Detrás de su rostro de belleza angelical y de su profunda mirada de ojos claros escondía un corazón tan frío como un iceberg. De otra forma no se entiende cómo Teri ha sido capaz de convivir durante cinco meses con el cádaver en descomposición de su propia madre: Ana. Los poco más de cinco mil vecinos de Alcudia de Crespins (Valencia) están en ‘shock’ después de que este jueves la Guardia Civil detuviese a Teri y a su novio, ‘El Masiero’, como los supuestos autores de la muerte violenta de esta mujer, de 45 años y nacionalidad búlgara, cuyo cuerpo sin vida guardaban presuntamente dentro de una bañera del piso que compartían en este pueblo valenciano enclavado a la vera del río Cáñoles.

La pareja de novios -ella de 19 años y él de 18 años- han sido detenidos por la Guardia Civil después de que más de media docena de agentes del cuartel de Canals y de la Policía Judicial de Játiva tomasen el bloque de pisos del número 18 de la calle Miguel Hernández para inspeccionar palmo a palmo el inmueble donde ambos jóvenes convivían con la víctima. “Todo apunta a que se trata de una presunta muerte violenta: la víctima llevaba fallecida desde abril porque el cuerpo se encontraba en avanzado estado de descomposición”, tal y como han confirmado fuentes de la investigación a EL ESPAÑOL. 

En la práctica esto supone que Teri se pasó el confinamiento domiciliario decretado por las autoridades sanitarias conviviendo con el cadáver momificado de su madre: Ana. “La hija de la mujer y el novio de la joven han sido detenidos como sospechosos de esta presunta muerte violenta y se espera que a lo largo del fin de semana pasen a disposición de los Juzgados de Játiva”, según han avanzado las citadas fuentes de la investigación. Los agentes trabajan a contrarreloj para esclarecer el papel que han podido jugar cada uno de estos jóvenes en este terrible deceso perpetrado con un arma blanca que obra en poder del Instituto Armado. 

De momento, los investigadores barajan como principal hipótesis que la agresión mortal que sufrió la víctima “se produjo en el marco de una discusión”. De hecho, un vecino del bloque que reside justo debajo del inmueble donde convivían Ana y su hija, Teri, ha explicado a El Español que “durante la cuarentena se escucharon gritos, discusiones y varios trompazos”. En las primeras semanas como la gente no salía de su piso a causa de la pandemia de coronavirus, la joven no tuvo problemas para ocultar lo sucedido mientras que todas las semanas recibía visitas esporádicas de su novio ‘El Masiero’.

A lo largo de estos cinco meses la cosa se le fue complicando cada vez más a Teri porque con la desescalada y la entrada en vigor de la ‘nueva normalidad’ los vecinos empezaron a echar en falta a Ana y el inmueble donde vivían madre e hija desprendía un olor nauseabundo. A todo ello se unió un factor clave que apuntan fuentes de la investigación: “La muerte de Ana trascendió a una persona del entorno de Teri que decidió acudir al cuartel de la Guardia Civil para informar”. 

En la madrugada de este jueves unos agentes de la Benemérita acudieron por sorpresa al inmueble del número 18 de la calle Miguel Hernández y la hija se negó a dejarles entrar al piso: la mentira de esta adolescente tenía las horas contadas porque una patrulla se quedó apostada en la puerta del bloque a la espera de obtener una orden judicial para registrar el inmueble y finalmente cuando entraron se encontraron con el cadáver momificado de la madre.  

Fuertes discusiones a diario

Este diario ha podido saber que el cuerpo de Ana presentaba signos de violencia: este era el truculento epílogo a la mala vida que esta mujer llevaba sufriendo presuntamente durante años, primero a manos de su esposo, y después por parte de sus hijos. “El marido la maltrataba y los dos hijos también lo hacían cuando le pedían dinero”, lamentaba una vecina del bloque situado en el número 18 de la calle Miguel Hernández donde residía la víctima. “Pobre Ana”, repetía sin cesar.

“Era una familia que hace más de 15 años llegó de Bulgaria a Alcudia y casi todos los días se escuchaban golpes, gritos y peleas en la casa”, detalla esta mujer desde el anonimato. “Hablaban en su idiona, pero se notaba que eran discusiones muy fuertes”. Ana se ganaba la vida cosiendo, cuidando a personas mayores y deslomándose limpiando escaleras de edificios, pisos... Hacia de todo para contribuir en la economía de la casa mientras su esposo se pasaba los días enteros en la carretera trabajando de camionero. En el barrio los hijos del matrimonio, Teri y Nicolai, hicieron migas con otros niños que les conocían con una versión españolizada de sus nombres: Teresa y Nicolás.

Un empleado de los servicios funerario sacando el cuerpo sin vida de Ana del bloque de pisos.

“Hace unos años se acabaron divorciando por las peleas y su hijo, Nicolás, se marchó con su padre, pero su hija, Teresa, se quedó viviendo con Ana”. El cambio no supuso una mejora en el clima de convivencia familiar, según el relato de esta vecina y amiga de la fallecida: “La hija tenía arranques de rabia cuando no se salía con la suya”. Otro residente en este bloque de cuatro plantas corrobora las fuertes discusiones que seguían protagonizando Ana y Teri tras la marcha del cabeza de familia: “La madre se dejaba los cuernos trabajando y la hija no daba palo al agua y encima era caprichosa”.

