La verdad absoluta y eterna existe, pero solo en matemáticas. Jorge Wagensberg.

Desde el nacimiento de las ciencias ha existido un debate filosófico sobre si hay más Verdad (en mayúsculas) que aquella que se puede demostrar empíricamente, siendo las matemáticas la principal herramienta para ello. Esta discusión del pensamiento humano está lejos de resolverse y resulta inabarcable en estas líneas. Sin embargo, lo que nadie cuestiona es la importancia de las matemáticas en el mundo actual, ya sea para dividir la cuenta de una gran cena grupal, como para fabricar y programar la pantalla en la que usted lee este reportaje.

Las matemáticas rara vez son noticia, pero recientemente han subido a la palestra mediática por la nueva ley de educación del ministerio dirigido por Isabel Celaá, bautizada formalmente como Lomloe, y coloquialmente como ley Celaá. Esta nueva ley, que actualmente se está tramitando en el Congreso de los Diputados, contempla que las matemáticas dejen de ser obligatorias en las ramas del bachillerato de Ciencias y Tecnología y Humanidades y Ciencias Sociales. Como sucede cada vez que un Gobierno toca la educación, la polémica está servida.

EL ESPAÑOL ha preguntado a diferentes perfiles dentro del mundo de las matemáticas su opinión sobre esta medida. Son estudiantes, profesores e incluso doctores, pero todos coinciden en tachar esta medida de “absurda” para arriba. “Yo considero que las matemáticas forman parte de la cultura ciudadana lo mismo que la filosofía o que la historia”, afirma Francisco Marcellán, presidente de la Real Sociedad Matemática de España (RSME), el órgano que está abanderando la lucha contra esta medida.

“Por ejemplo, la pandemia está demostrando que las matemáticas son un elemento fundamental para que la ciudadanía tenga elementos de valoración en el mundo de los datos en el que vivimos”, explica Marcellán.

Defensa de la lógica

La ley Celaá contempla como materias comunes de los dos años de bachillerato la filosofía, historia de la filosofía, historia de España, literatura, educación física, lengua oficial (en el caso de las comunidades con segunda lengua oficial) y lengua extranjera. “No aparece nada de matemáticas y nada de ciencia”, protesta Marcellán.

“Es una insensatez. Igual que hay un mínimo de cultura general que se aprende en historia y literatura pues hay un mínimo de matemáticas que todo el mundo debería saber”, opina Ana Campos, estudiante de segundo curso de matemáticas y estadística. “Más que el conocimiento que se pierde, como hacer una integral, es la parte que se va formando en el cerebro. Es el razonamiento, la resolución de problemas y una parte de la personalidad, de intentar ser más sistemático, de obedecer ciertas reglas que siguen las matemáticas y que no estamos acostumbrados a usar en otras asignaturas. Amuebla mucho la cabeza”.

Miren Lur Barquín, Ana Campos y Diego Redondo, estudiantes de matemáticas.

Hay un patrón que se repite en todas las personas entrevistadas para este reportaje: la defensa del pensamiento lógico que se desarrolla gracias a las matemáticas. “Te hacen pensar de una forma diferente. Lo que tú aprendes con las matemáticas, aparte de todo lo que te enseñan de leyes y teoremas, es que tu cerebro piense de una forma más lógica, que al final es lo que necesitas para tu vida cotidiana. Da igual que te dediques a carreras de letras o a trabajar en cualquier otro ámbito. Es una forma de pensar diferente a la que tendríamos si no hubiésemos estudiado matemáticas en el colegio”, defiende Miren Lur Barquín, recién graduada en matemáticas.

“Además, muchas de las matemáticas que hay en el bachillerato abusan de la mecánica y en apenas hay razón en ellas, ya quitándolas del todo me parecería un desastre”, añade Diego Redondo, que se ha enterado de esta noticia por boca de este periodista, al estar encerrado estudiando para sus exámenes de cuarto de ingeniería matemática.

Es por esto que advierten de que quitarlas podría traer graves consecuencias. “Perder el pensamiento lógico y la capacidad de manejo e interpretación de datos que te hace desarrollar las matemáticas nos puede hacer muchísimo más manejables. Las personas van a ser más manipulables”, augura Ana Díaz, profesora de matemáticas en el Colegio Logos (Las Rozas, Madrid). La docente considera que la medida que recoge esta ley es “absurda” y defiende que “todas las personas tienen el derecho de desarrollar el pensamiento lógico”.

