Ocho meses después de anunciar su destitución, Navantia permite que siga en su cargo a Agustín Álvarez Blanco (Ferrol, 1963), el director de su astillero en Cartagena y del ruinoso programa de submarinos S-80. EL ESPAÑOL desveló el 15 de noviembre de 2018 que Álvarez Blanco falseó su currículo durante 30 años y ocultó a la compañía que no era ingeniero naval.

Tras aquella información, la empresa pública anunció su destitución de forma inminente. Sin embargo, en la actualidad este alto cargo sigue en su puesto. En el organigrama del comité directivo que Navantia muestra en su web corporativa se ha quitado su nombre y aparecen las iniciales PA (pendiente de adjudicar). 

Ya a principios de febrero de 2019 se explicó desde el gabinete de comunicación de Navantia a este medio que el relevo de Agustín Álvarez se había "pospuesto unos meses" debido a que la compañía se encuentra inmersa en un proceso de reestructuración de su plantilla que implica alrededor de un millar de prejubilaciones. Sin embargo, medio año después de aquella segunda confirmación oficial el director del astillero murciano sigue en su puesto, tal y como confirman fuentes internas a este periódico.

*[Si dispone de información relacionada con el caso puede escribir a andros.lozano@elespanol.com]

Álvarez Blanco dirige el astillero de Cartagena desde julio de 2016. Hijo de un alto cargo militar de la Armada, sus orígenes laborales están en la Empresa Nacional Bazán, germen de la hoy Navantia, a la que se incorporó en 1989 con 26 años. Desde entonces ha ocupado distintos cargos de relevancia. En la actualidad forma parte del comité directivo de la compañía a nivel nacional.

De ingeniero naval a estudios en ingeniería

EL ESPAÑOL desveló en noviembre de 2018 que Navantia había corregido en su web corporativa el CV del citado directivo tras la denuncia interna realizada por un anónimo. Tras la corrección, Álvarez Blanco dejó de aparecer como “ingeniero naval” para poseer "estudios en ingeniería naval".

Hasta ese momento la empresa pública de construcción de buques militares y civiles mantenía en su dominio que Álvarez Blanco era “ingeniero naval por la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Navales de la Politécnica de Madrid". Sin embargo, carece de dicha titulación universitaria.

Desde la empresa pública explicaron que, tras conocer la información transmitida por vía interna, inmediatamente se pusieron en contacto con Álvarez Blanco y que éste reconoció que no había presentado el Trabajo de Final de Carrera (TFE), por lo que no acabó la licenciatura y no obtuvo la titulación oficial.

Una fuente oficial de Navantia aseguró que, tras conocer los hechos, la unidad de cumplimiento ético de la compañía estatal analizó la formación académica de Álvarez Blanco. La Universidad Politécnica de Madrid confirmó a la empresa mediante un certificado que dicho directivo aprobó los seis cursos de Ingeniería Naval bajo el plan de estudios de 1964, pero que no presentó el trabajo de final de carrera. La compañía pública también verificó que no falseó ningún documento.

"En ningún caso ha afectado ni tenido consecuencias directas sobre el cometido que ha venido desempeñando hasta ahora dicho directivo", sostenían desde Navantia. "En todo caso, como consecuencia del informe elaborado por esta unidad de cumplimiento, la dirección ha decidido iniciar los trámites para buscar un sustituto para Agustín Álvarez".

Sin embargo, no se tomó la decisión de dar a conocer su destitución hasta que EL ESPAÑOL desveló la información. Esa misma fuente explicó que la elección del sucesor de Álvarez Blanco podría llevar semanas, pero no ocho meses, tiempo que ha transcurrido hasta la fecha.

El CV inflado de Agustín Álvarez Blanco. La imagen es previa a la modificación que realizó Navantia en su web. EE

Un 'bazanero' con mucho poder

En los astilleros de Cartagena se denomina extraoficialmente ‘bazaneros’ a aquellos empleados que proceden de la Empresa Nacional Bazán, como es el caso de Agustín Álvarez, informa Jorge García Badía desde Murcia. Algunos de los técnicos que han pasado por Navantia comentan la notable diferencia que existe entre la productividad de los ‘bazaneros’, que tenían su puesto asegurado por oposición antes de que se produjera la citada fusión, y la de los empleados de las empresas subcontratadas.

“Si sale el trabajo es por las contratas que se dejan la vida echando horas”, afirma un exempleado que trabajó hasta 2018 en la empresa que pertenece a la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI), dependiente del Ministerio de Industria.

