Acceso al restaurante O Fado, con el Paseo Marítimo al fondo.
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O Fado, un referente de los arroces en A Coruña, cierra por jubilación
El local de As Lagoas con vistas al Paseo pone fin a finales de agosto a más de dos décadas de actividad
Más información: La hostelería de A Coruña, alarmada por el cierre de locales: "Si no se gana dinero, la gente abandona"
El olor y el sabor a arroz y a marisco dejará de sentirse en la zona de As Lagoas, en A Coruña, con el cierre de O Fado, el restaurante con vistas al Paseo Marítimo que pone fin a más de dos décadas de actividad.
A finales del mes de agosto se apagarán los hornos y de la cocina de O Fado dejarán de salir los sabrosos platos que durante 22 años han deleitado a la clientela del local. La jubilación de su propietaria, según explican desde el propio establecimiento, es la razón del cierre.
"Los mejores arroces de Galicia se comen aquí". Bajo este titular, un portal turístico en internet incluye O Fado entre los restaurantes selectos. Otras plataformas de ocio y turismo también destacan la excelencia de las paellas preparadas en el local coruñés, así como otros platos de cocina tradicional.
Además de la propietaria y su socio, en O Fado trabajan en la actualidad dos personas en cocina, una en la barra de la zona de cafetería y otra en el comedor, cuyas ventanas dan al Paseo, entre el Aquarium Finisterrae y la Domus.
La falta de relevo generacional, el aumento de los precios de los productos y la caída de rentabilidad suelen ser las causas que dan como resultado el cierre de locales de hostelería. Esta situación se padece especialmente en los establecimientos de los barrios, según apuntaba en marzo pasado a Quincemil el presidente de los hosteleros de la provincia de A Coruña, Héctor Cañete.
Pero también, añadía, en la ciudad se produce una dinámica de continua renovación, con la apertura de nuevos locales que suceden a otros que cierran porque no han tenido los resultados esperados con su modelo de negocio.
En el caso de O Fado, según cuentan desde el restaurante, la llegada a la edad de jubilación pone fin a más de veinte años de buena cocina, con los arroces como manjar, y paladares satisfechos.