Fachada del edificio de bachillerato del IES Santa Teresa de Jesús.

Fachada del edificio de bachillerato del IES Santa Teresa de Jesús. RM

Reportajes

Los alumnos del profesor acusado de decir "las mujeres son las cabronas" afirman que es un complot

Un grupo de padres cuyos hijos suspendían con el docente se alió para acusarle de "machista" y "racista".

15 septiembre, 2021 02:22

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Había transcurrido apenas una semana desde el inicio de curso escolar y en el IES Santa Teresa de Jesús de Madrid estalló un bombazo: Antonio Sánchez, profesor de Valores Éticos -la asignatura sustituta de Religión- era cuestionado por lo que parecía una actitud “racista”, “machista” y “homófoba” en clase. Varios medios de comunicación se hicieron eco de estas quejas reiteradas por parte de un pequeño grupo de padres y alumnos. Por si el supuesto escándalo pareciera menor, el caso fue sobreseído por la inspección educativa de la Comunidad de Madrid, que se metió en el asunto tras las primeras denuncias. 

El asunto tenía todos los ingredientes para ser la tormenta perfecta y sentenciar así la carrera del docente. La realidad, sin embargo, es que solo se trata de una campaña urdida por un grupo de padres y sus hijos con dificultades para aprobar las asignaturas del exigente Antonio. La Consejería de Educación no encontró nada extraño en el desempeño del profesor. Por su parte, EL ESPAÑOL ha hablado con varios alumnos de Antonio que salen en su defensa y que contradicen la versión que se ha contado hasta ahora. Hablan de un “complot”.

Beatriz y Ugo estudian segundo de Bachillerato. Son alumnos de Antonio y, además, miembros del Consejo Escolar, elegidos en votación por sus compañeros. En sus muñecas, ambos llevan una inconfundible pulsera con la bandera tricolor republicana. “Que quede claro y que conste que nosotros somos de izquierdas y este profesor no es nada de todo lo que se ha dicho”, advierte Ugo. Beatriz, por su parte, es también miembro del colectivo LGTBI.

Ella lleva dos años en el Santa Teresa de Jesús, situado en el centro de la capital. Recuerda la primera clase con Antonio: “Yo me escandalizo muy rápidamente y dijo un comentario que me encendió, porque no comprendía, a lo que rápidamente levanté la mano y me puse a debatir con él. Salí de clase indignada, pensando que este tío era gilipollas. Pasado el tiempo, no solo digo que no es machista y no es homófobo, sino que es mi profesor favorito”.

Otros alumnos de este pequeño instituto de 422 alumnos reconocen que Antonio suelta alguna que otra “sobrada” en clase. Que es provocador y que su estilo no deja indiferente. Pero Ugo lo explica: “Es alguien enérgico, habla sin tapujos, critica a veces a algunas corrientes y partidos por sus incoherencias, como a la izquierda posmoderna, pero también a la derecha posmoderna. Nunca ha faltado al respeto a un alumno y, evidentemente, muestra en clase muchas posturas, porque quiere que pensemos por nosotros mismos. Es sobre todo, un profesor crítico y, más que nada, brillante”.

Entonces, ¿por qué acusarían algunos alumnos a Antonio de decir cosas como que “las verdaderas cabronas son las mujeres”? ¿O que “el patriarcado es la mejor invención del ser humano”? 

Padres enfadados

Según explican Beatriz y Ugo, todo comenzó durante la cuarentena del año pasado. El profesor, además de dar clase de Valores Éticos, lo hace de Debate y Oratoria, Psicología y Filosofía. En una de sus clases dejó como recursos para debatir dos vídeos de la ‘youtuber’ de derechas Paloma Pájaro, afín a las ideas de Vox y apologista de la derecha tradicional. Un padre se quejó.

El padre en cuestión es un exprofesor de Ciencia Política que fue expulsado de su universidad en Argentina. “Es de los que piensa que no se puede mostrar nada de otro color político que no sea el suyo, ni siquiera en una clase de debate”, señala Ugo.

Más tarde, el padre volvió a tener otro encontronazo con Antonio. Su hijo no quiso hacer un trabajo y terminó por redactarlo él. A Antonio le pareció sospechoso el texto que presentó el chico, porque realmente estaba hecho por un profesor universitario en Ciencia Política. Le puso un cero. El padre se tomó aquello como una afrenta personal y decidió declararle la guerra.

Desde entonces, se alió con otro grupo de padres cuyos hijos se quejaban de Antonio, no tanto de su ideología o maneras, sino de su exigencia. No aprobaban nunca sus asignaturas. Esto es algo compartido por el resto de alumnos. Algunos chicos anónimos con los que ha hablado este periódico a la puerta del instituto dicen que no es fácil aprobar con Antonio. “Es un profesor duro”, dice uno de ellos.

