La criopreservación para resucitar a los muertos cuando la ciencia lo permita va a dejar de ser una leyenda urbana asociada a Walt Disney. Un juez británico dio la razón el pasado mes de octubre a una niña moribunda de 14 años que, sabiendo que iba a morir del extraño cáncer que padecía, pidió a su madre la criopreservación de su cuerpo con la esperanza de que poder continuar con su vida en el futuro cuando la enfermedad tuviera cura. 

La organización sin ánimo de lucro Cryonics UK fue la encargada de congelar el cuerpo de la menor una vez fallecida para facilitar su traslado a EEUU, donde ahora se encuentra su cadáver en el Michigan’s Cryonics Institute, identificado sólo con la etiqueta "paciente 143". 

El juez Peter Jackson, del Tribunal Supremo británico, tuvo que intervenir porque el padre de la niña, de la que sólo se conocen las siglas (JS) no estaba de acuerdo en cumplir la voluntad de su hija. Según detalla la prensa británica, se da la circunstancia de que su progenitor también estaría afectado por una enfermedad oncológica. 

La madre sí quería seguir los deseos de la niña -que pasó sus últimos meses investigando sobre la congelación en diversas páginas web de EEUU-, que han tenido un coste de alrededor de 46.000 dólares, la opción más básica de crioconservación que permite la ciencia, un concepto que la comunidad científica acoge con escepticismo, pero que algunas empresas, sobre todo en EEUU, no dudan en facilitar. A pesar de que la familia de la niña no tiene medios económicos, han sido sus abuelos maternos los que han abonado el coste de este procedimiento. 

El veredicto del juez llegó 11 días antes de que la niña muriera, el pasado 17 de octubre, pero el magistrado impuso un veto para que los medios de comunicación no pudieran informar del asunto hasta un mes después de la muerte de la menor. 

La decisión no ha sido fácil para el juez Jackson. No sólo por la oposición del padre -por el que el juez declara sentir "mucha simpatía"-, ni por la falta de evidencia científica que apoye la criopreservación para las  posterior resurrección de los cuerpos. También los médicos del hospital londinense donde se trataba la pequeña -que llevaba un año y un mes diagnosticada- tenían sus dudas sobre los voluntarios de Cryonics UK que iban a llevar a cabo el proceso. 

Pero una carta que la niña, calificada como "extremadamente brillante" por el juez, mandó al Tribunal, así como la visita que Jackson le hizo al hospital donde estaba ingresada -estaba muy débil para asistir al juicio- hicieron que se decantara por este polémico veredicto. 

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