Sady Brítez, trabajadora del hogar muerta según la Seguridad Social.

Sady Brítez, trabajadora del hogar muerta según la Seguridad Social. Cedida

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El drama de la cuidadora Sady: no le dan trabajo porque la Seguridad Social la da por muerta

Sady Brítez está desesperada: no tiene paro y la empresa que le ofrecía un año de contrato no ha podido darla de alta porque está oficialmente muerta.

14 septiembre, 2022 03:06

A veces pasa, una está tan contenta porque la van a contratar y, a última hora, se encuentra con la sorpresa: "Lo sentimos, pero no podemos contratarla". Lo que no pasa con tanta frecuencia —a decir verdad, no pasa nunca— es que el motivo sea el que le dieron a Sady Brítez, trabajadora del hogar en Sevilla desde hace 19 años: "No podemos contratarla porque usted está muerta".

Seguramente no haya forma agradable de enterarse de la propia muerte, aunque esto es algo que nadie se plantea nunca: cuando uno se muere no hay más de lo que enterarse. Ahí acaba todo, siempre ha sido así... hasta ahora. El rocambolesco argumento de El tercer hombre, en que todos dan por muerto a un vivo, salta a la realidad. El autor de este imposible ya no es Graham Greene, ahora es la Seguridad Social, que ha 'matado' a una trabajadora del hogar.

Sady Brítez, de 55 años, llegó a España procedente de Paraguay en 2003. Desde entonces, ha trabajado como la que más y ha encadenado trabajos de cuidadora del hogar y de personas mayores. Todo le iba razonablemente bien —al menos, tan bien como puede ser tratándose de un colectivo cuyos derechos aún están por mejorar— hasta que el 17 de julio falleció la señora a la que cuidaba. Había estado a su cargo durante cuatro años y medio, pero ahora se quedaba parada, sin paro... y muerta, según la Seguridad Social.

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"No sé qué hacer. En la Seguridad Social pone que he fallecido, pero ¡yo no estoy muerta, estoy viva! Se confundieron, la que falleció es mi empleadora", cuenta Sady a EL ESPAÑOL. Su relato es una llamada de auxilio: el único sueldo que entra en casa desde hace casi dos meses es el de su marido. Al estar 'muerta', ninguna empresa puede darla de alta.

Mensaje de fallecida en la Seguridad Social.

Mensaje de fallecida en la Seguridad Social. Cedida

Luchar contra un muro

Sady vivía con normalidad hasta que se enteró de que estaba muerta, claro. Es de esas noticias que, cuando llegan, le cambian a una la vida. Antes, ocupaba la mayor parte de su tiempo a buscar trabajo. Ahora, lo dedica a volver a vivir.

La semana pasada fue a Acción Laboral, una agencia para buscar empleo. Quería sacar su vida laboral porque una empresa de ayuda a domicilio perteneciente a la Junta de Andalucía le había ofrecido un contrato de un año e iba a darla de alta en la Seguridad Social. La sorpresa llegó cuando en Acción Laboral le dijeron que no podían sacar su vida laboral porque "aparecía como fallecida".

Poco después, la empresa se lo confirmó: "Me mostraron que estaba muerta y me quedé con la piel de gallina y los ojos cuadrados, como se dice en mi país", recuerda Sady. Eso de que a uno le enseñen su propia muerte parece cosa de las películas.

Al llegar a casa intentó ingresar en su cuenta de la Seguridad Social y, como ha comprobado EL ESPAÑOL, el mensaje fue el siguiente: "No es posible su identificación. El identificador pertenece a un fallecido".

Comienza entonces un periplo de viajes a las profundidades de la burocracia y la administración del que no saca nada: "El lunes fui al Centro de Atención e Información de Puerta Osario, donde me mandan a las oficinas de Gonzalo Bilbao, y de ahí a otra, pero ninguna me soluciona el problema".

Alberto Benítez Sanabria, responsable jurídico del Bufete Juristas Laboralistas, explica que la situación "no es normal, desde luego, aunque sí que a veces pasa". En opinión de este experto, "hay muchas formas de dar fe de vida", que es lo que tiene que hacer ahora Sady, como "solicitar revertir ese estado ante la Guardia Civil a través de un escrito". El problema es "el atasco administrativo del Instituto Nacional de Seguridad Social (INSS)"

El personal de seguridad del INSS —"los únicos que me han hecho caso"— le ha dicho a Sady que tiene que pedir cita, pero ella se niega porque "es un error de ellos, no mío, y se trata de algo urgente". Alberto Benítez cree que "de nada sirve luchar contra un muro, no hay más solución que probar que estás vivo".

Oficina de la Seguridad Social.

Oficina de la Seguridad Social. EFE

Situación límite

Existía la posibilidad de que el error no fuese de la Seguridad Social sino de la familia de la señora fallecida, pero eso quedó descartado cuando Sady llamó al hijo de la difunta —la de verdad, la que no hay duda de que está muerta—: "Me envió todos los documentos, hasta la defunción de la señora a la que cuidaba, y ellos no comunicaron mi fallecimiento, estaba todo bien". 

Para Sady se trata de una equivocación de consecuencias fatales. Como trabajadora del hogar que es, no tiene derecho a paro, y tras haber conseguido lo más difícil —encontrar trabajo, además un contrato de un año—, perderlo es algo que le afecta especialmente. 

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No solo eso, sino que Sady no sabe desde cuándo está oficialmente muerta. Es decir, es posible que, aparte del trabajo perdido que la ha hecho enterarse de su situación, haya perdido otros empleos potenciales al desaparecer de las listas de búsqueda de trabajo. Además de los que seguirá perdiendo hasta que la Seguridad Social no tenga a bien 'resucitarla'.

Alberto Benítez ve complicado que pueda recibir una indemnización para compensar el perjuicio sufrido, pues no está prevista en la ley: "Se podría hacer un procedimiento judicial en el que se demuestre que ha perdido empleos, pero es difícil, no hay precedente solo para eso".

"No sé si me van a indemnizar, pero lo que yo quiero es aparecer como viva, no como muerta", dice Sady, que no ha hablado con ningún abogado porque no tiene dinero para ello. Hoy no ha ido a las oficinas de la Seguridad Social porque "esto desgasta mucho, física y psicológicamente". Pero mañana volverá a luchar contra la burocracia. Y al otro. Y al otro. Y así hasta que vuelva a estar viva.