Riba-roja de Túria

Todo empezó con un reportaje que leyó a los ocho años en la revista Muy Interesante. En ella, dice Javier Tapia Estrada, se hablaba de Alcor, una las escasísimas empresas del mundo en las que se practica la criogenización. “Aquella idea ya no se me fue de la cabeza”. Nunca se puso a estudiar en serio ningún asunto científico. No tiene conocimientos en la materia, pero aquello le obsesionó para siempre. A día de hoy, tiene 38 años y es el creador de una quimera, una empresa utópica que ofrece pocas certezas y numerosas ilusiones: Javier está a punto de abrir el primer centro de criogenización a nivel europeo. Y lo hará en Valencia.

Introducirse en un líquido helado. Dormir en él para siempre. Despertarse vivo décadas después. Encontrar un mundo nuevo. Se trata de una idea hasta ahora propia de la ciencia ficción. Hace algunos años se comenzó a poner en práctica. La cuestión es debatir cómo desea descansar cada uno de camino al más allá. Abrir un nuevo camino en el negocio de la muerte. Hay quien prefiere ser incinerado. Otros, conservar sus cenizas en una urna y permanecer en ese estado por el resto de la eternidad. Las de otros son esparcidas en un paraje evocador. Y otros, los más tradicionales, quieren su rinconcito en el camposanto, un nicho en el cementerio y una caja de pino. Pero en Cecryon, la empresa de Javier, ya hay dos personas que han pagado los 200.000 euros que cuesta criogenizarse para siempre con la esperanza de resucitar algún día.

La idea que se transmite allí es sencilla: por ejemplo, quien esté aquejado de una grave enfermedad, debe dormir el sueño eterno hasta que, pasadas las décadas, las bondades de la ciencia le permitan despertar del letargo y recuperarse con las técnicas del futuro. Un planteamiento idílico que tiene poco que ver con lo que dice la ciencia a día de hoy. Y que, sin embargo, muchos toman por cierto.

En la previa del día de los muertos, EL ESPAÑOL viaja a Valencia para conocer por dentro cómo es ese lugar de descanso infinito. Una técnica que, hasta la fecha, no posee ninguna certeza científica. La empresa que la gestiona está formada por cuatro personas y solo una de ellas posee formación en Medicina. Sus gestores lo reconocen: a día de hoy no hay ninguna certeza de que vaya a ser cierto lo que ofrecen. Es como tirar una piedra desde lo alto de un acantilado sin saber cómo es el suelo que hay en el fondo, o si lo hay. El doctor Estrada, jefe del servicio médico, elude la realidad esbozando la suya propia: “El objetivo es que una vez la tecnología lo permita puedan ser revividos, puedan curarse sus patologías y puedan reincorporarse a la vida”.

Una funeraria futurista

Cecryon está situada en una antigua funeraria.

Es tan solo cuestión de tiempo: los muertos, en el futuro, se levantarán y volverán a la vida en el cementerio. Es lo que auguran en Cecryon, y quizás por eso se han instalado en un recinto que está rodeado de las tumbas de un moderno camposanto. El complejo está situado a 22 kilómetros del centro de Valencia, en la localidad de Ribarroja del Turia. El edificio de la empresa es moderno, es de piedra blanca y tiene ese toque kitsch propio de las películas de ciencia ficción. Al menos por fuera. Por dentro, aunque prácticamente ninguna de las salas está amueblada, se advierte que el recinto fue antaño un tanatorio.

El polígono industrial está abandonado, alejado de todo en medio de la árida periferia valenciana. Nada hay en el edificio que evoque el imaginario, por ejemplo, de Isaac Asimov, quien imaginó mejor que nadie esos viajes del hombre criogenizado, conservado en formol como una larva hacia el futuro.

Según ha podido saber EL ESPAÑOL, la empresa está inscrita en el Registro Mercantil como una S.L. de “pompas fúnebres y actividades relacionadas”. Es decir, trabaja y opera con la fachada de una funeraria de las de toda la vida.

En el interior hay varias salas enormes y vacías. En una de ellas, a la que se accede por un portón blindado con la estética de la abertura de un submarino, irán instaladas las cápsulas. Allí dicen  que criogenizarán los cuerpos por un período de cien años. El proyecto contempla decenas y decenas de estos recipientes futuristas, piscinas del sueño ultra tecnológica en las que los cuerpos serán conservados en nitrógeno líquido enfriado a 196 grados bajo cero. Los cadáveres (no son otra cosa) permanecerán adormecidos durante décadas. Y alguien, no se sabe quién, en algún momento les despertará.

