
Los bazares de varios lugares de España han cerrado en las últimas semanas E.E.
Qué hay detrás del misterioso cierre de los bazares chinos en Mallorca: "Saben lo que viene para España"
El auge de plataformas de venta online o la subida de los precios son algunas de las hipótesis de por qué están cerrando los bazares.
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Esta semana la alarma y el pánico han cundido en la isla de Mallorca. ¿La razón? Varios bazares chinos han cerrado. Los dos más sonados han sido uno que se encontraba en la plaza de Es Fortí y, el segundo, en la Gran Vía Asima, en el polígono de Son Castelló, cuatro kilómetros al norte de Palma.
La alegría, para algunos afortunados, vino de la mano de la masiva liquidación de stock. Productos ya de por sí baratos a precios irrisorios, incluso regalados, según algunos afirman en redes sociales.
El terror para otros es que, con ausencia total de información, no tardaron en empezar a elucubrar teorías, a cada cual más apocalíptica: "La respuesta es sencilla, saben lo que viene para España". "Cerraron tiendas y restaurantes una semana por lo menos antes del anuncio de confinamiento…". "Así empezaron en mi barrio en Madrid semanas antes del COVID [sic]". "Los chinos saben lo que viene porque son ellos quienes lo planearon todo. China e Israel más Reino Unido y Francia".
Lejos de clarificar el asunto, la comunidad china en la isla de Mallorca tampoco explicó qué pasaba. Aunque, con un poco de perspectiva, parece algo injusto obligar a un empresario que cierra su negocio, por las causas que sea, a declarar públicamente el porqué del fracaso de su empresa (de haberlo). A pesar de ello, ningún anuncio tuvo lugar, y las redes empezaron a arder con teorías de la conspiración variadas. Los medios, rápidamente, se hicieron eco y, como es de esperar, la situación se hizo desproporcionada.
Al respecto, dos preguntas son las primeras que vienen a la mente: ¿cuáles son las razones reales que han llevado al cierre de estos bazares en Mallorca? Y, sobre todo: ¿por qué consideramos que los bazares chinos son una institución tan inamovible que su cierre sólo se explica por eventos apocalípticos?
Para encontrar respuestas, la primera opción lógica es dar con los dueños de los comercios, pero resulta imposible. ¿La alternativa? Hablar con los bazares chinos que no han cerrado.
En la urbanización Maioris Decima, a escasos kilómetros al este de la capital, se encuentra uno de ellos. Preguntamos por el dueño, y nos informan de que se llama Carlos Wang y que en este momento se encuentra en México. Nos atiende Antonia, una de las dos encargadas del bazar, a la que consultamos por la situación: "Ninguno nos lo esperábamos. Normalmente, cuando pasa (o va a pasar) algo dentro del mundillo, todos se enteran".
¿Está viendo el sector vientos de cambio? "La verdad es que no. De hecho, ahora mismo hay chinos que siguen comprando locales en Palma para convertirlos en bazares nuevos". Y apostilla: "Básicamente, todo sigue igual. Es verdad que más flojo, por cómo están las cosas de dinero, pero igual a fin de cuentas".
Llegados a este punto, sin respuestas en el presente, la única opción es preguntarse acerca del futuro de los bazares, en particular de sus dueños. Que la geopolítica está pasando por un momento inestable que imprime, día a día, incertidumbre, es una realidad, pero también lo es la familia, y aquí podría estar la clave.
Según datos del INE, en 2021 en España residían aproximadamente 228.500 ciudadanos de origen chino. Una gran parte de ellos llegaron hace años, incluso décadas, y montaron sus negocios. Con el éxito empresarial (aunque sea moderado) llegaron también los hijos, que pudieron disfrutar de una buena educación y que ahora, ante la jubilación de sus padres, han de decidir qué hacer con los negocios que van a heredar.
No todo el mundo quiere tener un bazar. "Se dedican y se quieren dedicar a otras cosas. Los hijos de mi jefe, por ejemplo, están estudiando, sacándose la carrera. Van por otro mundo, no quieren saber nada del bazar", explica Antonia.
En busca del chino mallorquín
El siguiente paso es encontrar a un chino mallorquín de segunda generación para saber qué opina su comunidad. Por suerte, hay uno a una sola llamada: se trata de Julen, mejor conocido por su alias de Instagram, @cocinaconxino.
Julen, hijo de un vasco y una china, aunque educado en Mallorca, proporciona dos datos curiosos. El primero es que el restaurante de su madre, que lleva décadas alimentando a los mallorquines del barrio del Camp d'en Serralta empezó a decaer el verano pasado (un 'reel' del cocinero se hizo muy viral, contando esta situación). A pesar de ello, deja una cosa clara: "Dudo mucho que esto tenga relación alguna con lo que está pasando con los bazares".
