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    De 'El breve' a ¿comisionista?

    En el crepúsculo de la carrera de Juan Carlos, ahora emérito, se puede añadir un apodo más a los muchos que ha tenido durante estos 44 años. Santiago Carrillo pronosticó que pasaría a la historia de España como El Breve -y no lo fue- y ahora las lenguas viperinas están jugando con el último mote que puede marcar definitivamente su carrera: el comisionista.

    Fue el domingo 2 de junio, desde el palco de la plaza de Toros de Aranjuez, cuando Juan Carlos de Borbón bajó el telón a su participación institucional. Desde ese día, por decisión personal, el padre de Felipe VI únicamente tiene agenda privada. Sin embargo, el palacio de la Zarzuela no cierra la puerta a que pueda aparecer en algún acto oficial, aunque, eso sí, sin ejercer nunca más representación de la Corona ni del Estado. 

    Lo que no se le suprime, de momento, es su dispendio público: 194.232 euros al año que, céntimo a céntimo, seguiremos pagando todos los españoles. Es de esperar que, de cara a próximos presupuestos, Felipe VI recorte esta asignación debido a la desaparición de la actividad oficial que antes sí lo justificaba.

    Otra duda que no ha quedado resuelta, a pesar de los desvelos de la Casa Real al especificar el tratamiento y honores que debe seguir recibiendo don Juan Carlos (según el R.D. 470/2014 de forma vitalicia y con carácter honorífico debe mantener el título de “Rey” y el tratamiento de “Majestad”), es cuál es el apelativo que debe acompañar a su dignidad para, de alguna manera, no confundirlo con su hijo. Sabemos que a él nunca le ha gustado el calificativo de “emérito” que, dicho sea de paso, nunca fue oficial.  A continuación, se realiza un repaso de los distintos nombres y apelativos que, a lo largo de su vida, ha recibido el rey Juan Carlos I. Con toda seguridad, con alguno de ellos (el más acertado), será reconocido en el futuro.        

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    El breve

    Juan Carlos el breve. Este es el apelativo que Santiago Carrillo, dirigente de los comunistas españoles, empleó en París para referirse al nuevo rey después de realizar éste su juramento antes las Cortes franquistas dos días después de la muerte de Franco. Algunas crónicas publicaron que el secretario general del PCE se adornó en su presagio: "va a durar menos que un pastel a la puerta de un colegio". Se equivocó Carrillo, como en tantas cosas. Concretamente el reinado de "el Breve" duró 39 años y 9 meses, hasta el 19 de junio de 2014, fecha de su abdicación. Uno de los más longevos de la monarquía española (el sexto más largo según los anales).

    Si como vidente Carrillo no podría haberse ganado la vida, sí lo hizo como político, precisamente en el nuevo régimen "juancarlista" al que había despreciado en sus orígenes y que, gracias entre otros a él, se acabó configurando como una verdadera "monarquía de izquierdas". Su papel para que el PCE aceptara la Corona y la bandera roja y gualda fue determinante. Así lo reconoció el propio Juan Carlos cuando acudió al domicilio particular del líder comunista el día de su fallecimiento, en septiembre de 2012, para dar el pésame a su familia. "Santiago Carrillo ha sido una persona fundamental en la transición política a la democracia y alguien muy querido" sentenció el rey duradero. 

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    Emérito

    Nunca fue una denominación oficial, pero sí popular y periodística. Él ha dejado claro, en más de una ocasión, que no le gusta nada que le llamen de esta manera. Según el diccionario de la Real Academia Española, emérito es una persona que “se ha jubilado y mantiene sus honores y alguna de sus funciones”, luego tal apelativo ha sido, hasta ahora, bien empleado en su caso. Su utilización vino motivada por lo ocurrido anteriormente con la abdicación del Papa Benedicto XVI en 2013 que sí fue designado como “Papa emérito” o “Sumo Pontífice emérito” por la Santa Sede. No así don Juan Carlos. 

    EFE
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    Juanito

    De nacimiento fue Juanito. Le llamó de esta manera su abuelo Alfonso XIII, también sus padres y hermanos, y él se reconocía así firmando con este nombre sus primeras cartas y escritos. Juanito sería el nombre que utilizará después en la intimidad doña Sofía.

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    Juan Carlos

    Años después, por cuestiones políticas, llegó lo de Juan Carlos. Príncipe con tal honor para los franquistas, y aceptado de la misma manera por los monárquicos, para así diferenciarlo de su padre, Juan de Borbón, y no crear innecesarios conflictos ordinales de cara al futuro. 