Pero allí no hay nada, ni una sola cápsula, nin un solo elemento que remita al imaginario que llevan promocionando algunos meses. Venden una cosa que todavía no tienen. Lo único que han comprado es un enorme depósito de nitrógeno que ya está situado en la parte trasera del edificio. “Es el que nutrirá a los tanques en los que irán los cuerpos de loa pacientes”. ¿Pacientes? ¿No son cadáveres? “Sí, nosotros le llamamos pacientes. Para nosotros lo son”, asegura Albert Estrada, el jefe del servicio médico del centro.

Una ambulancia hacia el futuro

Ejemplo de las cápsulas que Cecryon dice que tendrá en Valencia en pocas semanas. B.C.

“Somos una ambulancia hacia el futuro”. Estrada viste bata blanca, una barba afilada y grisácea y es el encargado de abrir las puertas de esa suerte de nave espacial. Sus frases son todavía ensoñadoras, las del niño que diseñó hacer en un futuro lo que está haciendo ahora. “Ahora podemos recuperar el ovario de oveja y el riñón de un conejo. Luego podremos hacerlo con un gato, luego con un cerdo enorme y luego, claro, con un ser humano”, asegura, con convicción.

La plantilla es muy reducida. Y carece de conocimientos en la materia que están ofertando. La mayor experiencia laboral y académica del jefe de servicio Médico de un centro de avanzadísimo nivel que pretende congelar cadáveres humanos para despertarlos en el futuro se reduce ser tan solo licenciado en Medicina por la Autónoma de Barcelona, facultativo especialista del ICS en el Laboratori Bon Pastor y asesor de Jocs al SEGON, “una agencia de creación, producción y dinamización de proyectos relacionados con el juego”.

Los otros tres socios de la firma que se instalará como un estandarte en Europa de lo que ya se ha hecho en Estados Unidos con, al menos 400 personas, son un administrador de fincas, el trabajador de una compañía de seguros y una colaboradora de la Cruz Roja. El líder de la empresa, del que hablábamos al inicio del reportaje, dirigió durante cinco años un centro de informática en Xátiva. Antes fue militar. No tiene formación científica en la materia. Javier asegura, eso sí. que detrás del proyecto se encuentra el aval del prestigioso científico Ramón Risco.

Este científico ni se inmuta ante la posibilidad de que estén ofreciendo una quimera al consumidor. "Si se ha podido hacer con órganos, ¿por qué no con el cuerpo entero?". Lo cierto es que no hay prueba alguna de que esto resulte posible. Entretanto, en Cecryon ya aseguran que decenas de clientes han contactado con ellos para criogenizarse en las cápsulas repletas de nitrógeno líquido. Cada uno de ellos tiene que pagar 200.000 euros. Una vez realizado el pago, se firma un contrato de 100 años de duración. Cecryon se compromete a conservar todos los cuerpos durante todo ese período de tiempo. Incluso menos, si alguien los reclama antes.

Desde el punto de vista legal, dicen que la idea solo es realizable en la Comunidad Valenciana. Y con muchos matices, porque lo que han encontrado es un resquicio legal por el que introducirse. Por eso instalaron allí la empresa. El "Reglamento por el que se regulan las prácticas de policía sanitaria mortuoria" contiene un pequeño resquicio al que aseguran que han podido agarrarse para justificar el servicio que quieren prestar. En concreto, uno de los puntos del artículo 7 ("Destino final de los cadáveres"), que reza: "El destino final de todo cadáver será la preservación, mediante las prácticas previstas en este Reglamento o de las que reglamentariamente autorice la Conselleria de Sanidad". Y claro, ellos dicen que, sobre el papel, lo que están haciendo es "preservar" los cuerpos de sus clientes. 

-Eso de despertarse 30 años después como si nada...

-Yo lo veo algo real. El objetivo es que vivan una vida plena en el futuro y que se recuperen.  

- Pero al fin y al cabo, no deja de ser un cadáver. Y un cadáver es un cadáver. 

-La gente que está muerta no está muerta. Cuando una persona tiene un cáncer y se le para el corazón, en lugar de dejarlo morir, podrían entrar allí a revivirle. Esto lo podrían hacer y el paciente de 86 años reviviría. Por tanto, no se hace. Hay gente que ha estado con el encefalograma plano dos horas. Si quisiéramos lo podríamos revivir. Pero nuestros pacientes en realidad no están muertos. 

-Pero cómo vas a revivir a alguien, por ejemplo, que acaba de fallecer de un cáncer terminal fulminante. 

