Serena (izquierda) y Daniela (derecha) aparecen en un álbum de solteras sin haber dado su consentimiento.

Serena (izquierda) y Daniela (derecha) aparecen en un álbum de solteras sin haber dado su consentimiento.

Grandes Historias

Las 1.218 italianas solteras presentadas como 'mercancía' en un catálogo

El libro podía descargarse por 7 euros y en él aparecían, sin su consentimiento, los datos e imágenes de más de 1.000 mujeres. "Me está haciendo muchísimo daño", dice una de las afectadas, que está recibiendo decenas de peticiones de amistad en Facebook. 

19 mayo, 2017 01:46

A Daniela Monaco le sorprendió hace unos días la llamada de una periodista que trabaja para una televisión local y a la que había conocido por casualidad durante un viaje. “¿Qué te parece ser parte de un catálogo de solteras?”, preguntó solícita la reportera. “¿De qué catálogo?”, se sorprendió Daniela. 

Se trataba de un libro publicado por una pequeña editorial llamada Orangita Books, que al precio de 7,01 euros, ponía a disposición de todo aquel que estuviera interesado los datos personales de 1.218 chicas solteras de la provincia italiana de Lecco. Ninguna había dado su consentimiento, pero el ejemplar -sólo disponible en versión digital- tuvo tanto éxito que se comercializó una segunda edición con los perfiles de 734 mujeres de la ciudad de Monza y se publicitó en una página de Facebook especializada en citas, bajo el reclamo de hacerse con el listín completo “al precio de una copa”.

“Mis datos en Facebook están visibles a todo el mundo, pero nadie me ha contactado, ni me ha hablado de ningún catálogo, ni me ha pedido autorización para añadir mi nombre en ninguna publicación”, asegura al teléfono Daniela, desde la ciudad de Lecco, en la que vive. A unos 50 kilómetros de Milán, a orillas del Lago de Como, Lecco es una población de unos 50.000 habitantes, en la que “ahora mismo se habla del tema por todas partes”.

Daniela se considera víctima de las redes sociales.

Daniela se considera víctima de las redes sociales.

“Me está haciendo muchísimo daño”, reconoce. No tiene problemas en decir que sí, que es soltera y que tiene 43 años, lo que no significa ni “que esté buscando un hombre” ni que utilice las redes sociales “como herramienta de encuentros”. Entre las muchas fotos de ella publicadas en su perfil -que permite a este medio difundir con su consentimiento- también se encuentran otras tantas con animales, motivo por el cual se decidió hace años a abrir su página de Facebook. “Quería compartir información sobre mascotas abandonadas, no convertirme en una mercancía”, declara.

Durante las últimas semanas ha recibido decenas de peticiones de amistad y otros tantos mensajes de desconocidos, a los que no les había dado demasiada importancia, debido a que no era consciente de que su nombre circulaba en un catálogo. Confiesa que respondió a algunos sin saber de qué se trataba, pero ignoró también “a más de uno por su contenido vulgar”. 

Paradójicamente, Daniela es profesora de Derecho y Economía en un instituto de la ciudad en la que vive y durante años ejerció como abogada. “A menudo les hablo a mis alumnos del peligro de subestimar las redes sociales y ahora soy yo la víctima de ellas”, ironiza. Sin intención de querer bromear, considera que se ha incurrido en un delito de “difamación”, “violencia moral y psicológica” y “robo de datos”. Lo hace más al calor de la conversación que desde un punto de vista legal, porque asegura que todavía no ha denunciado.

Por el momento, lo que están haciendo las afectadas es ponerse en contacto entre ellas. En los últimos días, Daniela se ha encontrado con otras mujeres como Serena Piva, quien se encuentra en idéntica situación. También ella fue advertida por la misma televisión local, aunque el modo de enterarse fue si cabe más estrambótico. El sindicato CGIL, para el que trabaja, emitió un comunicado de repulsa al conocer lo ocurrido y cuando alguien de dentro se dispuso a identificar a las chicas, se percataron de que tres trabajadoras de la organización formaban parte de la publicación. 

