A tan sólo 10 minutos del centro de Villajoyosa, en la penumbra de una habitación del Hospital Comarcal de la Marina Baixa, murió hace unas semanas Brian Collin Charrington, el "narco de la Wikipedia". Le apodaban así por la gran cantidad de delitos que había cometido, listados en la enciclopedia digital; tenía 68 años y, hasta entonces, arrastraba una última condena por introducir 192 kilos de cocaína en la costa valenciana.
Pidió no entrar en prisión por motivos de salud y lo logró: murió en el hospital público del mismo enclave turístico donde veranean familias con neveras de ruedas y sombrillas de colores. El británico, sin embargo, no era un visitante más: célebre del hampa, había elegido esta costa para desaparecer, no para morir. Pero, a veces, en lugares como La Vila, ambas cosas significan lo mismo.
Charrington no fue el único. Tampoco el más enigmático. En febrero de 2024, a plena luz del día, un hombre fue tiroteado en la rampa de un garaje privado en la misma localidad. Recibió media docena de disparos y luego fue atropellado por los mismos sicarios que le esperaban. Al principio, parecía una ejecución más: el tipo llevaba documentación ucraniana falsa y vivía solo.
En el Hospital Comarcal de la 'Marina Baixa' fallecía Brian Charrington el pasado 23 de julio.
La muerte del desertor
Los periodistas empezaron a atar cabos rápidamente. La víctima era Maxim Kuzmínov, el piloto ruso que desertó con un helicóptero de combate Mi-8 y lo entregó al Ejército ucraniano por medio millón de dólares y una promesa de anonimato. Dijo haber huido de la guerra para vivir en paz. Pero el anonimato no siempre es posible.
Cinco meses después, en la misma urbanización —Residencial Cala Alta, hasta donde EL ESPAÑOL se ha desplazado en varias ocasiones—, otro cadáver flotaba en la piscina comunitaria. Ihor Hrushevskyi, exjefe de la policía ucraniana contra el crimen organizado, sangraba por una oreja. Oficialmente, se ahogó. Extraoficialmente, el escepticismo es generalizado entre los vecinos.
Imagen del edificio "Residencial de Cala Alta", el pasado lunes.
Piezas todas de diferentes puzzles, Villajoyosa se ha convertido en un imán de fugitivos, desertores, narcos, abogados con pasaporte diplomático y agentes de inteligencia reciclados. El atractivo es sencillo: sol, anonimato, urbanizaciones tranquilas y aeropuertos cercanos.
Pero la explicación real está enterrada en el tejido invisible que une crimen, confort y cálculo logístico. "La Vila no es la nueva Marbella", reconoce un agente de la Guardia Civil. "Es incluso mejor, aquí sí que pueden pasar desapercibidos", ironiza. En la costa malagueña los narcos y gánsters se exhiben. En Villajoyosa, sin embargo, se disuelven.
Cementerio de vidas paralelas
Charrington había sido detenido al menos tres veces en España. En los años noventa, cuando la Costa Blanca ya atraía a británicos con negocios raros, Brian fue interceptado transportando cuatro toneladas de hachís en barco. Tenía barcos, helicópteros con los que controlaba sus barcos y seis chalés en la zona. Fue absuelto en todos los juicios.
En 2024, lo detuvieron una última vez: se atrincheró en su casa con una escopeta, pensando que lo querían asaltar. "Llamamos porque hay unos falsos policías intentando robar en casa", dijo su mujer al número de Emergencias 112. Cuando abrió la puerta, jadeaba con una mochila de oxígeno a la espalda. No era un espectáculo: tenía fibrosis pulmonar.
Brian Charrington, considerado uno de los barones del narcotráfico en Europa, en una cafetería próxima a la Audiencia de Alicante en 2018.
Murió como mueren los grandes mafiosos en España: con abogado, recurso y propiedad. El Supremo aún no había ordenado su ingreso en prisión. Considerado uno de los mayores narcotraficantes de la historia de Inglaterra, la mayoría de los vecinos no sabía quién era.
Tampoco sabían quién era Kuzmínov. Ni Hrushevskyi. Esa es la clave de esta costa: nadie pregunta, nadie recuerda, nadie conoce. La indiferencia es una forma de diplomacia vecinal.