Debía dinero 

Los problemas no acababan ahí para Ana porque tras la separación sufrió apreturas económicas, ya que en alguna ocasión le cortaron temporalmente la luz y en la actualidad adeudaba varias cuotas de 20 euros a la comunidad de propietarios. A pesar de todo, Ana no solo no tuvo problema en que su hija, Teri, metiera cada vez que quisiera en casa a su novio, ‘El Masiero’, sino que además buscó una solución para saldar la deuda con los vecinos: “Ella se ofreció a limpiar la escalera”. Precisamente este detalle fue clave en la investigación de la Guardia Civil: Ana llevaba un tiempo sin limpiar la escalera y los residentes empezaron a sospechar de que le pasaba algo a esta mujer. 

“Al final la hija se ocupaba de limpiar la escalera, un vecino le preguntó por su madre y ella le dijo que volvería dentro de unos días”, apunta un joven de la zona. La explicación sonó extraña dado el historial de Teri: una adolescente que solía discutir con su madre y a la que no le gustaba trabajar. “Creo que llegó a tener un trabajo de camarera”. A la ausencia prolongada de Ana se sumó a las sospechas vecinales otro factor: el olor putrefacto que salía del inmueble de esta familia. “En el bloque olía mal”, apunta este joven. “Parece ser que a la madre la tenían dentro de la bañera y trataban de deshacerse de ella”.

Otro chico apunta en la misma dirección: “Le abrieron la cabeza a base de navajazos y la pusieron en la bañera con hielo para evitar la descomposición del cuerpo”. La Guardia Civil ni confirma ni desmiente este hecho solo corrobora que había un fuerte olor en el número 18 de la calle Miguel Hernández de este municipio valenciano de la Costera. De forma que los residentes terminaron por alertar a la Benemérita del hedor que salía del inmueble y de la ausencia de Ana.

Teri custodiada por varios agentes de la Guardia Civil durante el registro donde apareció el cadáver de su madre.

“Era insoportable el olor que había en la escalera”, subraya una residente mientras añade indignada la conducta que había mostrado en los últimos días Teri al disimular supuestamente la ausencia de su madre: “Este miércoles se puso a limpiar como si nada y le dijo al presidente de la comunidad que el sábado iría su madre a pagar la cuota”.

“La hija no estaba preocupada”

Los agentes del Grupo de Homicidios y de la Policía Judicial tomaron el bloque a primera hora de este jueves. “Me encontré en el bloque a muchos guardias civiles a las ocho y media de la mañana”, tal y como confirma a EL ESPAÑOL un residente del número 18 de la calle Miguel Hernández donde se produjo esta presunta muerte violenta que investiga la Guardia Civil. “La hija de Ana estaba sentada en el rellano, con su perro, y no parecía tener cara de preocupacion”. Sin embargo, horas después se marchaba junto a los agentes en calidad de detenida al igual que su pareja sentimental.

Teri conoció a su novio en Canals: el pueblo que está justo al lado de Alcudia de Crespins. “Nadie sabía de dónde sacaba el dinero la pareja para comprarse ropa y pasarse todo el día paseando”. La única certeza de los lugareños es que los dos daban muestras de estar enamorados y les gustaba publicar fotos acaramelados en Instagram con mensajes de este tipo: ‘Eres esa persona que tanto me hacía falta, a mí a mi vida’. A ‘El Masiero’, de 18 años y natural de Europa del Este, era habitual verle con su chica matando el tiempo en la zona conocida como pista naranja donde algunos jóvenes acuden a pasar el rato con la pandilla y otros se dedican a beber litronas y fumar hachís.

No hay denuncias

El registro del inmueble por parte del Instituto Armado fue muy minucioso y se prolongó durante horas lo que generó mucha expectación entre los residentes. “En el bloque se ha formado un tumulto de vecinos preguntándose qué ocurría con tanto guardia civil”, recuerda este residente de Miguel Hernández. Las incógnitas se empezaban a disipar cuando el personal de servicios funerarios sacaba del tercer piso, dentro de una bolsa negra, el cadáver de Ana. Posteriormente, los agentes daban por finalizado el registro y se llevaban a Teri en calidad de detenida mientras la Policía Local se quedaba con la custodia de su perrito. “Es un asunto grave”, zanjaba un agente.

“Ana tenía la mirada muy triste, todos la han maltratado en su vida, su marido, sus propios hijos, pero esto no nos lo esperábamos de su hija, que llegara a tanto: todos los vecinos estamos absolutamente consternados”, reflexinaba apenada una mujer.

Conforme se marchaban de la zona los agentes, a partir de ese momento se disparaban en el vecindario todo tipo de teorías sobre las circunstancias que rodearon a esta muerte: una presunta  pelea por dinero, el supuesto consumo de sustancias estupefacientes... Hasta ahora todo apunta a que una discusión fue el desencadenante del ataque con arma blanca que acabó con la vida de Ana. La instrucción judicial que próximamente se iniciará en los juzgados de Játiva tendrá que concretar qué motivo esa pelea y qué papeles jugaron Teri y su novio, ‘El Masiero’, tanto en la agresión mortal como en el ocultamiento del cadáver de la pobre mujer dentro de una bañera. 

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