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    Juan, Borbón o SAR

    Durante sus estudios en las Academias Militares, sus amigos y compañeros de promoción le tuteaban y le llamaban Juan. También en muchas ocasiones Borbón, ya que es usual utilizar el apellido para identificar de esta manera a los integrantes de los ejércitos. A veces, medio en broma o medio en serio, le denominaban SAR, así como suena, abreviando el título de Su Alteza Real que era como aparecía en el listado oficial de las clases y como se dirigían a él sus profesores.

    En una ocasión, comiendo en el Gran Hotel de Zaragoza con el duque de La Torre, que era su preceptor, junto a un grupo de compañeros de la Academia a los que habían invitado, uno de ellos se dirigió a él diciendo: “Juan, ¿sabes que la semana que viene…?”. No pudo terminar la frase. El general Martínez de Campos dio un fuerte puñetazo sobre la mesa que hizo temblar la vajilla. Apartó la silla, se levantó y gritó: “¡Caballero cadete! ¡Levántese y póngase firmes! ¿Cómo se atreve a tutear y llamar por su nombre a una persona a la que yo, un teniente general, doy el tratamiento de Alteza Real!”. Sus compañeros siguieron tuteándole, pero ya nunca más aceptaron invitaciones donde acudiera el afamado duque de La Torre.          

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    Rey Juan Carlos I de España

    Fue su nombre oficial a partir del franquismo con el que adquirió el título de Príncipe de España después de jurar lealtad a los Principios Fundamentales del Movimiento Nacional en 1969 y ser declarado sucesor a título de Rey del entonces jefe del Estado, general Franco. Con este nombre juró su proclamación como rey el 22 de noviembre de 1975 añadiéndole el ordinal de primero. 

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    El romano

    Durante el franquismo, sectores falangistas y contrarios a la causa monárquica le quisieron denigrar con el apelativo de “el romano”, por su nacimiento en el extranjero (en la ciudad de las siete colinas) y, quizá, por algo más relacionado con las costumbres de aquellas tierras. 

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    Motor del Cambio, Rey de la Transición, de la Democracia, Hombre Providencial…

    Estas son algunas de las denominaciones que autores como Charles Powell, Paul Preston o José Luis de Vilallonga han utilizado para sintetizar la labor realizada por Juan Carlos en el cambio de régimen de la dictadura que heredó, al sistema de partidos y de libertades que propició tras su proclamación como rey y que culminó con la aprobación de la Constitución de 1978. También dichos autores ponen el acento en su actuación en la derrota del Golpe del 23-F como justificación para la utilización de dichos calificativos.    

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    Patrón

    “Querido Patrón”, con esta invocación llena de respeto y cariño, pero también con algo de distanciamiento, se dirigió a él su hijo, ahora rey Felipe VI, en el homenaje y fiesta que se organizó en El Pardo, allá por el 2008, para celebrar su 70 cumpleaños. Su afición a la mar, hace que el nombre de “patrón” haya sido utilizado para referirse a él en innumerables ocasiones por amigos y compañeros de travesías. Don Juan Carlos se retiró oficialmente de la vela de alta competición en 2011, tras cuatro décadas ejerciendo como “patrón” del “Bribón”, una mítica saga de veleros que poseía su amigo José Cusí. En 2018 apareció un nuevo “Bribón” y el rey jubilado volvió a competir. Esta unión entre un barco y su patrón hizo que, en numerosas ocasiones, informaciones periodísticas creasen la confusión entre ellos, con titulares malintencionados como “El “Bribón” del rey navega de nuevo” o “El Bribón se echa a la mar”.      

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    Tito Juan Carlos y Juancho

    Ha quedado señalado con anterioridad que la reina Sofía utilizaba el nombre de Juanito en la intimidad de su noviazgo y durante su posterior matrimonio para referirse a Juan Carlos. Pero un hombre que, según lo publicado, ha tenido una vida sentimental tan ajetreada es natural que haya recibido todo tipo de apelativos cariñosos por parte de cada una de sus relaciones. Así por ejemplo, “Tito Juan Carlos” es la  denominación que utilizaban los hijos de Bárbara Rey cuando el monarca aparecía por el adosado de Boadilla del Monte a cocinar paellas con delantal. Mucho más entrañable fue la denominación de Juancho, utilizada por Marta Gayá, su “girl friend” según sus propias palabras grabadas para la inmortalidad por el CESID de aquellos inolvidables años 90. 