Entre ellas, Serena, que califica lo sucedido “sobre todo, como algo triste”. “Parece como si formáramos parte de un mercado en el que el más fuerte se hace con la mejor pieza”, opina. Soltera, sin compromiso, divorciada… clasifica el catálogo. “Ni siquiera recordaba que hubiera añadido esa información –reflexiona Serena- pero igual soy un poco ingenua, porque con la cantidad de aplicaciones que hay para ligar, jamás pensé que alguien utilizara esto para tener una cita ”.

Serena Piva también forma parte de la publicación.

Serena Piva también forma parte de la publicación.

La sindicalista confiesa que a sus 38 años el asunto no le ha afectado en exceso, ya que en el departamento de inmigración de la CGIL en el que trabaja está acostumbrada a tratar con “muchas más vulneraciones de los derechos humanos”. En su perfil de Facebook -del que también consiente voluntariamente extraer las fotos publicadas- se ven numerosas fotos de viajes por la India, Marruecos, Cuba o Egipto. “En ese caso, nadie me pidió autorización, pero desde luego nunca habría accedido a que me añadieran a un catálogo”, dice.   

Para ella, lo peor es “la rabia, una cuestión moral”. Asegura que no quiere ninguna indemnización, sino que quede patente que no se debe comercializar de este modo con las mujeres. Tanto Daniela como Serena ya han visitado a la consejera en materia de Igualdad de Lecco, Adriana Ventura, que está coordinando la comunicación entre las afectadas y estudiando las medidas legales que ejercerán.

Con el catálogo retirado de internet, Ventura ejerce casi como el doctor al que acuden sus pacientes para saber si están infectadas. Conserva un ejemplar en su ordenador, que le sirve para confirmar o descartar. “Como ninguna sabe si están o no en la lista, cerca de una quincena de mujeres han pasado por mi oficina para poder comprobarlo”, responde ante la llamada de este diario. 

La consejera insiste en que no es un asunto para frivolizar, ya que entre los más de 1.200 perfiles, “está el de una niña de 14 años, tres de 15 y varias de 16 años”. Asegura que ahora mismo quiere recabar toda la información posible y a principios del próximo mes se reunirá con una abogada penalista de Milán para que se encargue de la causa. Reconoce que su departamento estudia constituirse como parte civil en el caso, aunque opina que la prioridad en estos momentos es “proteger la integridad de las menores”. 

La Policía Nacional de la provincia de Lecco ya ha abierto una investigación para conocer los detalles del caso. Y de momento, según un comunicado oficial, ha descubierto que la sociedad que ha comercializado el catálogo responde al nombre de Lulu Press Inc y tiene sede en Carolina del Norte (Estados Unidos).

La compañía, informan las autoridades, permite a los autores publicar sus obras sin que haya contacto entre las dos partes. La editorial, por tanto, Orangita Books, “es una sociedad sin ánimo de lucro, cuyo objetivo es promover la cultura y en particular la científica y técnica”, relata el comunicado. La Policía agrega que ya ha localizado al titular de la casa editora y que la fiscalía local también está trabajando en el caso.

Pero antes de que se ejerzan medidas legales contra él, el hombre ha decidido dar a conocer su identidad motu propio, a través de una entrevista en el diario local Il Giorno. Antonio Nicola Marongelli, de 49 años, asegura que “es profundamente feminista” y que a causa de su “ausencia de prejuicios” no ve la malicia donde otros sí. 

“Si alguien se ha sentido ofendido, lo siento de veras, no era mi intención; para evitar otros inconvenientes, he retirado el catálogo de la venta”, se excusa. Y añade que “pensar que una mujer, por el único hecho de ser soltera, esté disponible es sencillamente una aberración”. Se justifica al afirmar que “la información era visible a todo el mundo” y que sólo ha hecho un copia-pega con los perfiles, por lo que considera que no ha robado ningún dato.

Marongelli se considera una “persona dedicada al voluntariado y a dar una pequeña contribución para hacer el mundo mejor”, a través de donaciones y actividades de voluntariado. “Todavía piensa que ha hecho un bien a la sociedad”, le responde de modo indirecto Daniela, “que le ha facilitado la vida al pueblo masculino que aún está en busca de una mujer”.