El paño de cocina, a menudo, sirve para todo: limpiar los platos, la encimera y las manos; abrir el horno o sacar algo del microondas… Se usa sin medida y se comparte sin miramientos; se lava cuando se tercia y se cambia –si acaso– con los años. Nadie, absolutamente nadie, piensa que pueda ser relativamente ‘peligroso’. Sin embargo, en cierta medida, lo es. Mucho más en Navidades, cuando toda la familia comparte, en algún momento, en tiempo de cocina, los trapos que acumulan miles de bacterias. Entre ellas, E.coli, Staphylococcus aureus, Listeria o Salmonella, según un estudio de la Agencia de Protección Sanitaria de Gran Bretaña (HPA).

¿Lo sabía usted? Probablemente, no. Sin embargo, desde diferentes instituciones se ha incidido en la necesidad de llevar a cabo medidas para evitar que esas bacterias se propaguen. La legislación nacional y europea no prohíbe “expresamente su uso”, eso es cierto, como reconocen desde el Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social a EL ESPAÑOL. Sin embargo, sí que especifican que el “empleo del papel de cocina desechable es más higiénico”. ¿Por qué? Porque “un paño o cualquier otro material que se emplee en la limpieza, como un estropajo o una bayeta, si no está en buenas condiciones, facilita la diseminación de posibles bacterias”, explican.

Esta lección la tienen bien aprendida en la hostelería. Miriam Hernández, chef de La Casa del Pregonero (Chinchón) y vicepresidenta de la Asociación de Cocineros y Reposteros de la Comunidad de Madrid (ACYRE), trata de no usar paños para evitarse problemas. “Las inspecciones que hacen desde Sanidad son muy tajantes desde hace tiempo. Si te pillan, te llaman la atención”, reconoce.

Limpia el plato con un paño de cocina.

Por eso, ella, que lleva toda la vida entre fogones, no utiliza trapos para limpiarse las manos. “Nos obligan a que nos limpiemos con papel de celulosa –el tradicional rollo de papel que se compra en el súper. Y, realmente, es más higiénico porque es de usar y tirar”, explica.

Pero esta ‘prohibición’, aunque es sobradamente conocida en la hostelería, escapa al conocimiento del común de los mortales.

— ¿Sabía que los paños de cocina acumulan miles de bacterias? —pregunta EL ESPAÑOL a Ainara, ama de casa.

— La verdad es que no. Nosotros tenemos dos trapos. Uno lo uso yo para tapar la vitrocerámica y otro mi marido para comer. Y la verdad es que no te planteas que tenga bacterias. Aunque es verdad que como todo acumula bacterias… No te extraña.

— Ahora que lo sabe, ¿lo dejaría de usar?

— No. Yo seguiría utilizándolo. Lo que sí haré será lavarlo con más frecuencia.

Ainara Rueda Fernández no ve el peligro, como tampoco lo hacen en la mayoría amos y amas de casa. Pero, ¿lo hay realmente? Depende. “Las bacterias son perjudiciales para nuestro organismo cuando se encuentran en un número considerable, provocando una infección. Estas infecciones, provocadas por el consumo de alimentos, suelen desencadenar en dolencias y malestares que, en ciertas ocasiones, desarrollan cuadros más severos. Generalmente, se manifiesta en forma de gastroenteritis leve, aguda o grave, seguida de dolor abdominal. En cuadros más severos, si coincide con personas inmunodepresoras, niños o ancianos, puede desencadenar en peores consecuencias”, explica Miguel Ángel Granado, experto en seguridad alimentaria.

Es decir, los problemas surgen cuando hay una cantidad ingente de bacterias, cuando no se limpian los trapos y, sobre todo, cuando las personas están en una situación de debilidad, enfermas, o son niños o ancianos. 

Los paños no son el único problema

Pero los paños de cocina no son el único foco de bacterias. La cocina es un lugar donde, a menudo, se acumulan una gran cantidad y variedad de microorganismos, dado el continuo movimiento de alimentos frescos, cocinados y restos de residuos. De hecho, hay más que en el baño. Basta un ejemplo para ilustrarlo: tan solo un centímetro de un estropajo usado contiene más de miles de millones de entre más de 360 tipos de bacterias. Entre ellas, Salmonella, Campylobacter, E.coli o Listeria, según un estudio de Scientific Reports.

Un estropajo dentro de un fregadero lleno de cacharros. Will de Freitas Flickr

Estas bacterias se acumulan en zonas con pequeñas grietas, en utensilios de cocina, esponjas, estropajos o bayetas. “Son ideales para la proliferación de microorganismo (mucho más que los paños de cocina) porque suelen mantenerse húmedos entre un uso y otro”, explica Miguel Ángel en conversación con EL ESPAÑOL. El uso de estos productos de cocina pueden llegar a dispersar el foco de contaminación bacteriana trasladándose de unos lugares a otros.

El paño de cocina, como ‘miembro de honor’ entre estos utensilios, por sus múltiples usos, puede contener bacterias como E.coli, Staphylococcus aureus o Listeria. ¿Hay que alarmarse? “Si la higiene es la correcta, no”, prosigue Miguel. De hecho, muchas de estas bacterias conviven con el ser humano sin causar ningún problema.

El E.coli, por ejemplo, “está presente en nuestro intestino”, reconoce Astrid, investigadora Juan de la Cierva en el Instituto de Biomédica de A Coruña y miembro de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica. “Pero no sólo ese. El Stephylococus aureus lo tenemos todos en la piel”, prosigue. ¿Y la listeria? Cualquiera tiene en la cabeza lo que ha ocurrido con la carne mechada en última instancia. “En cualquier caso, lo que hay que tener en cuenta –específica la investigadora–, es que el principal vehículo de transmisión son nuestras manos. Por eso es tan importante lavárselas”.

¿Cómo evitar que se propaguen?

El paño de cocina no es peligroso si se limpia adecuadamente. Miguel Ángel Granado recomienda hacerlo en la lavadora. ¿Con qué frecuencia? “Eso dependerá de su uso. Es conveniente utilizar un trapo para cada acción”. De esta forma, se podrían llegar a usar durante una semana –no en caso de que se utilice para varias cosas.

A partir de ahí, para evitar que las bacterias vayan de un utensilio a otro, Miguel Ángel es claro: aconseja utilizar servilletas de papel de cocina para el secado de manos y la renovación constante de paños de cocina, estropajos y esponjas para que no aparezcan grietas a la vez que envejecen. Así de sencillo.

¿Su última recomendación? Más allá de los paños de cocina, insta a que no se utilice la misma tabla de corte para los diferentes alimentos, “evitando así la posibilidad de la contaminación cruzada”. Y, de la misma manera, es tan importante renovar esos utensilios como limpiar suelos, pareces y techos. Todo sea por evitar “alguna que otra sorpresa”, finiquita.

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