-Ahí lo mismo. Lo revives  y revive igual. Pero claro, luego se morirá después de dos horas. Pero el cáncer no se lo ha comido, el cáncer ni siquiera lo ves.

(...)

Una utopía irrealizable

El tanque de nitrógeno es lo único que tienen, a día de hoy, instalado de la tecnología que precisan. B.C.

En la película The Sleeper (1973), el greñudo y siempre titubeante Woody Allen acude a una operación para extirparse las amígdalas y acaba siendo criogenizado por error. Su personaje se despierta 200 años después y cae desubicadísimo en un mundo de robots, un futuro utópico en el que todo se rige a través de una suerte de dictadura. La película es una sátira sobre la literatura y el cine de ciencia ficción, un género en el que precisamente la ciencia no siempre ha estado bien tratada. El cineasta ironiza en muchos fragmentos sobre la estafa de la criogenización:

-No puedo creerlo. Mi médico me dijo que podría levantarme a los cinco días y han pasado 199 años.

- Sé que es difícil de creer pero tómese esta experiencia como un milagro de la ciencia.

-Para mi un milagro de la ciencia es ingresar en un hospital para operarme y que pasen 2000 meses y pico sin cobrarme la factura. Eso sí que es un milagro de la ciencia.

Estrada, como jefe médico de la firma, explica el proceso de lo que significa para él adormecer al hombre. “La máquina es como un termo gigante. Se llena por unas válvulas con nitrógeno líquido. Es como una cubitera de hielo. Si tu quisieras que tu madre siguiera este proceso, tendrías que venir antes de que fallezca. Nuestro propósito es anticiparnos al momento en que se pueda fallecer. Tras un enfriamiento progresivo de unos cinco días que se prepara en quirófano, el cadáver se mantiene en cápsulas con nitrógeno líquido a una temperatura de 196 grados bajo cero”.

Dice que en esas condiciones el cuerpo "vitrificado" puede conservarse durante años, del mismo modo que otros científicos operan con óvulos o espermatozoides humanos. 

Lluis Montoliu es Investigador científico del CSIC y del Centro Nacional de Biotecnología. Es también director del Nodo español del Archivo Europeo de Ratones Mutantes. “La criogenización, que parece una buena idea, no es cierta. Yo siempre digo en mis clases de criopreservación que congelar es muy fácil. Lo difícil es descongelar. Lo que la criopreservación no puede hacer son milagros. Una célula muerta, si la criopreservamos, revitalizamos una célula muerta. Y con un cadáver, pues pasa exactamente lo mismo. Cualquier sistema biológico que no esté vivo, es como coger un filete de ternera y meterlo en el congelador”.

Los cuatro miembros de la empresa Cecryon.

No es el único científico que se reafirma en que lo que trata de vender la criogenización es algo que a día de hoy resulta utópico. Jorge Sztein es científico y posee más de 30 años de experiencia en reproducción asistida y crioconservación de animales de laboratorio en distintas clínicas estadounidenses. Se trata de uno de los mayores expertos en la materia. Actualmente es profesor asociado en la universidad de Kumamoto y trabaja en un laboratorio de Barcelona. “Hoy en día se puede congelar esperma de cualquier bicho no se puede congelar el esperma de una rata. La idea es dormir la célula viva en una suspensión eterna. Dormirla y luego despertarla. Pero una célula, y viva, no un organismo entero y muerto. Aún así, no es tan sencillo. Cada tipo de célula tiene una curva de congelación totalmente diferente. Si cambia la técnica de un óvulo al esperma, imagínate en todo un cuerpo humano. A día de hoy, despertarlo se trata de algo imposible. Una quimera”. 

Hasta algunos expertos abiertamente cercanos a la criogenización, como Javier Cabo, reconocen que se trata a día de hoy de algo imposible, por mucho que algunos quieran soñar. Para que tenga sentido congelar el cuerpo, "tiene que haber vida clínica".

Mientras tanto, el innovador centro que comenzará a funcionar en Valencia sigue esperando que lleguen las cápsulas y los artefactos que lo revistan del aura que necesita. Dice el dueño de la firma que están positivos, esperanzados y que en las próximas semanas contarán ya con tres criocápsulas disponibles para su uso. Sin embargo, los clientes que dicen tener no parece que vayan a fallecer con relativa agilidad. 

Al final, a Javier Tapia, el hombre que persigue el sueño de la vida eterna desde hace años, no le queda otra que admitir que lo que proponen, a día de hoy, no resulta científicamente probable: “ Si me preguntas si soy capaz de recuperar a una persona, te diré que no”.