En la madrugada del jueves 23 de enero de 2020, el pesquero ‘Rúa Mar’ naufragó en aguas atlánticas del Estrecho de Gibraltar con seis marineros de Algeciras a bordo, de los que sólo se han encontrado los cuerpos de dos. El operativo oficial de búsqueda acabó el 26 de febrero sin hallar el barco ni restos de los otros cuatro tripulantes.



Mientras empezaba la búsqueda en enero, se supo que el Juzgado Central de Instrucción nº 6 de la Audiencia Nacional estaba investigando al ‘Rúa Mar’, como a otros pesqueros gaditanos del Campo de Gibraltar, por posible implicación en redes de tráfico de hachís entre Marruecos y España. Y ahora, casi seis meses después de la tragedia, el armador de la embarcación, Pedro Maza (hijo del homónimo presidente de la patronal pesquera andaluza), acaba de ser detenido, este martes, como principal investigado en la denominada ‘Operación Matraca’ contra el tráfico de hachís en barcos pesqueros, en la que han intervenido 200 agentes de la Policía Nacional y la Agencia Tributaria. El ‘Rúa Mar’ ya había sido apresado en 2014 con un alijo de hachís, cuando pertenecía a otro armador.



Familiares de las víctimas quieren que la detención del armador por supuestamente usar el barco naufragado u otros para traficar droga sirva para que las autoridades reactiven la búsqueda, tal como ellos llevan meses reclamando sin éxito. Una de las viudas, Rocío Muñoz, decía ayer a EL ESPAÑOL que precisamente encontrar el pecio y a sus hombres perdidos permitirá saber qué ocurrió. Las circunstancias conocidas hasta ahora apuntan a un accidente repentino sin implicación de otros buques. La instrucción por el naufragio del ‘Rúa Mar’ la dirige el Juzgado 1 de Algeciras.  

En la imagen, el armador del 'Rúa Mar' detenido, Pedro Maza hijo

Despedida

Parientes de los desaparecidos, en una entrevista con este periódico celebrada antes de la detención de Maza, ruegan al Gobierno central y a la Junta de Andalucía que apoyen una nueva búsqueda a cargo de una empresa privada española de servicios oceanográficos, Azul y Verde, que dispone de tecnología de rastreo submarino más avanzada que la que emplearon la Armada, Salvamento Marítimo y la Guardia Civil.



A las viudas de los pescadores Iván Cazorla y Daniel Gallego, que lideran la reclamación, les indigna un hecho en verdad sorprendente: el dueño de Azul y Verde, Carlos Fierro, ofreció gratis su ayuda desde el primer día tanto a la empresa armadora del ahora detenido como a Salvamento Marítimo, dependiente del Ministerio de Fomento, pero éstos no la aceptaron para invitarlo a participar en la búsqueda. “No le contestaron siquiera”, lamentan Rocío Muñoz y Milagros Figueroa, las mujeres de Iván y Daniel. Denuncian que se perdió una gran oportunidad entonces con esa oferta desaprovechada, de la que no tuvieron noticia hasta después de concluir el operativo oficial un mes después del naufragio.

Rocío Muñoz (a la derecha) y Milagros Figueroa, las mujeres de Iván y Daniel.

La oferta altruista del empresario de servicios submarinos sigue en pie para realizar una segunda búsqueda con su vehículo autónomo de rastreo submarino. Por eso estas mujeres y sus familiares (hijos, padres, hermanos…) se están movilizando para reclamar a las autoridades que esta vez no dejen pasar la ayuda y respalden esta iniciativa privada. El empresario, con un acreditado historial de trabajos especializados para la Administración, les ha reiterado a las familias que hará la búsqueda gratis pero siempre que las autoridades abanderen su operación mediante un convenio de colaboración y le faciliten los datos del primer rastreo, para no actuar por libre.

Han pasado seis meses desde la tragedia y no podrán descansar hasta que los encuentren, explican a EL ESPAÑOL una quincena de familiares de Iván y Daniel a la entrada del puerto de Algeciras, después de que la Guardia Civil les haya impedido encontrarse para la foto en el muelle pesquero, junto a la sede del armador del barco palangrero, el ahora detenido Pedro Maza hijo. Usan mascarillas y se separan entre sí porque estamos en tiempos de pandemia, otro obstáculo para la búsqueda.