Julen cree que el asunto de los bazares se ha viralizado tanto porque se ha puesto en marcha ese mecanismo que conocemos como el 'teléfono escacharrado': "Es el teléfono roto. La gente especula mucho". El asunto de la viralidad, resuelto. Solo queda la pregunta: ¿por qué?
"Mi madre tiene muchos conocidos que sí están en ese sector. Tampoco lo sabe a ciencia cierta, dado que es más cuchicheo dentro de la comunidad que otra cosa, pero es cierto que el auge de plataformas como Temu o Alibaba impactan bastante tanto al público como a los bazares".
Según un informe de la empresa de análisis de mercados NielsenIQ, en el primer semestre de 2024 el 34% de las compras online que se realizaron en España fueron a través de plataformas como Alibaba, Temu o Shein. No sólo eso, sino que la media del gasto de los españoles en estas webs alcanzó los 497 euros.
Para hacernos una idea de su tamaño, basta decir que Temu tiene, en España, 9,4 millones de usuarios mensuales. Inevitablemente, esas compras online afectan a los bazares, que ven reducidas sus ventas. Todo lo que venden se puede comprar ahora por internet, y en la mayor parte de las ocasiones, más barato.
Pero las posibles causas no acaban ahí. Como ya se habló con Antonia, el relevo generacional es un factor determinante: "Creemos que esos locales carecen de él. Sus hijos no quieren tener nada que ver con ese tipo de negocios o, en algunos casos, regresan a su país de origen".
El cocinero, de hecho, no es ajeno a su propia realidad personal, como chino de segunda generación: "Yo soy claro ejemplo de ello. El actual negocio de mi madre… Ella lo mantiene porque puede y está en edad de trabajar pero, probablemente, cuando se jubile, pues yo… bueno, dependerá mucho del futuro [sic]". Y prosigue: "La falta de la 'necesidad' de continuar estos negocios puede ser la causante de que los dueños los cierren".
Entonces, si no quieren mantener los bazares o los restaurantes chinos típicos, ¿qué quieren hacer? "Yo creo que están tirando más por la restauración, pero no por la clásica de los años 90 o dosmiles, que te venden un pollo con almendras, sino por negocios que siguen tendencias, como el ramen o los 'dim sum bar'".
Pero la conversación con Julen, inesperadamente, revela otro potencial sospechoso: el 'pequeño' auge que están teniendo en la capital balear las tiendas 'Tedi', de origen alemán, y que guardan una similitud remarcable con los bazares chinos de toda la vida: "Pueden alterar ese pequeño ecosistema de los bazares, pero no me atrevería a afirmarlo categóricamente. No creo que sea una causa tan directa como esas plataformas de venta por internet".
La versión oficial
Con las preguntas respondidas, parecía que era el momento de dar carpetazo al misterio, pero algo falta y, ante la imposibilidad de contactar con los dueños de los exbazares, hace falta la opinión de la autoridad.
Fang Ji, Presidente de ACHINIB (Asociación de Chinos en Baleares), ofrece a EL ESPAÑOL nuevas explicaciones. "Efectivamente, en los últimos meses hemos observado que algunos bazares y comercios regentados por empresarios chinos en Mallorca han cerrado o están liquidando su stock".
"En primer lugar, la inflación, el aumento de los costes de alquiler y suministros, y los cambios en los hábitos de consumo han afectado a muchos pequeños comercios, no sólo a los de la comunidad china. La competencia de grandes superficies y el auge del comercio electrónico también han influido en la viabilidad de ciertos negocios tradicionales". En efecto, Temu, Aliexpress y Amazon tienen parte de culpa.
Fang Ji explica que "algunos empresarios han mencionado que el endurecimiento de ciertas normativas administrativas y fiscales ha supuesto una dificultad adicional para la continuidad de sus negocios. Adaptarse a estos cambios requiere inversiones y ajustes que no siempre son viables para todos. Y algunos de los propietarios han decidido cerrar por razones personales o para reorientar su modelo de negocio. La pandemia y los cambios económicos han llevado a muchos empresarios a replantearse su futuro y explorar otras oportunidades".
En muchos sentidos, la causa es mucho más convencional: los bazares chinos se enfrentan a los mismos desafíos que amenazan gran parte de los negocios minoristas españoles, nada más y nada menos.
Algunos bazares chinos de Mallorca están cerrando, como algunos de Albacete o Madrid. Que llame la atención sólo se debe a que los creíamos invulnerables, como si se tratase de pilares imposibles de derruir, pero la realidad es que son negocios españoles que pasan por las mismas dificultades que el resto. Dicho de otro modo: sólo pasa lo de siempre.