Imagen de Hafdala Salek con su hermano coruñés en la playa.
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El flechazo Sáhara-A Coruña que une a Pilar y Hafdala: "Es un niño más, igual que mi hijo biológico"
El programa de acogida Vacaciones en Paz ya está en plena marcha y desde esta semana, los niños disfrutan de 60 días con sus familias de acogida. Es una experiencia positiva tanto para los pequeños como para las familias
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Tener dos familias es algo a la altura de muy pocos elegidos en esta sociedad. Es el caso de Hafdala Salek, que puede presumir de tener su primera familia, la biológica, en el Sáhara, y una segunda familia de acogida en A Coruña, la que encabeza Pilar, y de la que forma parte físicamente desde este martes.
Esta coruñesa es una de las participantes en Vacaciones en Paz, el programa de acogida de niños de origen saharaui que cada verano disfrutan de dos meses diferentes con familias de todos los perfiles.
Su historia es la de una mujer que desde hace 12 años dota de un segundo hogar a estos niños, que huyen, entre otras cosas, de las temperaturas elevadas de sus ciudades natales y de una situación muy diferente a la que viven en A Coruña.
"Llegué al programa a través de otra familia, unos conocidos que también acogían, hace 20 años. Yo en ese momento no podía acoger por tema laboral. Empecé a hacerlo hace 12 años ya que mi situación era otra, tenía un niño y pensé, si tengo tiempo para el niño también puedo acoger", explica en conversación con Quincemil.
Hafdala Salek posa en la playa.
Su hijo es precisamente uno de los que mejor lleva esta compañía durante estos 60 días. "Lo lleva genial. Es un hermano mayor. Lo arropa, lo quiere. Mi hijo ha viajado a campamentos de refugiados a verlos, somos una parte de su familia. Se crea un vínculo muy grande entre niños y adultos que nos conocemos, y para mi hijo fue una experiencia positiva. Ahora tiene 15 años, y le preguntas y quiere que vengan niños", comenta.
Los trámites
El camino hasta que el niño está con su nueva familia no es corto, pero sí satisfactorio. "Primero hacen unas jornadas formativas donde te explican todo, la situación en la que viven, el conflicto que les rodea y el porqué de esta situación", comenta haciendo memoria Pilar.
Normalmente hasta "una semana antes" no conocen los detalles de su caso. Y luego, todo depende de los visados, y cualquier posible retraso en los vuelos. Nada que no impida ese caluroso abrazo con el que se inicia una nueva etapa.
"Aquí se les puede detectar cosas que allí no tienen los medios. Es importante la revisión médica y que los niños estén controlados a nivel de oculista, dentista, etc"
Su estancia en A Coruña permite además llevar a cabo un exhaustivo control médico. "Ya tengo cita para que lo vea el pediatra. No hay muchos años con casos graves, pero si alguna vez se tienen que quedar para curarse de alguna enfermedad, hierro bajo, etc. Aquí se les puede detectar cosas que allí no tienen los medios. Es importante la revisión médica y que los niños estén controlados a nivel de oculista, dentista, etc", dice.
Las condiciones de vida en A Coruña
El respeto es la clave. Las culturas son diferentes, pero pueden "convivir". La asociación "nos insiste en la necesidad de respetarlos, ellos tienen que adaptarse a nosotros y nosotros respetar su cultura", instruye Pilar.
"Son niños que tienen su rutina religiosa musulmana, rezan, no comen jamón o cerdo, y hay unas pautas para que las familias se den cuenta y no les den ciertas cosas de comer".
Su rutina es la normal. "Se tiene que involucrar toda la familia. Es un niño más, igual que mi hijo biológico. El miércoles se quiso quedar a dormir en casa de los abuelos y allí fue. Hace una vida normal, él se adapta a nuestro estilo de vida. Quieren playa, piscina, lo que demande. Tenemos que integrar también al niño".
El momento de la salida y los regalos
La despedida suele ser el momento más duro, pero en el fondo se lleva bien. "Estos chicos tienen mucho arraigo familiar, son niños de familias muy unidas allí. Ellos saben a los que vienen, disfrutan, como cuando te vas de vacaciones y a la hora de irse se van felices".
"Además, siempre se le da un detallito a la familia. Ellos llegan cargados de cosas para nosotros, vienen con una mochila de regalos, no traen nada más. Yo me quedo muy feliz porque vuelve con su madre y porque los conozco y tienen garantías. Viene a mi casa tranquilo, sabe que va a pasarlo bien y que va a estar bien, y yo cuando se va, igual", concluye.