Un hermano, Sebastián Cazorla, expone: “Queremos que le den carta blanca al barco que se ha ofrecido [el ‘Ocean Explorer’ de la empresa Azul y Verde] para que busquen a nuestros seres queridos que están ahí en el fondo, para que podamos llorarlos y saber dónde llevarles las flores. Por favor, dadle carta blanca. Por favor, os lo pedimos, porque tiene toda la tecnología para buscar ese barco [el pesquero ‘Rúa Mar’] que está en el fondo. Por favor, ayúdennos”.

Familiares de los pescadores desaparecidos en el Rúa Mar piden una nueva búsqueda

Las viudas explican que el 27 de febrero el subdelegado del Gobierno en Cádiz, José Pacheco, les comunicó en una reunión con las familias el final de la operación oficial de búsqueda y rescate, en la que se emplearon numerosos medios marítimos y aéreos para rastrear 10.272 kilómetros cuadrados en superficie y otros 546 en el fondo marino. El ‘Rúa Mar’ se dedicaba a la pesca del voraz en el caladero marroquí y su radiobaliza de alarma, indicadora de naufragio, se activó a las 1.16 horas del 23 de enero, cuando navegaba a 28 millas al oeste del marroquí cabo Espartel y empezaba un temporal.



El subdelegado destacó en su balance ante los medios de comunicación que había sido “uno de los mayores dispositivos de búsqueda conocidos hasta el momento en España”. Había costado más de un millón y medio de euros y habían participado más de cien efectivos.



Días después del naufragio, encontraron en superficie en la costa entre Tarifa y Algeciras los cadáveres de Antonio José Maza (patrón del barco y tío del armador ahora arrestado), con el chaleco salvavidas puesto, y Óscar Maquera. No han aparecido los cuerpos de Daniel Gallego, Iván Cazorla, Antonio Fernández y Ángel Maza, hermano del patrón. Un pesquero de Barbate encontró dos botes salvavidas del barco perdido.

Los cuatro marineros del Rúa Mar cuyos cuerpos no se han encontrado.

La búsqueda del pecio en el fondo marino corrió a cargo del barco oceanográfico de la Armada ‘Tofiño’ y del buque de Salvamento Marítimo ‘Clara Campoamor’. El primero mapeaba el lecho submarino con diversos sondadores y un sónar de barrido lateral, a entre 180 metros y 690 metros de profundidad, y cuando detectaba algún posible blanco (hallaron cinco pecios antiguos y 22 formaciones rocosas), a continuación el segundo enviaba a explorar el sitio al robot subacuático con cámaras que le había prestado el Instituto Español de Oceanografía, manejado por control remoto a través de un cordón umbilical. No hallaron rastro de la embarcación.

Segunda búsqueda

Sólo cuando la búsqueda oficial concluyó, las familias se enteraron de que había una empresa experta que había ofrecido su ayuda desde el primer día y a la que no habían respondido. Fue cuando Carlos Fierro, el empresario, conoció a una hermana de Daniel Gallego, portavoz entonces de los familiares, y le contó, extrañado, su fallida oferta: cuando el ‘Rúa Mar’ desapareció, él estaba con su barco, el ‘Ocean Explorer’, en la cercana Ceuta para trabajos de reparación, y llamó a Pedro Maza, presidente de la Federación Andaluza de Asociaciones Pesqueras (Faape) y padre del propietario del pesquero perdido, Pedro Maza hijo, para poner sus medios a su disposición; también llamó por teléfono a la torre de control de Salvamento Marítimo y envió un correo electrónico a este organismo, ofreciendo su ayuda gratuita. No hubo respuesta ni de armador ni de autoridades.



Al enterarse de que seguía en pie el ofrecimiento de esta empresa, las familias intentaron poner en marcha un segundo plan de búsqueda y rescate. El 2 de marzo, explica Rocío Muñoz, se reunieron con el dueño del pesquero, Pedro Maza hijo, y el empresario Carlos Fierro para acordar la presentación de su propuesta a las autoridades. Maza, en respuesta a los familiares que lo acusan de falta de información, declaró en mayo a la cadena local ‘Área Campo de Gibraltar’ que el 8 de marzo presentó el nuevo plan de rescate de la empresa Azul y Verde ante la Consejería andaluza de Pesca y que el viernes 13 de marzo preguntó y le comunicaron que lo habían trasladado a la Secretaría de Pesca del Gobierno central. Añadía el armador ahora detenido que un día después se decretó el estado de alarma por el coronavirus y que no ha vuelto a tener noticias del estado de su petición. Estas familias demandan al Estado que responda ya y facilite una nueva operación, que no le supondrá coste alguno. El ‘Ocean Explorer’ de Fierro tiene cinco tripulantes y por un mes de trabajo factura entre 40.000 y 50.000 euros, que en este caso no les cobrará.