Recuperar la LOE

La antigua LOE aprobada en 2006 por el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero tampoco recogía las matemáticas como asignatura obligatoria en la rama tecnológica y la de ciencias sociales. Fue en 2013, con la llegada de la LOMCE, cuando las matemáticas volvieron a ser obligatorias en dichos bachilleratos. “La inclusión en las ciencias sociales se hizo en el último momento en el Senado, ya que el Congreso de los Diputados no salió la enmienda correspondiente. Tras una negociación muy dura en la que participó la RSME, se consiguió que se añadieran también en las ciencias sociales”, relata Marcellán.

La RSME considera que lo que pretende el Gobierno es rescatar algunos de los puntos de la LOE, que tanto revuelo causó entonces. “A nosotros nos preguntaron y nuestra propuesta era mantener la obligatoriedad de las matemáticas en las ciencias sociales y en tecnología en los términos que se había definido en la LOMCE”.



Viendo que la tramitación de esta ley sigue adelante, la RSME se ha movilizado. “Hemos remitido un escrito a los portavoces de todos los grupos parlamentarios explicándoles nuestra postura en relación con el peligro que se correría si las matemáticas no fueran obligatorias. Está habiendo una respuesta muy positiva. La carta está refrendada por más de 20 organizaciones de todo tipo”, explica Marcellán, que confía en que el Gobierno dé marcha atrás en esta medida.

Las matemáticas son solo uno de los puntos espinosos de esta ley en trámite. Otro aspecto que ha generado mucha polémica es la posibilidad de que se derive a los alumnos de educación especial a centros ordinarios. “Creo que es otro retroceso extraordinario, porque en España la educación especial funciona fenomenal”, opina Dominica Hernández, profesora de matemáticas y de educación especial.

“Dice Celaá que es una recomendación de Europa, pero digo yo, ¿hace caso a las recomendaciones de Europa para cargarse lo que funciona pero no fomenta las matemáticas, que es otra recomendación de Europa?”, protesta la maestra quien, obviamente, también se muestra en contra hacer las matemáticas optativas en esas ramas del bachillerato. “Me parece fatal. Más que nada por la época en la que estamos que es tan importante la transición digital y las matemáticas son la llave. Ahora me parece más importante que en otros momentos”.

De hecho, entre los grados que mayor nota de corte demandan las universidades españolas están Física con Matemáticas e Ingeniería Informática con Matemáticas. Estas carreras que fácilmente se pueden considerar de excelencia crean un perfil cada vez más demandado en las empresas de todo el mundo. La menor presencia de las matemáticas prodría implicar que "no vamos a tener gente preparada en áreas científicas", considera Marta Moreno, profesora en la universidad de Saint Louis, que tiene campus en Madrid. “Creo que tendríamos problemas para competir en un mercado cada vez más global". El término que elige esta maestra para referirse a esta reforma es el de “locura”.

“Las matemáticas son un entrenamiento que prepara a la gente para hacer cosas difíciles que no tienen por qué ser de matemáticas”, opina Ana Meroño, doctora en matemáticas que actualmente se prepara una oposición para el Instituto Nacional de Estadística.

Meroño considera que las matemáticas van, en cierto modo, ligadas a la cultura del esfuerzo. Por eso considera que hacer esta asignatura optativa sería “incitar a vaguear” a los alumnos. “Es como si les dijéramos ‘yo te quito lo difícil, para que tú estés más cómodo. No te deprimas porque no te salen las matemáticas’. Pero luego va a llegar el día en que te encuentres con un jefe cabrón y le vas a decir ‘es que no me sale’... Pues te van a echar a la calle”.

Ya sea por el desarrollo del pensamiento lógico, por la cultura del esfuerzo o por alcanzar esa verdad absoluta y eterna de la que hablaba Wagensberg, los matemáticos son unánimes en el error que supondría hacer esta asignatura optativa. “Un país en el que la formación de los estudiantes de bachillerato no contempla las matemáticas con la intensidad y la fuerza correspondientes está yugulando la formación científica y cultural de los jóvenes”, sentencia Marcellán.