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    'National Treasure'

    Aunque con el lío del asunto “Corinna” y las grabaciones del comisario preso Villarejo han salido a la palestra otros apelativos que, si profundizásemos en ellos, comprobaríamos que tienen más miga que el simple caparazón. Por ejemplo, para la amiga entrañable de la Angorrilla (la residencia particular de Zu Sayn-Wittgenstein, perteneciente al Patrimonio del Estado, durante sus estancias en España) Juan Carlos era un auténtico National Treasure (Tesoro Nacional). Algo que las investigaciones de la Audiencia Nacional podrían aclarar respecto a las comisiones que supuestamente se cobraron en negocios avalados por el Estado español y acabaron, presuntamente, en los bolsillos de ilustres particulares.

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    Mr. Schumer

    Más inquietante sería el apelativo de Mr. Schumer, utilizado por Juan Carlos para identificarse cuando llamaba a Boss & Co, la armería y agencia de caza británica donde Corinna trabajaba de relaciones públicas. Finalmente, una de las batidas organizadas por aquella empresa para Mr. Schumer terminó en el famoso batacazo del monarca en Botsuana, después de liquidar a un paquidermo, y la caída del velo, de cara a la opinión pública, respecto a su figura aquel inolvidable 14 de abril de 2012.   

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    Campechano I

    Hay que reconocer que ha sido la lengua avispada del periodista Federico Jiménez Losantos, la más acertada en la invención de apelativos a los personajes públicos (recordemos lo de Soraya Sainz de la Guillotina o Patxi Nadie, en lugar del Francisco López Lendakary), quien ha encumbrado de cara a los anales al personaje con la invención de Campechano I, haciendo alusión a una de las características del Borbón ahora retirado que siempre ha sido su reconocida cercanía y simpatía con la gente. Eso sí, siempre a su interés y nunca de ida y vuelta. Que Juan Carlos era un “rey muy campechano” resultó finalmente tan cierto que se hizo más popular. Venía de aquello tan conocido de “la campechanía tradicional de los Borbones”. No sabemos si verídico o no, pero sí reiterado por los medios, ha sido también aquello de que “tenemos un rey que no nos lo merecemos”. 

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    ¿Juan Carlos el Comisionista?

    Una denominación que está entre interrogantes porque no está demostrada. Pero sí se está investigando. De comprobarse esta actividad reprochable su valoración histórica quedaría muy afectada. También supondría un golpe muy duro para su hijo, el actual rey Felipe VI, quien señaló en su discurso de coronación a la ejemplaridad, la transparencia y la honradez como los pilares esenciales que sustentan la institución monárquica. Después de la condena por corrupción de su cuñado, Iñaki Urdangarín, un nuevo escándalo de dinero en las cuentas de los Borbones sería prácticamente letal para esta familia. O no. Corinna ha reiterado ante la Fiscalía de Ginebra que Juan Carlos recibió comisiones por la construcción del AVE a la Meca. Y la Fiscalía española quiere saber si la antigua amiga del rey se ratifica en sus afirmaciones recogidas en las cintas de Villarejo, en las que asegura que Juan Carlos recibió parte de una comisión de 80 millones de euros, dinero que habría ido a parar a una cuenta suiza a nombre del abogado Dante Canónica.

    También el nombre de Álvaro de Orleans está siempre presente en estos entramados. Tanto es así que cuando se afirmó hace años que Juan Carlos había cerrado una cuenta suiza en la que, entre otros fondos, tendría varios millones de la herencia de su padre, Juan de Borbón, podrían haber ido a parar al fondo suizo del testaferro.  

    ¿Con qué apelativo pasará a la historia Juan Carlos de Borbón? No lo sabemos. Incluso puede que con más de uno. Sería lo normal en una vida repleta de luces y sombras. Otra cuestión que desde siempre han reiterado los medios ha sido aquello de que “tenemos un rey que no nos lo merecemos”. Otra verdad con dos caras. Es el pueblo quien al final dicta sentencia y convierte los dichos en refranes. También los apodos populares en apelativos históricos. Ya lo decía el clásico: vox populi, vox dei. Tendremos que seguir esperando.    

    También el nombre de Álvaro de Orleans está siempre presente en estos entramados. Tanto es así que cuando se afirmó hace años que Juan Carlos había cerrado una cuenta suiza en la que, entre otros fondos, tendría varios millones de la herencia de su padre, Juan de Borbón, podrían haber ido a parar al fondo suizo del testaferro.  

Javier Castro-Villacañas