Juan Castro, de 81 años, padece una insuficiencia respiratoria crónica y precisa de una bomba de oxígeno para dormir.

Juan Castro, de 81 años, padece una insuficiencia respiratoria crónica y precisa de una bomba de oxígeno para dormir. Mauri Buhigas

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Las secuelas olvidadas del bombero Juan Castro: 33 años de pesadilla, sin poder cerrar las manos, y 14 sin indemnización

A sus 81 años, es el único superviviente de un incendio en 1992 en el que perecieron 5 bomberos forestales, entre ellos, su hermano José, víctimas de una de las primeras inversiones térmicas documentadas de España.

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"¿Tú sabes lo que es, con el cielo despejado, una única nube, grande, sobre un incendio? Cubriéndolo por completo. Y el ruido silencioso que lo acompaña todo. Se ha visto estos días. Esa nube con el calor de abajo crea su propio clima, dentro de un tubo. Todo el cilindro que hay bajo la nube es como una olla exprés. Lo curioso es que durante un tiempo, lo de abajo, lo del bosque, no está ardiendo, o al menos, no todo".

Allí, en el interior de esa columna de aire, "se acumula la energía. Hay corrientes de calor y de frío". Cuando las dos corrientes se cruzan, se produce una explosión. "Lo hace con la fuerza de una bomba atómica, y todo empieza a arder de repente". Los expertos lo llaman inversión térmica. Los bomberos forestales, el infierno en la tierra.

Pepe Salguero -40 años de bombero forestal y aún en activo- estaba allí y vive para contarlo. Aquella demostración de las fuerzas de la naturaleza ocurrió entre la una y media y las dos de la tarde del 7 de septiembre de 1992 en la Sierra de Grazalema (Cádiz). En el epicentro estaban ya otros compañeros, quienes habían recibido la orden de entrar al mediodía a sofocar las llamas en una vaguada muy escarpada.

Allí les sorprendió la explosión. Las llamas se ocuparon de unos. El humo hizo el resto. Pepe entró a medianoche y salió de mañana. Al poco de salir vio la nube y se enteró del fallecimiento de sus compañeros. Los cuerpos no pudieron ser recuperados hasta el día siguiente, por la virulencia del fuego y lo escarpado del lugar.

Fallecieron cinco bomberos forestales: Bartolomé Toledo (53), Diego Márquez (22), José García Jaén (26), Manuel Andrade (38) y José Castro (38). Aquella tragedia se recuerda con un monolito de piedra con sus nombres.

Juan pasó dos meses hospitalizado y se sometió a 20 injertos de piel.

Juan pasó dos meses hospitalizado y se sometió a 20 injertos de piel. Mauri Buhigas

A Juan no le hacen falta monumentos ni monolitos para recordar, porque de ese viaje no ha vuelto todavía 33 años después. "Diego era un chavalillo muy joven. Con 22 años era un niño entre nosotros. Simpatiquísimo. Era hijo de maestros, el padre y la madre. Lo encontramos asfixiado en un boquete. Murió rápido. Sufrió menos que los demás. No lo puedo olvidar".

Pregunta.- Cuando las muescas son muchas, ¿hay ansiedad y estrés?

Respuesta.- Sí. Cada vez que te enfrentas al fuego sabes cuándo entras pero no sabes si sales. Porque el fuego es traicionero y peligroso. Y más cuando para llegar a uno te tiene que subir a un helicóptero, que también te la juegas. Y luego están los golpes de calor. El cuerpo acumula tal temperatura que explotas por dentro. Eso también lo he visto.

Aquel fuego lo apagaron dos días después. Se perdieron 900 hectáreas de matorral y monte bajo. Los bomberos forestales salvaron al completo la Reserva de la Biosfera del Pinsapar, protegida por la UNESCO. La gesta de aquellos hombres defendiendo el bosque, sin los medios actuales, tuvo lugar con un dispositivo de emergencias caótico y sin los medios adecuados.

Luego, 28 años después, se dirimió en los Tribunales: la Junta de Andalucía apeló hasta el Supremo y tuvo que indemnizar a la tenaz familia del fallecido José García Jaén con 122.000 euros.

Las otras familias no quisieron llegar a juicio y pactaron las indemnizaciones, pero también hubo que pelear. Catorce años. José Castro Lozano falleció en aquel pavoroso incendio. Tenía 37 años. Su hermano Juan, un año mayor y también bombero forestal se salvó de milagro, aunque pagó un altísimo precio.

Sufrió quemaduras que requirieron múltiples operaciones, una veintena de injertos y problemas respiratorios que hoy, a sus 81 años, aún padece. Juan Castro pactó extrajudicialmente "porque pensó que iba a morirse sin llegar a ver un duro", cuenta su hijo, Juanma Castro.

El amor por la naturaleza y el arraigo a la tierra en ocasiones pueden más que el miedo. Que se lo digan al hijo de Juan, quien a sus 55 años es también bombero forestal. Atiende a El ESPAÑOL al salir de su guardia.

Tenía 22 años cuando se enteró de que su tío José había muerto allá arriba, en la Sierra, luchando contra un monstruo devorador e insaciable que por poco no lo deja huérfano de padre. Un año después se convirtió en bombero forestal.