De Marbella a la 'Marina Baixa'
La historia no es nueva. A principios de los 2000, la élite del crimen organizado exsoviético ya había elegido estas playas. Zakhar Kalashov, "El Fantasma", celebró aquí su cumpleaños rodeado de otros vor v zakone —los "ladrones en la ley", equivalente eslavo del capo italiano—.
Fue grabado por la Guardia Civil durante la Operación Avispa, una de las mayores investigaciones contra la mafia rusa en España. Kalashov escapó a Dubái. Otros, como Vitali Izgilov —"La Fiera"— fueron condenados y luego desaparecieron.
Alicante tiene algo que los criminales valoran: buen clima, comunidad extranjera, servicios financieros. Y una larga historia de silencios. "La zona de la Marina Baixa y Alta es perfecta", explica un agente de Policía Nacional. "No hay presión mediática, no hay vigilancia urbana, y si se esconde bien, puedes vivir veinte años aquí sin que nadie te moleste".
Un grupo de viandantes, en la cercanía de La Cala, el pasado lunes.
En La Cala, entre Benidorm y Villajoyosa, pero perteneciente a esta última, converge todo lo necesario. Aquí los coches de alta gama —Mercedes, BMW y Porsches recién matriculados— se camuflan entre los Renault Clio y los monovolúmenes familiares con más de quince años. "Es la magia del lugar", explica un camarero. "Aquí nadie te pregunta de qué país eres ni cómo te llamas".
Aunque sí es un refugio, el crimen organizado extranjero en Villajoyosa recurre, resumidamente, a lo mismo que en el resto de la provincia de Alicante, según indican fuentes policiales. Blanqueo de capitales mediante inversiones en bienes raíces, ocio, hostelería y sector turístico, principalmente.
También persiste el tráfico de drogas, con operaciones recientes desarticulando importaciones de cocaína y redes de menudeo local. Se ha documentado el uso de sicarios para ajustes de cuentas internos o encargos ligados a mafias internacionales.
La violencia llama la atención
Otras fuentes de la Guardia Civil y la Policía Nacional subrayan que buena parte de estos grupos intenta pasar desapercibida integrándose en comunidades de extranjeros, urbanizaciones de lujo y usando identidades falsas. Destacan la necesidad de cooperación internacional y nuevas tecnologías para detectar estas redes sofisticadas con métodos de blanqueo "a nivel multinacional".
El secretario general de la Subdelegación del Gobierno en Alicante, José Antonio Cuadros, declaró en diciembre de 2024 que, aunque el repunte de hechos violentos con armas de fuego coincide en el tiempo, "se están barajando todas las hipótesis en torno a los asesinatos y no se descarta la vinculación con crimen organizado o ajustes de cuentas".
La piscina de la urbanización Residencial Cala Alta de Villajoyosa, donde encontraron el cuerpo.
El asesinato de Kuzmínov rompió el equilibrio. Fue la primera ejecución, según la inteligencia española, ordenada directamente desde Moscú en territorio nacional. Se hizo sin disimulo: seis tiros, atropello, coche calcinado. Fue una advertencia. Y un error: España, que hasta entonces era refugio, empezaba a ser escenario.
Luego llegó el caso de Hrushevskyi. Un exjefe de policía ucraniana acabó reformando un piso en el mismo complejo donde mataron al desertor. Tenía escasa relación con los vecinos. Las coincidencias resultan demasiado próximas como para ignorarlas.
"Quizá el crimen de Kuzmínov era una piedra en el zapato de alguien más", insinúa una fuente policial. "Aquí no se mata así como así. Y menos en el mismo sitio, tan seguido".
La invisibilidad
La Vila, como Torrevieja, Altea o El Campello, forma parte de ese mapa costero que los especialistas conocen de memoria. No hay una estructura única: hay mil caras de una misma lógica.
Narcos británicos con cáncer, espías rusos que desertan, jueces jubilados, empresarios discretos. Todos buscan algo que aquí se ofrece sin pedir nada a cambio: anonimato. La estrategia del crimen organizado se parece a la de los peces abisales. No necesitan luz, ni escándalo, ni estridencias. Sólo fondo, tiempo y silencio. Y en La Vila, de momento, lo tienen todo.
