Minuto 100. Fin del partido. Xabier Fortes, como buen futbolero, como buen seguidor del Pontevedra, como buen conocedor de la labor de arbitraje –y de lo que significa– gana su propio partido. No es Trending Topic en Twitter y es el quinto (de entre todos los participantes) en número de menciones. Finaliza el debate y no ha sido protagonista. Todo lo contrario. Ha pasado, prácticamente, desapercibido. Ha cumplido su papel. Sólo un alegato circunstancial, incluso necesario, lo ha aupado hacia una gloria relativa. “Les recuerdo que pueden educadamente faltarse al respeto”, les recordó a los candidatos, demasiado tibios y protocolarios, pidiéndoles 'guerra'.

“Moi boa noite”, concluyó, en gallego, para no traicionar ni sus costumbres ni su estilo. Después, una sonrisa, apenas una mueca de satisfacción y, probablemente, una pregunta inevitable entre sus pensamientos: ¿habré marcado gol? No lo hizo. Cumplió con su papel. No era su día. Y lo sabía. El protagonismo era para otros. Nadie, en principio, tenía que hablar de él. Ya lo habían hecho, suficientemente, durante los días previos, en los medios de comunicación por su desplante a Rosa María Mateo a la hora de negociar la fecha del debate. Este lunes, sabía lo que tocaba. Había acortado sus vacaciones para prepararse para la cita, había rechazado todas las entrevistas y se había aislado. Ese era su plan. Lo cumplió. 

Intentó, desde el primero minuto, sin sentencias rimbombantes, prestigiar a la televisión pública, hacerla valer, catalogándola como “la de todos”. Poco más. Hecho esto, mandado su mensaje –a quien corresponda–, se puso el mono de trabajo, de corrección y  estulticia. Traje gris, camisa blanca y corbata –digamos– tirando a morada. Seriedad, frases cortas, pocas intervenciones, ni regañinas ni veleidades. Su trabajo, el de presentador moderado, el de persona al margen de las ideas, los gustos o las inclinaciones. 

Xabier Fortes saluda a Pedro Sánchez. EFE

Para empezar, dio las buenas noches y la bienvenida a los participantes. Saludó protocolariariamente y anunció de las reglas. Como si fuera un árbitro, como si los jugadores no supieran qué hay que hacer, Xabi recordó el programa. Qué otra cosa podía hacer. Era su obligación: poner en contexto a los candidatos y a los telespectadores despistados. Ningún problema. Todos asintieron, todos lo respetaron, todos arrancaron. 

Xabi, como lo llaman sus allegados, cumplió con lo establecido y dio el paso al primer bloque: política económica, fiscal y de empleo. A partir de ahí, pocas palabras. Nada, prácticamente, que decir. Algún apunte, buscando esa ‘guerra’: “Veo al señor Rivera hacer algún gesto”, “les recuerdo que vayan mirando de reojo los tiempos”. Pero nada más. Poco a poco, templando los nervios, soltándose en una labor que conoce de memoria. 

Pasó desapercibido a la conclusión del primer bloque y repitió en el segundo (política social, estado de bienestar, pensiones e igualdad). De nuevo, silente, callado, sin intervenir más de lo necesario, pero buscando algún intercambio (y debate) entre los candidatos. “¡Le interpelan directamente, señor Sánchez!”, espetó, tratando de avivar el fuego. Y, a su vez, repitiendo: pueden volver a saltarse el guion. Su única obsesión: que se rompieran los corsés. Nada más. 

Xabier Fortes modera el debate de TVE. EFE

Tercer bloque, y más de lo mismo, apenas una nota distintiva entre la sobriedad, un guiño a la cultura. “Hemos escuchado a Unamuno (a raíz de la referencia de Rivera de “España me duele”), igual usted tiene otra cita, señor Iglesias”. Pero ya está. Hecho ese apunte. De nuevo, dio paso al cuarto bloque (el de pactos) y final. ¡Cómo no, recordando a la corporación! 

“Hasta aquí este gran debate. Se lo agradezco en nombre de los 6.500 trabajadores de la televisión pública”. Y fin de la cita, la primera de esta semana -este martes, Atresmedia también celebrará su debate-. Ningún apunte más. Pitado el final, el pospartido, como bien sabe Xabier Fortes, ya no le pertenece. Ese es para el público, para los tuiteros, para los espectadores y para la gente, en general. 

¿Y qué se dijo de él después? “Pequeños gestos que no cuestan nada y significan mucho, que seguro sacan una sonrisa a los gallegos que están detrás de la pantalla”, escribía Fran Beltrán, jugador del Celta, en su cuenta de Twitter. No fue el único, a su despedida, en gallego, siguieron las enhorabuenas de la mayoría y, cómo no, el rechazo de unos pocos. Es inevitable. 

Minuto 100. El partido es historia. “Xabier Fortes no fue protagonista y cumplió su papel”, podría titular el periódico. Con un matiz en la ficha del encuentro: “El árbitro pidió guerra, pero la sangre nunca llegó al río”. 

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