Juanma Castro, bombero forestal como su padre, junto al helicóptero del Infoca.

Juanma Castro, bombero forestal como su padre, junto al helicóptero del Infoca. Cedida

Juan fue el único superviviente de aquello. Dada su edad, y sus secuelas físicas, es su hijo Juanma quien relata la historia a EL ESPAÑOL.

"Antes solo se trabajaba de bombero forestal en verano. Luego te tenías que buscar la vida. Mi padre se dedicaba al campo, como todos los que estaban en aquel retén. No sabía ni leer ni escribir, y los echaban a los 28 días. Los reemplazaban por gente de la lista del INEM".

Para meterse en el infierno les daban un mono, una gorra con una visera de plástico y unas botas. "No había EPIS ni nada". Aun así, Juanma advierte que aquellos hombres, como los del Infoca de hoy, "saben más que los de la UME. Con todos mis respetos, es imposible que sepan del monte como sabe un bombero forestal".

7 de septiembre de 1992

El día de la tragedia a Juan no le tocaba trabajar. "Estaba de descanso. Pero como el retén paró en Bornos para recoger en el helicóptero a gente, para no perder más tiempo lo metieron". Ya en el monte, recibieron órdenes de bajar por un terreno pedregoso y empinado "a apagar unas llamitas. Tuvieron que bajar arrastrando el culo".

Estando allí, a las 13,30 de la tarde, se produjo la inversión térmica. "La explosión fue hacia arriba. Mi padre la oyó, se volvió y vio una bola de fuego viniendo hacia ellos". El hombre tropezó y cayó al suelo. "Es que no se podía huir hacia delante por lo escarpado y empinado del terreno. Eso era una ratonera. Encontró unas piedras y se guareció en ellas".

Juan Castro, de 81 años, fue el único bombero forestal que sobrevivió a un pavoroso incendio forestal cuando tenía 48.

Juan Castro, de 81 años, fue el único bombero forestal que sobrevivió a un pavoroso incendio forestal cuando tenía 48. Mauri Buhigas

Solo pudo salvar del fuego la parte derecha de su cuerpo. La izquierda quedó fuera de las peñas. "Para poder respirar se puso un pañuelo mojado en la cara, y eso fue lo que le hizo más daño. Le ardió hasta la visera de la gorra, que era de plástico".

Juanma recuerda a su tío José, fallecido en la onda expansiva mortífera que se lo llevó por delante. "Era puro nervio. Mi padre creyó en un primer momento que se había salvado. Porque gritó pidiendo ayuda y le contestó un compañero,". Era Manuel Andrade. "Le dijo a mi padre que no se moviera, que iba a buscarle. Y luego ya no le habló más: había muerto".

Juan Castro fue rescatado. A su alrededor, en un área de 25 metros, estaban los cuerpos de su hermano y sus compañeros. No perdió el conocimiento en ningún momento, hasta el punto de que cree que eso fue lo que le salvó.

La piel quemada de Juan 33 años después de sobrevivir a una inversión térmica extinguiendo un incendio.

La piel quemada de Juan 33 años después de sobrevivir a una inversión térmica extinguiendo un incendio. Mauri Buhigas

Fue evacuado en helicóptero a la Unidad de Quemados del Hospital Virgen del Rocío en Sevilla y fue capaz de dar el número de teléfono de la casa familiar para que avisasen a su mujer. Allí los médicos no les dieron muchas esperanzas. "Las quemaduras de dentro afloran en 72 horas. Eso fue lo que nos dijeron. Que lo más probable es que muriera"

Por el hospital no apareció ni un cargo político de la Junta de Andalucía. Juan pasó dos meses hospitalizado, uno de ellos en la UCI. Luego tuvo curas diarias y se sometió a multitud de operaciones y a 20 injertos de piel.

Un año después se inauguró un monolito en recuerdo de los cinco bomberos fallecidos mientras arrancaba un litigio contra la Junta de Andalucía que se saldó, 14 años después con indemnizaciones pactadas para no llegar a juicio.

El monolito en recuerdo de los cinco bomberos fallecidos en la Sierra de Grazalema.

El monolito en recuerdo de los cinco bomberos fallecidos en la Sierra de Grazalema. Infoca

Solo una única familia, la del fallecido José García Jaén llegó hasta al final: en 2020, 28 años después, el Tribunal Supremo falló a favor. Tardó 11, desde 2006, en responder la primera reclamación patrimonial para denegarla.

¿Las secuelas de aquel infierno? Las físicas son las visibles. Juan las tiene en la cara, en las manos y en la mitad izquierda del cuerpo. "No puede cerrar las manos, no puede ponerse en cuclillas porque le tira la piel de las rodillas. Y también tiene una insuficiencia pulmonar crónica desde entonces. Necesita de una bomba de oxígeno por las noches para respirar".

Luego las psicológicas. Para empezar, perdió a un hermano. "Mi madre, que ya falleció, nos contaba que se despertaba por las noches gritando de angustia. ¿Psicólogos? Nada. Ni se lo ofrecieron. Si no fueron ni a verle. Lo pasó todo a pelo".