A la izquierda, Susana con su hijo. A la derecha, Alatzne y su hija.

A la izquierda, Susana con su hijo. A la derecha, Alatzne y su hija. Cedida

Reportajes

El 70% de las familias monoparentales quedan fuera de la Ley de Belarra: “Estamos desprotegidas”

La nueva Ley de Familias reconoce a los hogares monoparentales con dos o más hijos como familias numerosas, pero "abandona" a las de un solo niño.

11 diciembre, 2022 02:44

Susana tiene 41 años y hace cinco que tuvo a su hijo por inseminación por donación. Por aquel entonces residía en el País Vasco, pero el nacimiento de su pequeño fue el detonante que motivó su regreso a Madrid. ¿El motivo? El famoso término de la “conciliación”. “Todo iba a ser mucho más sencillo si tenía a mi familia cerca. Así que aposté por lo personal y dejé a un lado lo profesional”, cuenta a EL ESPAÑOL.

Una situación parecida vivió Alazne, de 45 años. Esta bilbaína tuvo a su hija de dos años y medio después de varios intentos y mucho esfuerzo. “Cuando entras en cierta edad la fertilidad va bajando mucho y me costó. Me hicieron falta varios tratamientos hasta que lo conseguí”, explica. Su pequeña nació en pleno confinamiento, un hecho que, tal y como asegura, complicó el embarazo y el parto aún más. “He tenido el apoyo de mi familia, pero al pillar el confinamiento y la pandemia al final te ves un poco sola. No podía echar mano de familiares para acompañarme al hospital. Tuve que ir sola”. 

Ellas dos forman parte de las casi dos millones de familias monoparentales que existen en la actualidad en España. El término, cada vez más asentado en la sociedad, hace referencia a aquellos hogares formados por un único progenitor a cargo de uno o más hijos.

Susana y Alazne lo tenían claro: querían ser madres, aunque fuera solas. Tal y como narran a este periódico, la maternidad no ha sido nada sencilla para ellas, pero la definen como un proceso más complicado aún si se le añade la ausencia de una normativa que iguale y equipare sus derechos y los de sus hijos a los de cualquier otro modelo familiar. 

La Ley de Familias de Ione Belarra parecía que, tras décadas de lucha, se convertiría en el chaleco salvavidas para este tipo de hogares. Sin embargo, el retraso en su aprobación y las peculiaridades de la normativa han mermado las esperanzas de los hogares monoparentales. 

A pesar de que la nueva ley supondrá un avance en lo que a la diversidad familiar se refiere, lo cierto es que el borrador no convence a la gran mayoría. Sobre todo al 70% de los hogares monoparentales, aquellos que están formados únicamente por un progenitor y un hijo y que quedarán aún más desprotegidos a partir de ahora.

La normativa, a expensas de su aprobación tras las discrepancias entre el PSOE y Unidas Podemos, pretende equiparar a las familias monoparentales con dos o más hijos a las familias numerosas. Sin embargo, dejará fuera a aquellas que, como Susana y Alazne, se enfrentan solas a la maternidad de un solo menor. La idea principal de la ministra de Unidas Podemos era que todas las familias monoparentales, sin importar el número de hijos, gozaran de una protección similar, pero finalmente el PSOE trastocó los planes en la negociación y evitará que así sea. 

Concentración de madres solteras frente al Congreso

Concentración de madres solteras frente al Congreso Europa Press

La decisión no ha sentado nada bien entre las asociaciones de madres solteras, que aseguran que 30 años después siguen sin contar con una normativa estatal que iguale el trato que reciben en todo el Estado. “El Gobierno está poniendo en riesgo que podamos contar con una regulación de nuestro modelo de familia. Partimos de años y años de inacción institucional por parte de gobiernos de un signo político y de otro signo. Hay Mociones en el Senado del año 1994 y 1996 que ya instaban a implementar un registro de familias monoparentales y políticas específicas en ámbitos como la vivienda, el empleo y la salud”, cuenta a este periódico Miriam Tormo, presidenta de la Asociación de Madres Solteras por Elección (AMPSE). 

Este tipo de familias representan ya uno de cada diez hogares con niños, niñas y adolescentes en España. Eso sí, ocho de cada diez de ellos están encabezados por mujeres. Y precisamente son estas familias, lideradas única y exclusivamente por mujeres y con un hijo o hija a su cargo, las que sufren una mayor situación de vulnerabilidad.

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El riesgo de pobreza para niños, niñas y adolescentes en hogares monomarentales simples supera el 47%. “Necesitamos un marco preventivo eficaz, contundente, que implique recursos inmediatos para nuestras familias. Por esto pedimos que se nos aplique el mismo que el de numerosas, en nuestro caso desde el primer hijo”, añade Miriam. 

La historia de Susana

Susana trabajaba en un centro de investigación en Bilbao, donde llevaba una vida normal. Sin embargo, cuando tuvo a su hijo, que actualmente tiene cinco años, se vio obligada a mudarse a Madrid para poder contar con la ayuda de su familia en la crianza de su pequeño. “Era más sensato volver a casa que continuar a 500 kilómetros. Aquí es muchísimo más fácil conciliar. Yo tengo tiempo para mí, él tiene tiempo para él y tenemos tiempo para los dos”, cuenta. 