El grupo de padres formalizó entonces una queja en el Consejo Escolar para conocer el porcentaje de suspensos en las asignaturas de Antonio. Querían detectar un patrón para boicotearle. Beatriz recuerda la acalorada reunión y dijo que aquello era “ilegal”. “En asignaturas como Matemáticas apenas había un 30% de aprobados y nadie puso una queja, pero algunos de los que suspendían con Antonio querían ir a por él”, apunta.

Luego vino el acoso en la calle por defender al maestro. Algunos padres de estos alumnos esperaron a Beatriz -menor de edad- a la puerta del centro para presionarla con el fin de que no lo defendiera más. “No es normal que unos padres hagan eso”, dice la joven. 

Por su parte, Ugo recuerda otro episodio similar en una de las reuniones del Consejo Escolar. Allí, a pesar de que se evitaba el tema, alguno de estos padres lo volvía a sacar, a veces de malas maneras con los chicos. “Uno me comenzó a gritar, a decirme de todo”, relata Ugo. La directora de aquel momento -ahora hay otra- se acercó en privado al alumno para ofrecerle su apoyo.

Los hijos de aquel grupo de padres continuaron suspendiendo las asignaturas de Antonio. Según relata Beatriz, la consigna era que ellos “pasaban” de estudiar porque, total, a Antonio “lo iban a echar”. Es de lo que estaban convencidos sus padres. Las cosas llegaron a tal punto que elevaron una queja a la Consejería de Educación, que envió una inspección.

Esta se entrevistó con tres de los jóvenes que se quejaban y con otros alumnos elegidos de forma aleatoria. Ninguno de estos últimos se quejó del docente, al igual que ha podido comprobar este periódico a las puertas del instituto. La inspección no encontró ninguna prueba y dio carpetazo al caso.

Las frases

A pesar del relato de los alumnos, ¿qué hay de cierto en las frases que supuestamente habría dicho Antonio y que han sido denunciadas por otros compañeros? Tanto Ugo como Beatriz estuvieron presentes en el momento en que se pronunciaron y explican que “se han sacado de contexto”.

Por ejemplo, dicen que cuando se dice que Antonio afirmó que el patriarcado “es la mejor invención del ser humano” se refería a “que las sociedades antiguas adoptaron el patriarcado como su sistema de organización social para evitar el incesto y otras formas de violencia”, en palabras de Ugo. Cuando habría asegurado que “las verdaderas cabronas son las mujeres”, los jóvenes delatan que en la frase falta un “no” antes de "son". Y así todo.

A Antonio, dos alumnos de los que se quejaban, también le acusaron de interrumpirlos en los debates. Denunciaron que no les hacía caso y que levantaba el tono de voz. A esto, Ugo dice que el docente corregía a los alumnos y les cortaba con un tono de voz que es el suyo, pero “nunca sobre el contenido” de sus exposiciones, sino sobre la forma en que lo hacían. “En una clase de debate se dan posturas opuestas que hay que defender independientemente de la ideología de uno, pero nunca hubo una crítica a qué es lo que defendían, sino a cómo lo hacían”, prosigue.

“Predicar la verdad”

Las acusaciones contra el docente han generado “un ambiente de miedo y tergiversación”, según Beatriz. Una alumna de tercero de la ESO que este curso comienza a dar clases con Antonio, declara que su madre tiene previsto ir a quejarse a la directora por lo que ha escuchado de él. Pero el equipo directivo y la mayoría del claustro no quieren entrar en polémicas. No se han pronunciado, aunque según ha podido conocer este periódico, están del lado del docente.

El IES Santa Teresa de Jesús, según explican los alumnos, tampoco es sospechoso de ser un centro que dé cobijo a ideas políticas ‘ultras’ o intolerantes, sino más bien lo contrario. “Somos un instituto muy ‘hippie’”, cuenta Ugo.

Más allá de ese grupo de padres, Antonio no es un hombre con enemigos y, de hecho, según estos y otros alumnos, “es buena persona”. Se le ve normalmente con otros colegas y también con sus propios pupilos haciendo el café en bares de la zona. EL ESPAÑOL ha intentado contactar con él para conocer su versión de los hechos, pero no ha obtenido respuesta.

Una de las frases que sus críticos recuerdan en uno de sus múltiples rifirrafes es la siguiente: “Mi objetivo no es que seáis buenas o malas personas. Me la trae floja si sois asesinos, delincuentes o psicópatas. No he venido a predicar la verdad. A mí me importa si os sabéis definiciones, no lo que vayáis diciendo por WhatsApp sobre mí, me importa una mierda y este año yo me voy a dedicar a dos cosas: a corromper a los jóvenes y a no creer en los dioses”.

Antonio solo ironizaba con la ‘Apología de Sócrates’, la obra de Platón que relata la defensa de su maestro acusado de corromper a los jóvenes y de no creer en los dioses. Una defensa que Sócrates esgrimió ante sus enemigos sofistas, aquellos a quienes, en la antigua Grecia, solo les importaban los artificios argumentales con tal de convencer y lograr sus objetivos, incluso -y habitualmente- a costa de la verdad.