Un delegado sindical de UGT confirma que cuando se desveló que el director de Navantia en Cartagena había inflado su currículo se pidieron explicaciones a la empresa, pero admite que llevan con normalidad que la sociedad pública no haya cumplido con el anuncio de buscarle un sustituto.

“No nos ha pillado por sorpresa que no se haga el cambio porque este señor tiene muy buenas relaciones”, comenta el sindicalista también desde el anonimato porque no quiere que sus palabras le acarreen problemas laborales.

(PA) “P'Agustín”: la broma que corre por Navantia

El 25 de enero de 2019 Navantia emitió un comunicado en el que daba a conocer “la nueva estructura de la dirección corporativa de la compañía, con la que se pretende impulsar la aplicación del nuevo Plan Estratégico y del primer Convenio Colectivo Intercentros, así como abordar los retos de los grandes programas en marcha”.

En este nuevo escenario se encuadra el programa de alrededor de 1.200 prejubilaciones. Del comité directivo del que forma parte Álvarez Blanco han salido ya todos aquellos cargos mayores de 61 años. Él, mientras, sigue perteneciendo al mismo, aunque su nombre haya desaparecido del organigrama de la empresa como máximo responsable del astillero de Cartagena.

Una vez conocida la decisión de la empresa con respecto a Álvarez Blanco, que se encuentra "en funciones" desde hace ocho meses, entre la plantilla ya comienza a correr el chascarillo de que, en realidad, esas siglas significan que el puesto es "p'Agustín". Broma o no, el directivo ferrolano continúa en su puesto.

Entre 2005 y 2012, ya bajo las siglas de Navantia, Álvarez Blanco fue jefe de Ingeniería del astillero ferrolano. Entre 2013 y 2014 ocupó el cargo de director de Diseño de Detalle de Navantia, por lo que coordinó las tres oficinas técnicas de la compañía en Ferrol (A Coruña), Puerto Real (Cádiz) y Cartagena (Murcia).

Álvarez Blanco siguió escalando en el organigrama de la empresa estatal. En julio de 2016, tras siete meses como director adjunto, pasó a ocupar la jefatura del astillero y desde entonces dirige el controvertido programa de submarinos S-80.

Se trata de un megaproyecto cuyo millonario presupuesto ha habido que corregir al alza en varias ocasiones por los retrasos en la construcción y los fallos de diseño. Arrancó a principios de siglo de la mano del exministro del PP Federico Trillo.

En el centro, Agustín Álvarez Blanco, director del astillero de Navantia en Cartagena, donde se construye el controvertido submarino S-80. EE

El submarino que no cabe 

La idea era construir cuatro unidades del S-80 con un presupuesto inicial de 1.800 millones, que luego se amplió hasta los 2.135. Se presumía un negocio redondo: hasta 2020, los ejércitos del mundo adquirirían 140 submarinos, de los que el 10% serían encargos del batiscafo construido en el astillero murciano. El empleo en la región no escasearía.

Pero pasados los años la realidad ha sido bien distinta y nadie, ningún cargo técnico ni político, ha asumido responsabilidades. Las primeras pruebas de flotabilidad, allá por 2012, fueron un fracaso: el submarino se sumergía, pero no lograba flotar por un exceso de 75 toneladas. Una empresa estadounidense realizó una auditoría a toda la ingeniería para detectar el origen del problema. La solución pasó por ampliar en 10 metros la eslora del submarino. El estudio no fue gratuito: los estadounidenses cobraron 14 millones por su asesoramiento.

Este no es el único contratiempo reciente con el que se ha topado Navantia en el astillero que dirige Álvarez Blanco. Según desveló EL PAÍS a mediados de julio de 2018, el problema reside ahora en que, con sus nuevas dimensiones, el S-80 Plus no cabe en el muelle de atraque de Cartagena.

Este nuevo traspiés en el camino del submarino de sello español ha obligado al Ministerio de Defensa a dragar y ampliar el muelle de la base militar murciana. Las obras tendrán un coste de 16 milllones de euros.

Hasta la fecha, la construcción de los cuatro S-80 es un pozo sin fondo. El Consejo de Ministros del 25 de julio de 2018 amplió el presupuesto del proyecto en 1.772 millones, por lo que el erario público español va a desembolsar finalmente 3.907 millones, el doble de lo presupuestado en su día. Y eso siempre y cuando no exista ninguna contrariedad más.

Sin embargo, entre los operarios y los cargos directivos del astillero de Cartagena hay una idea que algunos sólo se atreven a pronunciar sotto voce: "El proyecto del sumbarino se va a acabar, pero no va a navegar jamás".