Susana junto a su hijo de cinco años.

Susana junto a su hijo de cinco años. Cedida

Lo que le llevó a tomar la decisión de ser madre en solitario no fue otra cosa que la confrontación con la que era por aquel entonces su pareja. “El motivo de discusión siempre era que yo quería tener hijos y ella no. Llegó un momento que nos dimos cuenta de que no tenía sentido seguir juntas porque cada una queríamos un estilo de vida diferente”, añade a este periódico. 

Susana intentó siempre no idealizar la maternidad, aunque asegura que lo ha tenido más fácil al tener como referente a su madre, que también la crió en solitario. “Lo que me frustra es que situaciones que ha vivido mi madre con sus dos hijos las estoy replicando yo 36 años después con mi hijo. Las familias monoparentales seguimos estando olvidadas y abandonadas. Somos invisibles por completo”. 

Las trabas para este tipo de familias se hacen visibles en su día a día. Donde más, asegura, es en lo burocrático. “Los documentos no están nada actualizados. Yo en la declaración de la renta relleno un documento donde digo que tengo un menor a mi cargo y que el otro progenitor no se hace cargo. Es frustrante. Podrás pensar que es simbólico. Pues sí, es simbólico. Pero es que esa no es la realidad”, cuenta. 

Pero lo que, sin duda, complica aún más la maternidad para estas mujeres que crían a sus hijos solas es la imposibilidad de conciliar la vida familiar y la profesional. “Si mi madre está trabajando y no puede, yo tengo que gastar dinero en una persona para que atienda a mi hijo. Una pareja, si las dos trabajan, tienen el doble de ingresos como para tirar de alguien y gastar dinero en una niñera, y si uno no trabaja la conciliación ya la tienen”. 

Susana junto a su hijo de cinco años.

Susana junto a su hijo de cinco años. Cedida

Tal y como afirma, las familias monoparentales se encuentran en una situación de debilidad y abandono respecto al resto de familias. “No tienes ningún tipo de condición especial, como sí tienen las familias numerosas”, cuenta. Esto, confiesa, le afecta tanto a la hora de acceder a una vivienda como en el procedimiento para acumular puntos para un colegio público. 

“A mí me gustaría que al igual que existe un título de familias numerosas y se reconoce la singularidad de esas familias que deciden tener tres o más hijos, que haya un título de familias monoparentales donde se reconozcan nuestras singularidades”, añade. Por ello, Susana critica que la Ley de Familias esté siendo planteada por el Gobierno como un simple parche, lejos de ofrecerse como una solución real para este tipo de hogares. “La singularidad de una familia con dos progenitores que decide tener dos o más hijos no es la misma que la de una mujer que tiene dos hijos. No es lo mismo ser familia numerosa con dos progenitores que serlo con uno”, explica enfadada. 

— A simple vista, parece que España es un país que, a nivel de derechos, avanza bastante en relación co otros países. ¿Por qué cree que todavía no se alcanza ese nivel con el reconocimiento de los derechos de las familias monoparentales?

La sociedad siempre va tres pasos por delante de donde va la política y la legislación. No sé si es una cuestión de negociación política. La política es dar y ceder, es así, es una negociación continua. Nos han prometido que en esta legislatura iba a ser y al final no va a ser. Me da igual quien gobierne, lo que veo es que no se nos reconoce. Cuando gobierna el partido conservador se favorece más a las familias numerosas y cuando gobierna un partido más progresista se favorece más la diversidad, pero siguen sin reconocernos. Yo lo que quiero es que me reconozcan, que tengo las mismas obligaciones que cualquier ciudadano.

Y además, tal y como asegura, tienen que continuar haciendo frente a continuos reproches por haber tomado una decisión que, todavía muchos, consideran precipitada. “Hay gente que intenta atacarnos y nos dice que nos lo teníamos que haber pensado antes de tener un hijo. Pues no, porque hay parejas que están en esa misma situación económica y nadie se lo reprocha. A nosotras sí se nos reprocha. Es otra vez esa discriminación por ser mujeres”.

Susana junto a su hijo de cinco años.

Susana junto a su hijo de cinco años. Cedida

Entre las posibles soluciones, Susana plantea la creación de un título de monoparentalidad, además de establecer el acceso a la vivienda y a la educación pública. “En el tema del IRPF, establecer las rentas en función de cuántas personas están incorporando dinero a la unidad familiar. No se puede hacer el corte en 30.000 euros y que sea igual para una persona que para dos”, añade. 

El caso de Alazne 

A Alazne el proceso de convertirse en madre le fue más complicado que a Susana, que lo logró a la primera. Su hija nació en mayo de 2020, cuando ella tenía 42 años. Siempre había querido ser madre, aunque por motivos laborales y familiares nunca se decidió a dar el paso. “Durante muchos años mi madre tuvo una enfermedad muy larga y no tenía la situación como para tener un bebé. Cuando falleció, la idea volvió a resurgir y con 40 años decidí que tenía que dar el paso sí o sí”, cuenta. 

