En España existen más de 130 marcas de agua embotellada. Pero esta cantidad sólo representa la mitad de las que se venden en Italia o Alemania. Un negocio que genera 5.500 millones de litros anuales situando a nuestro país como el tercer país de la Unión Europea en consumo de agua embotellada. Pero si el agua es incolora, inodora e insípida ¿por qué hay tantos tipos? 

El gran negocio del agua embotellada Carmen Suárez

Sólo el 2,5% del agua del planeta es dulce, aunque no toda es apta para el consumo humano. Muchas de las botellas que consumimos a diario no son aguas minerales naturales, sino aguas potabilizadas. Este proceso se conoce como desalinización, es decir, quitar la sal del agua para convertirla en apta para el consumo. Esto hace que el negocio de comercializar con agua sea tan rentable. Pero no solo se comercializa con agua mineral natural o potabilizada, además existen otros tipos como el agua minero medicinal, que debe proporcionar algún beneficio para la salud, o el agua con gas, que puede ser tanto inyectado como natural.

Carmen Garrobo es la directora de la Escuela Española de Cata. EL ESPAÑOL asiste a una de las clases que imparte a futuros sumilleres para que conozcan mejor los diferentes tipos de agua. Nada más comenzar, explica las diferencias fundamentales para no caer en engaños: “Existen varios tipos de agua: potabilizada, mineral, mineral natural, minero medicinal y con gas. Uno de los grandes engaños es pensar que solo se comercializa con agua mineral natural y la realidad es que podemos encontrarnos botellas que contengan agua potabilizada como las del grifo”.

Una de las asistentes a la clase de cata de agua. Carmen Suárez EL ESPAÑOL

La jet set de las aguas

Durante la clase, Carmen presenta a sus alumnos varias botellas de agua. La primera: una botella de gotas de lluvia procedentes de Tasmania. “Se supone que es la isla que menos contaminación tiene del mundo. Esta botella se mide por gotas y cada botella de litro tiene más de 9.000 gotas”. El proceso de cata es sencillo: el agua se sirve en una copa en su justa y precisa medida, se lleva a la nariz para comprobar cuál es su aroma y por último se “rula” en la boca para comprobar los sabores. A partir de aquí, el paladar comienza a dar sus propias versiones.

Uno de sus alumnos contesta rápidamente: “Sabe a fango”. Una botella de casi 10 euros, sabe a fango. “Es un agua bastante seca”. “Me recuerda a una bodega subterránea”. Los alumnos no dejan de llevarse a la nariz y boca este agua premium. Carmen interrumpe la cata: “Entonces ¿es un agua que huele dentro de la boca? ¿Debe oler a algo? No, porque si esto pasa, estamos hablando de un agua que no está bien. Puede ser que el agua lleve embotellada más de lo debido”. Al hablar de una botella con gotas de lluvia, significa que no puede saber a nada porque el agua no ha llegado a tocar ninguna superficie que haga que su aroma cambie. “Nos han enseñado que el agua no tiene ni color, ni sabor ni nada. Pues sí, lógicamente tiene color. Cuanto mas recorrido tiene el agua por el río, mayor composición mineral tendrá”.

Los alumnos prueban el agua. Carmen Suárez EL ESPAÑOL

La guerra por el agua

“Un agua, porque tenga una etiqueta, una forma bonita… no tiene por qué ser un agua excelente. Simplemente está bien empaquetada y tiene un marketing soberbio”. Cada vez más, las empresas embotelladoras, gastan más recursos en ofrecer botellas más exclusivas para el cliente. Aguas con forma de perfume, de diamante, de gota de agua… todo vale para darle un valor añadido al agua que contienen.

“El agua dulce está desapareciendo del planeta y dentro de poco no va a haber manantiales dulces”. Las grandes industrias están haciéndose con todos los manantiales de agua dulce, de agua potabilizada para después embotellarla. “Es posible que las botellas de plástico que pagamos y nos parecen caras las acabemos pagando a precio de oro. Posiblemente la tercera guerra mundial no venga por el petróleo sino venga por el agua dulce que tomamos todos”.

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