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El Centro Nacional de Inteligencia (CNI) investiga si el crimen organizado al servicio de espías rusos podría estar detrás del asesinato del jefe policial de Ucrania que apareció muerto en la misma urbanización donde Vladímir Putin asesinó hace año y medio a un desertor del Kremlin.

Según fuentes de los servicios de inteligencia consultadas por EL ESPAÑOL, los agentes secretos están realizando indagaciones para comprobar si ambos sucesos guardarían relación entre sí.

Al tratarse de un asunto que atañe a la seguridad nacional y a las actividades de un Servicio de Inteligencia (SI), los miembros del centro que están indagando en este asunto lo hacen con la máxima discreción, de forma independiente a la investigación que pueda llevar a cabo la Guardia Civil.

Un descubrimiento de esas características acreditaría que ambos crímenes fueron cometidos de la misma manera, mediante profesionales del mundo del sicariato a sueldo del crimen organizado, pero realizando un encargo pagado por los servicios de inteligencia de Rusia.

Tal y como reveló EL ESPAÑOL mediante fuentes de la investigación de la Policía Judicial de la Guardia Civil de Alicante, el capitán Maxim Kuzminov, desertor ruso que apareció tiroteado en febrero de 2024 en la localidad de Villajoyosa, fue asesinado por un grupo de "profesionales" del crimen que operó con una pulcritud y precisión al alcance de pocos.

Un año y medio después de aquel crimen, la identidad del hombre de 61 años que apareció flotando sin vida en extrañas circunstancias el pasado 29 de junio ha sembrado dudas entre algunos vecinos, que temen ser partícipes de otra partida a muerte entre Ucrania y Rusia en suelo alicantino.

La víctima es Ihor Hrushevskyi, un alto cargo del Departamento de Lucha contra el Crimen Organizado del Ministerio del Interior de Ucrania y, posteriormente, de la Policía Nacional ucraniana. Llevaba precisamente unos meses residiendo en esa misma urbanización en la que en febrero de 2024 se produjo ese otro asesinato.

La Guardia Civil definió su muerte como "accidental", y fuentes municipales aseguraron en un primer momento que se trataba de un ahogamiento. Pero Blanca, una vecina que lleva residiendo en la urbanización desde su construcción en 2007, asegura que "es imposible".

"La gente dice que fue un ataque al corazón. Lo que está clarísimo es que no se ha ahogado, porque a mí me llega por aquí el agua, y soy bajita", apuntó esta semana a EL ESPAÑOL, ante la propia piscina.

"Lo encontraron unos chavales por la noche, cuando entraban al edificio. Algo tuvo que pasar", añade su marido.

Por eso los servicios de inteligencia, en su labor habitual y discreta, están tratando de averiguar si Rusia ha tenido algo que ver en este suceso que se suma a la lista de sospechosos fallecimientos de opositores o individuos contrarios al régimen de Putin en los últimos años.

Espías y crimen organizado

Los agentes secretos rusos llevan años incrementando su presencia y actividad en España. Algo, como ha publicado EL ESPAÑOL, de lo que alertan desde hace años tanto desde el Departamento de Seguridad Nacional como desde las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.

Concretamente, en el CNI se viene alertando en los últimos años sobre cómo la inteligencia rusa utiliza para sus operaciones a bandas del crimen organizado. Así viene reflejado en el último Informe Anual de Seguridad Nacional.

En este dosier se advierte sobre el uso de estructuras criminales por servicios de inteligencia hostiles (SIH), especialmente los rusos, "para facilitar actividades ilícitas de gran escala", como evasión de sanciones, sabotaje y tráfico de bienes, drogas o personas. Estas alianzas complican la detección y neutralización de amenazas por parte de las autoridades españolas y europeas.

Se señala que esos SIH "estarían utilizando y apoyándose en estructuras criminales para el desarrollo de acciones que obedecen a sus intereses, facilitando la comisión". Tras el inicio de la invasión de Ucrania, señala el informe, esas sinergias se han intensificado, especialmente por parte de Rusia, que aprovecha recursos y canales operativos de la delincuencia organizada para sus fines.

El informe precisa que el CNI detectó 121 actividades de inteligencia extranjera en 2024, manteniéndose en cifras similares a años anteriores. Aunque el CNI no menciona explícitamente al SVR o al GRU, sí se refiere a “determinados Servicios de Inteligencia Hostiles (SIH)”, principalmente vinculados a Rusia, como agentes activos en el uso del crimen organizado.

Si hay un territorio español donde se está siguiendo de cerca la guerra desatada por Rusia en Ucrania, esa zona es Alicante. En municipios como Torrevieja una de cada diez personas es de estas dos nacionalidades; en toda la Comunidad Valenciana hay ya más de 50.000 ucranianos refugiados.

Una de ellas era Maxim Kuzminov. Ruso de 28 años, traicionó a su país entregando al ejército de Ucrania un sofisticado helicóptero de combate Mi‑8, que él mismo pilotó hasta una base militar de Járkov, a cambio de 500.000 euros y una identidad falsa como ciudadano ucraniano de 33 años.

La investigación de la Guardia Civil sobre el asesinato de Kuzminov apuntaba a un crimen preparado por un grupo criminal especialista en la materia durante semanas o meses. Posiblemente sicarios, en un encargo que pudo llevarse a cabo para la Inteligencia rusa (a quien más le interesaba la desaparición de este disidente).

Esta era la principal hipótesis, y por eso el nuevo crimen en el mismo edificio se está mirando con lupa desde los servicios de inteligencia.