Todos lo sabían. Pero nadie dijo nada. Guardaron respeto y dejaron que las cosas siguieran su curso. El ex seleccionador de La Roja y ex entrenador del Barcelona Luis Enrique comunicaba este jueves que su hija Xana, de nueve años, había fallecido tras cinco meses luchando contra un osteosarcoma, un tumor de los huesos. La peor noticia que puede dar un padre.

“Nuestra hija Xana ha fallecido esta tarde a la edad de 9 años, después de luchar durante cinco meses contra un osteosarcoma”, rezaba el comunicado que compartió el entrenador en las redes sociales. “Damos las gracias por todas las muestras de cariño recibidas durante estos meses y agradecemos la discreción y la comprensión”, seguía. Y en esa discreción está la clave.

La gran mayoría de los periodistas de la prensa especializada de este país conocía la noticia. También, por supuesto, los jugadores y profesionales de los distintos clubes. Era vox populi, pero nadie habló de más. Y esto ha despertado halagos. “Cabe destacar el buen papel jugado por el periodismo, que ha cumplido con la discreción que con toda lógica pedía el protagonista. Con la falta de escrúpulos y el gusto por el morbo imperante, era fácil esperar lo contrario.”, escribía el hijo del ex ministro José Ignacio Wert en su Twitter.

Ha habido otros casos en los que esto no fue así. A golpe rápido, cuando el hijo de Ana Obregón, Alex Lequio Jr., tuvo cáncer sí que salió. Empezaron a circular por las redacciones fotografías de la familia saliendo de una clínica centrada exclusivamente en el tratamiento de cáncer y una de ellas las compró. Llegó hasta tal punto que los abuelos del joven se enteraron por la revista. Lo mismo sucedió cuando el hermano del entrenador madridista Zinedine Zidane, Farid, enfermó de cáncer, también se supo. ¿Por qué este caso es distinto?

Petición expresa de la Federación

La sensación de que algo malo estaba pasando estalló en marzo, durante la clasificación para la Eurocopa de 2020 ante Malta, donde Luis Enrique estuvo ausente “por motivos familiares de fuerza mayor”, según explicó la Federación. Ahí ya empezaron las llamadas.

“Nosotros comentamos a los periodistas que nos cubrían habitualmente lo que estaba pasando y les pedimos respeto”, comenta una portavoz de la Federación en conversación con EL ESPAÑOL. “Al inicio hicimos la petición expresa a todos los medios. Explicamos el motivo y que respetaran la privacidad… es que ocurrió en plena concentración”, añade.

Luis Enrique y Rubiales EFE

“Así evitábamos también especulaciones. Dijimos la verdad desde el minuto uno a quien quiso saberlo y había una especie de compromiso verbal de respetar el dolor de la familia”, comenta. “Y la verdad es que la gente se ha portado de chapó, muy, muy bien y estamos muy agradecidos por ello, han estado a la altura”, añade.

Además, el hecho de que sea el entrenador de la selección hace que cualquier tipo de prensa, sea del equipo que sea, lo sitúe por encima. “A mí la noticia me llega de gente común de Gijón, como a las dos semanas, de compañeros de categorías inferiores de Luis Enrique”, explica el periodista deportivo Rodrigo Faez.

“El entrenador de la selección está por encima de colores y enfrentamientos entre clubes y hay que ser respetuoso porque implica de forma directa a sus resultados profeisonales”, añade. “En el caso de Zidane sí que se aireó, pero en estos casos habría que separar los temas personales, no habría que mezclar”, comenta.

Menor y celoso de su intimidad

Sin embargo, más allá de la estrategia de comunicación de la Federación y de la buena obra de los periodistas, que lo entendieron y compartieron, hay otros factores que también han influido. Uno de ellos es que Xana era menor, una persona a la que hay que proteger de manera especial. El otro motivo es que Luis Enrique siempre ha guardado su vida privada para sí, por lo que tampoco tenía mucho sentido empezar a airearla ahora.

Desde la dirección de una de las principales cabeceras de prensa del corazón reconocen que también lo sabían. Sin embargo, hay cuatro elementos que suelen ser intocables: que la persona sea menor, la salud, la condición sexual y la religión. En Xana coincidían dos de esos elementos. Además, aseguran que ni siquiera de las agencias de venta de fotografías se intentó vender instantáneas. No hubo paparazzis a las puertas de ningún hospital intentando cazar la imagen.

Luis Enrique en un partido de la Selección. REUTERS

“También tenemos respeto total hacia una persona que no ha vendido nada de su vida privada”, aseguran a este diario fuentes de la dirección de otra revista de relevancia. “Mientras que en casos de otros personajes famosos han llegado a circular hasta partes médicos, en este caso no ha habido nada, por eso”, añade, y comenta también que el hecho de que sea menor y que sea una cuestión de salud son dos barreras infranqueables.

En ese sentido, por ejemplo con Ana Obregón u otros famosos, el vender la vida privada y aparecer constantemente en los medios de comunicación crea un precedente. Por eso, cuando saltan esos casos, se entra hasta el fondo. Como Luis Enrique sólo aparecía ante las cámaras para hablar de su profesión, todos entendían que no era un juego en el que meterse.

“Ahora mismo está pasando lo mismo con la mujer de un cantante muy conocido y con un empresario de los más millonarios de España y jamás se va a publicar”, sentencia. “También, que Luis Enrique lo haya hecho público es un gesto para la prensa para que no tengamos que hacer ‘esa’ llamada, porque no cabe información añadida”, comenta.

Un medio sí que publicó

Sin embargo, sí que hay un medio de comunicación que se saltó el consenso que había en torno a Xana, la hija de Luis Enrique. “Fue una página digital de estas talibanes perdidas por ahí la que sí que especuló”, cuenta el periodista Pipi Estrada.

En concreto, este medio publicaba que el “grave problema familiar” de Luis Enrique había sido la comidilla en la boda de Pilar Rubio y Sergio Ramos y llegaba a decir que se trataba de una grave enfermedad que estaba sufriendo una de sus hijas. Pero nadie le hizo demasiado caso y la bola no creció.

“Yo me enteré dos días después de lo de Malta, porque tengo relación con su familia”, cuenta Estrada, que conoce a Luis Enrique desde sus inicios en Gijón. “Al principio se especulaba, se hablaba de su hermano u otro familiar y luego se decía que era su hija mayor. Iba circulando en el boca a boca”, añade.

Alessandro Lequio y su hijo Álex Lequio. RR.SS.

“Pero el respeto, el cariño y la admiración hacia él ha hecho que todos fuéramos muy respetuosos, respetando los códigos de su padre, que quería vivir esto con una intimidad máxima. Nadie le buscó ni le molestó, todos lo hemos vivido desde la distancia”, comenta Estrada.

“Yo creo que esto es un muy buen ejemplo de cómo hay que hacer las cosas porque Luis Enrique no es precisamente el entrenador más querido”, añade el también periodista Iñaki Cano, haciendo referencia a la época de Luis Enrique como míster del Barcelona, donde levantaba ampollas.

“Pero, sin embargo, pidió respeto y me alegro que se haya mantenido. Va siendo hora de que por una exclusiva no se eche esto por tierra”, añade. “Sobre todo porque él no anda contando sus cosas. Creo que este es un mensaje para la profesión”, sentencia.

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