla de indignación y tristeza.

Francisco —como también se presenta— comenzó a trabajar a los 13 años. Entró como aprendiz en una gran empresa alemana de ingeniería y, poco a poco, fue escalando hasta convertirse en delegado de Andalucía y luego en director de una sucursal en Sevilla. "Tuve la suerte de viajar mucho, conocer gente y disfrutar de mi trabajo. Buenos recuerdos, años muy intensos y haciendo lo que me gustaba", recuerda con una sonrisa.

Sin embargo, a los 60 años llegó su prejubilación, que trajo consigo un cambio brusco en su día a día y, en especial, en su economía. "Por jubilarme antes, me redujeron un 35%, así que he tenido que reajustarme". Lejos de quedarse quieto, decidió abrir una ferretería que mantuvo hasta los 65, cuando ya se retiró definitivamente.

Hoy, pasa el tiempo entre bricolaje, ordenador, y algún que otro viaje del imserso cuando puede. Y aun así, Paco no idealiza la jubilación.

Paco junto a su mujer y sus primas.

Paco junto a su mujer y sus primas.

"Lo peor de la jubilación y la edad es estar en 'parrilla de salida', con miedo a los males y achaques", confiesa con serenidad. Y no habla solo de la salud física, sino de esa sensación constante de estar esperando que algo malo pase, mientras lo mejor ya quedó atrás.

A pesar de que esta es la situación que viven las personas de la tercera edad, Paco no pierde el ánimo. Se ha adaptado, disfruta de su familia —"que es lo más importante"— y se muestra agradecido por lo que tiene.

Pero también lanza un mensaje claro a la sociedad: envejecer no debería significar volverse invisible. "Mirar a los mayores no debe ser un gesto condescendiente, sino un acto de responsabilidad y respeto", señala con firmeza.

Una sensación que comparten muchos de su generación, quienes "después de décadas trabajando, pagando impuestos y sacando adelante familias", ahora, siendo jubilados, sienten que el sistema les da la espalda.

Paco Carrasco junto a su primo Juan.

Paco Carrasco junto a su primo Juan.

Y eso que, en un país con casi 10 millones de jubilados, debería ser motivo suficiente para repensar cómo cuidamos a quienes ya lo dieron todo. Porque como Paco dice con seguridad, "con estas pensiones es imposible llegar a fin de mes sin preocupación".

Es por ello que para los jóvenes, Paco tiene un consejo que vale oro: "Que luchen por lo que quieren y, si pueden, que elijan un trabajo que les guste, que es lo más importante. Y que no se olviden prepararse para la jubilación, porque aunque ahora la vean lejos, llega antes de lo que uno cree".