Siempre recibió el apoyo de su familia, aunque el hecho de parir en pleno confinamiento hizo más complicada su situación. “No podía echar mano de familiares para acompañarme al hospital. Tuve que ir sola”, explica. Tal y como afirma, nunca le tuvo miedo a la maternidad, aunque sí confiesa que vivió su embarazo con incertidumbre. “Todo resultó bien y al final en el día a día te vas apañando. Cuando no conoces otra realidad y no sabes qué es tener una persona que te ayude tiras sola y te adaptas a las necesidades de la criatura”. 

Para ella, la dificultad más grande a la que se enfrentan las mujeres al ser madre en solitario es la conciliación. “Nosotras en la gran mayoría nos vemos con menos apoyos. Mi opción al final ha sido la reducción de jornada, con lo que implica de reducción de ingresos y de salario. De esa manera puedo estar más con la niña, la puedo recoger del colegio. Es eso o pagar a una persona para que le lleve y la recoja. En vez de pagar eso prefiero encargarme yo misma aunque pierda dinero a fin de mes”, añade. 

Alazne junto a su hija de dos años y medio.

Alazne junto a su hija de dos años y medio. Cedida

En cuanto a la Ley de Familias, Alazne asegura que, al principio, vivió el anuncio de la noticia con ilusión y esperanza. Sin embargo, con el tiempo, siente que no se ha avanzado nada. “En un principio te encuentras con que la ley iba a reconocer una definición oficial que podía ayudar a articular ayudas, pero si solo se queda en eso es un resultado muy escaso. Queremos pensar que este parón es para recapacitar y que se den cuenta de que tiene que haber algo más. Que sí, que las monoparentales de dos como numerosas es importante, pero que las demás que somos la mayoría, que somos el 70%, seguimos desprotegidas”. 

— ¿Cuáles son las necesidades de una madre que se hace cargo de su hijo ella sola? 

Articular todo tipo de ayudas para la conciliación. Porque si para nosotras la conciliación depende de reducir nuestra jornada o pagar a una persona para que nos ayude a llevar al niño al colegio, al final es un gasto que otra familia no tiene. Y además, nosotras solo tenemos un salario que entra en el hogar y tenemos que pagar todo. Hay que pagar una vivienda, llenar una nevera… son gastos que se multiplican. Por eso cada vez que se plantea una normativa de ayuda a las familias, o por ejemplo el sistema de becas, que se tenga en cuenta que somos monoparentales. Una beca comedor, por ejemplo, para nosotras es imprescindible. Las ayudas de becas y demás no terminan de reflejar nuestra necesidad. No terminamos de encajar y quedamos fuera.

El problema, para ella, entre otros, reside en la falta de perspectiva monoparental. Aunque asegura que sí que cree que en el Gobierno haya personas con cierta sensibilidad hacia su colectivo, hay otras que les frenan los prejuicios. “Creo que es importante llegar a un acuerdo ya, que la ley arranque. Porque sino, acabará la legislatura y después de las elecciones a saber cómo están las cosas. Al final es una carrera de obstáculos muy larga”, sentencia. 

Ley de Familias

La tensión entre los socios de Gobierno ha retrasado de nuevo la aprobación de la Ley de Familias. A través de ella, se reconocerán hasta 16 tipos de familias diferentes: biparental, monoparental, joven, LGTBI, numerosa, múltiple, migrante, reconstituida, familiar transnacional, intercultural, retornada y un largo etcétera. 

La ministra de Derechos Sociales y Agenda 2030, Ione Belarra, durante una sesión en el Congreso.

La ministra de Derechos Sociales y Agenda 2030, Ione Belarra, durante una sesión en el Congreso. Europa Press

Uno de los beneficios de la ley para las familias es el permiso de 8 semanas para los padres trabajadores. Sin embargo, la normativa no cumplira finalmente algunas de las promesas que Ione Belarra hizo en sus inicios a algunos hogares, como es el caso de los monoparentales. Además de no equiparar a aquellos con un solo hijo como familia numerosa, deja fuera también la propuesta planteada en los orígenes de igualar los permisos de maternidad de estas familias, que ahora solo pueden disfrutar de 16 semanas. 

Desde la Asociación de Madres Solteras por Elección, aunque se muestran cautas hasta momento en el que puedan leer el texto definitivo, consideran que la normativa no solucionará los problemas a los que se enfrentan las afectadas.

 “No se ha anunciado ninguna medida concreta que acabe con estas discriminaciones, ni siquiera duplicar el tiempo de permiso por nacimiento, acogida o adopción”, explica Miriam, la presidenta de la agrupación. Por ello, exigen que el Gobierno entienda la urgencia que la que se encuentran dichos hogares y el abandono y olvido institucional que sufren desde hace décadas.