Panorámica de las Rías Baixas desde el Mirador Pico Muralla, Rianxo.
La ruta de Rianxo (A Coruña) para disfrutar de unas bonitas vistas y un refrescante pozo
La senda atraviesa el valle del río Té a través de distintos núcleos rurales, bosques atlánticos y mágicas cascadas antes de alcanzar la cima del Pico Muralla, donde aguarda la panorámica más bonita de las Rías Baixas
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Rianxo asoma su perfil sinuoso en la cara norte de la ría de Arousa, en plena península do Barbanza. Este pueblo marinero, acariciado por las suaves brisas del Atlántico y custodiado por los montes verdes que lo rodean, es uno de esos rincones que, una vez descubierto, se queda contigo para siempre. Pues la realidad es que Rianxo es mucho más que un destino costero en las Rías Baixas, es un lugar capaz de despertar los sentidos para invitarnos a explorar y a disfrutar de sus múltiples facetas.
Sus calles empedradas, que serpentean entre casas de piedra y balcones repletos de vida, parecen contener historias de marineros, poetas y tradiciones centenarias. El murmullo de las olas, como un latido constante, acompaña cada paso del viajero, creando un escenario que combina la magia de la naturaleza con la autenticidad de la vida junto al mar: el aroma a salitre, en el sabor del marisco fresco y la calidez de sus gentes.
Y si hay algo que hace aún más especial a Rianxo es su capacidad para regalar perspectivas únicas de las ría de Arousa. Para aquellos que buscan conectar con la naturaleza y disfrutar de unas vistas que dejan sin aliento, existe una ruta entre bosques y montañas que asciende por el valle del río Té hasta la cima del Monte Muralla, donde se localiza uno de los miradores más bonitos y visitados de las Rías Baixas.
Por las entrañas del valle del río Té
Pozo Bastón. Rianxo (A Coruña)
La PR-G 15 Subida ao Monte da Muralla conforma un viaje extraordinario a través del alma de Galicia. Con sus 14,3 kilómetros (aproximadamente 4 horas y 20 minutos de recorrido), este sendero avanza por el sereno valle del río Té hasta las imponentes alturas del Pico Muralla, enmarcado a unos 678 metros de altitud. Aunque está homologada, la ruta está marcada con discreción, por lo que habrá que estar atento a las señales más desgastadas para no perder el rumbo.
Todo comienza en el área recreativa de A Ermida, una aldea rural que parece detenida en el tiempo, donde la capilla rústica de San Xoán te da la bienvenida con su encanto sencillo y auténtico. El camino se adentra después en un mundo de frondosos bosques y caminos de tierra, donde robles y alisos tejen un dosel verde que filtra la luz del sol de una manera hechizante. El Rego do Campo Treito serpentea cerca, aunque solo lo cruzaremos en contadas ocasiones, a través de pequeños puentes que nos llevan de una ribera a otra. Cada paso es una invitación a desconectar, a respirar el aire puro y a escuchar el murmullo del agua que acompaña a cada paso.
Ascenso al Pico Muralla. Rianxo (A Coruña)
A medida que ascendemos por la aldea de A Ferrería, la naturaleza se vuelve más exuberante, preparándote para lo que está por venir. Pronto llegaremos al Pozo Bastón, un rincón realmente mágico formado por un conjunto de cascadas y pozas naturales, escondido a solo 350 metros del sendero principal. El agua cristalina cae entre las rocas, creando un espectáculo que parece sacado de un cuento. Cerca de allí, el emblemático hórreo de O Araño, el más largo de Galicia, aguarda paciente para mostrar al viajero un pedazo de la historia y la tradición de esta tierra. Es un lugar que no podemos dejar de visitar, aunque no forme parte del itinerario principal.
El tramo final es el más desafiante, pero también el más gratificante. Desde Campelo, la subida se vuelve más pronunciada, llevándonos a través de pastos abiertos y bajo la sombra de gigantes eólicos que vigilan el paisaje. Al llegar a la cima, el mirador del Monte da Muralla nos regala una de las vistas más impresionantes de las Rías Baixas: con las rías de Arousa y Muros e Noia, el valle del Umia, las islas del Parque Nacional das Illas Atlánticas y, en días claros y despejados, incluso el perfil lejano de Santiago de Compostela se dibuja en el horizonte interior. Este es el premio final, un momento que hace que cada paso valga la pena.