La decisiva diferencia entre la primera búsqueda y la nueva que reclaman las familias es que en esta ocasión la empresa de servicios submarinos usaría tecnología más avanzada que la empleada entonces por la Armada y Salvamento: un Vehículo Submarino Autónomo (VSA, aunque se conoce más por las siglas inglesas AUV) que, sin conexión con cable con el barco nodriza, recorre el fondo hasta 24 horas seguidas rastreando el área de búsqueda programada. El operativo oficial de rescate no disponía de un minisubmarino de última generación y gran autonomía como el Remus 600 que le cede a Azul y Verde la empresa noruega Kongsberg, con la que colabora habitualmente.



Submarinos autónomos como éste son los que se han usado en operaciones tan complejas como la localización del submarino argentino ‘San Juan’, hundido en 2017. Además, el ‘Ocean Explorer’ está dotado con dos robots submarinos con brazo articulado y manejo por control remoto (ROV, en sus siglas inglesas), del tipo Seaeye Linx 1500, uno preparado para alcanzar 1.500 metros de profundidad y otro 600 metros, ambos de menor alcance que el de 3.000 metros que usó Salvamento Marítimo pero que son suficientes para trabajar a la cota en que se cree que se hundió el ‘Rúa Mar’.



La empresa de esta segunda búsqueda que reclaman las familias tiene dos décadas de experiencia en el sector y realiza trabajos submarinos internacionales de diverso tipo, desde revisar tuberías de gas entre Argelia y España hasta descubrir, por encargo de las fuerzas de seguridad, un avión hundido en la Costa Brava. Tiene como clientes, por ejemplo, a los ministerios españoles de Defensa, Interior, Ciencia, Fomento y Pesca, los gobiernos de Andalucía, Cataluña y Baleares, la OTAN, las empresas gaseras Medgas (gaseoducto Beni Saf-Almería) y Enagás (gaseoducto Tánger-Tarifa) y organismos científicos y medioambientales como la Fundación Biodiversidad o el Instituto Geográfico Nacional.

Sin posibilidad de rescate

Para no crear falsas expectativas, el experto ha informado a las familias de que la búsqueda es muy difícil, como ha demostrado el hecho de que el amplio despliegue oficial entre enero y febrero no obtuviera resultados. Es posible sondear una zona y que un pecio pase desapercibido. En su plan de búsqueda presentado a la Junta de Andalucía, al que ha tenido acceso EL ESPAÑOL, la empresa Azul y Verde de Carlos Fierro destaca en el apartado final que aunque encuentre el barco en el fondo y a través de las cámaras del submarino autónomo y de los robots halle cadáveres, no se compromete a que pueda rescatarlos de su interior. Lo principal en esta etapa, que llama “Segunda fase de búsqueda”, es que le faciliten la información acumulada en el rastreo anterior, para aguzar la investigación y localizar el pecio. Sacarlo a la superficie es factible pero quedaría para una fase posterior, más compleja y costosa. La empresa, aparte de su personal, barco e instrumental, se encargaría, dice el plan, de gestionar los permisos de búsqueda en aguas de Marruecos, país en el que trabaja habitualmente y cuyas autoridades ya han colaborado en la fase inicial tras el naufragio.



No sólo se han quedado sin sus hombres queridos, todos padres de familia, de barrios populares como la Piñera o el Saladillo. Seis meses después, aún no han empezado a cobrar pensión de viudedad y no reciben ninguna ayuda. Rocío Muñoz, de 34 años, la mujer de Iván Cazorla, de 37, trabajaba limpiando casas pero, con la pandemia, ya no tiene ni ese ingreso, y ella y sus dos hijos se mantienen yendo a comer a casa de sus padres. Pero más que la necesidad de salir de esta pobreza la mueve ahora el deseo de encontrar a su marido. ¿Han recibido ayudas? “Nada. No tenemos nada. Pero lo que nos interesa ahora mismo es la búsqueda. Que nos apoyen esto”, contesta Muñoz, antes de que los familiares, la mayoría mujeres, disuelvan su improvisada concentración con un gran aplauso final a ellas mismas, para darse ánimos y no caer derrotadas.

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